El fascismo de izquierda existe. 1. Se concibe una ideología desde el poder que impone formas de comportamiento e incluso de lenguaje.2. Un partido político domina y hay un caudillo que dice qué está bien y qué está mal y permea a toda la estructura burocrática. 3. El partido en el poder controla los medios de comunicación y lleva a cabo la militarización del país. En septiembre de 2019 el Parlamento Europeo identificó a los regímenes comunistas totalitarios como fascistas. Hay, por lo tanto, un fascismo rojo. Cuba, Venezuela y Nicaragua no son países progresistas, no han buscado mejorar la mejor condición humana. Escuchen en los noticieros a varios de los migrantes que hoy se encuentran detenidos en la frontera de México con los Estados Unidos, muchos son cubanos y venezolanos, hartos de las condiciones en que se vive sus países.
Por otro lado, nos topamos hoy, en la segunda década del siglo XXI con fascismos tanto de izquierda como de derecha. En Medio Oriente perviven los fundamentalismos religiosos. En Rusia se alimentan el anti europeísmo y el expansionismo. En Estados Unidos, Donald Trump se ha convertido en el presidente número 47, después de haber sido el número 45 en presidir la Unión Americana. Hace un año no nos esperábamos la segunda y furiosa vuelta del trumpismo. Nuevamente el ímpetu nacionalista se destaca con la máxima de hacer America grande otra vez (Make América Great Again. MAGA). Para ello ha declarado emergencia nacional en la frontera sur, para que los migrantes no “invadan” los Estados Unidos. Deportará a todos los indocumentados que participan en la economía de los Estados Unidos, que pagan impuestos y que han hecho una vida en “America” (sin tilde). Enviará tropas a la frontera y restablecerá el “Remain in Mexico”. Designó terroristas a los narcotraficantes mexicanos. Entre otros asuntos, dijo que Dios lo llevó a la presidencia (para prueba el atentado del que fue objeto el 13 de julio pasado mientras daba un discurso a sus simpatizantes y una bala apenas le rozó una oreja) y le permitirá reordenar el mapa mundial como él lo visualiza. “Caudillo por la gracia de Dios”, como Francisco Franco, el dictador español. Donald Trump es un tirano y no es novedad.
The Donald afirma que con él volverá la época dorada de los Estados Unidos. El día que tomó posesión como el presidente de su país firmó cerca de un centenar de órdenes ejecutivas. Impuso aranceles a sus dos vecinos comerciales, Canadá y México, cambió el nombre del golfo de México por Golfo de América, así como Andrés Manuel López Obrador exigió que el Mar de Cortés se llamara Golfo de California. Y es que una de las características del populismo, tanto de derecha como de izquierda (sic) es tener en la mira a los enemigos, pasados y presentes. Y Hernán Cortés fue un personaje adversario de la cultura primigenia de los pueblos que habitaban en México en siglo XVI. Por eso la presidente Claudia Sheinbaum insiste en que el gobierno de España pida perdón a México por la Conquista, deseo del “caudillo” López Obrador.
Tanto los fascismos como los populismos enfatizan la visión de un pueblo común al que a menudo enfrentan las “elites” (críticos del régimen, intelectuales, clases medias). Ese pueblo ha encarnado en el que ostenta el poder y por eso usan en sus discursos el yo mayestático, el plural de la primera persona porque representan al pueblo, a la nación entera, como hacían los reyes en el pasado.
En su indulto a los fieles seguidores que tomaron el Capitolio el 6 de enero de 2021, Donald Trump, en una entrevista, afirmó que “No había armas. No teníamos armas”. Se sabe que sí las hubo. Con ese “nosotros” anunciaba el indulto a esos extraños personajes que quisieron revertir el triunfo legítimo de Joe Biden hace cuatro años. Desde su campaña presidencial hablaba del perdón a los “rehenes del J6 “ (6 de enero). Así que el indulto favoreció a 1,600 personas que provocaron el terrible disturbio de aquella fecha. Esos mismos indultados se sentirán ahora libres para organizarse y Make America Great Again.
Por lo pronto, la orden “divina” de Trump elimina la política de la variedad de géneros, dice que retomará el control del Canal de Panamá. No cree en las energías limpias, como tampoco lo hacía López Obrador, y es una emergencia nacional, dijo Trump, el perforar pozos petroleros, incrementar esas reservas y exportar energéticos a todos lados. Se salió, por lo tanto, de los acuerdos de París, un Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Este hombre, que parece un mal actor de un personaje esperpéntico, que se presume todopoderoso, acabará haciendo a América más débil en lugar más grande. Los aranceles a los productos mexicanos y canadienses se encarecerán en los Estados Unidos. Decidió que su país abandonará la Organización Mundial de la Salud, lo cual es gravísimo. Otra epidemia como la del Covid 19 podría sorprender malamente a los estadounidenses.
En su afirmación de que es un hombre pacífico, ha decidido que no debe haber más guerras en este mundo. Aquí estamos de acuerdo, pero será él quien habrá de abolirlas.
Entre tanto, ha configurado un gabinete de oligarcas y de severos críticos de las migraciones. El multibillonario Elon Musk, dueño de Tesla, SpaceX, X(Twitter) y que participó con 200 millones de dólares para la campaña de Donald Trumpl, asesor del otra vez presidente de los Estados Unidos, junto con Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, dueño de Met, y otros personajes, sus halcones, que le dedican absoluta lealtad porque piensan como él.
En fin, esa es una historia que tendremos que contar, la del equipo de the Donald. Pensemos, por ejemplo, en la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, que se decía que podría desempeñar como la vicepresidenta, pero luego de confesar que había matado a tiros a su perro cachorro por no considerarlo apto para el adiestramiento, perdió la oportunidad. En su lugar quedó J.D. Vance, político obviamente conservador, empresario, que fue senador republicano.
Ya habrá noticias, muchas, del Donald Trump y su gabinete.