Opinión

Trump en Davos y la Federación canadiense

Donald Trump, en videoconferencia para el Foro Económico Mundial de Davos (EFE)

Esta semana la figura mundial más polémica es Trump. Tiene un dardo envenenado para todos y nadie escapa a su lengua mordaz. Canadá y México, sus principales socios comerciales y aliados norteamericanos, son los blancos preferidos de su discurso, que busca movilizar a sus fieles seguidores en la búsqueda de la grandeza perdida y la protección de su seguridad nacional frente a los extranjeros que la amenazan.

En la videoconferencia en la reunión anual de 2025 del Foro Económico Mundial que se celebra en Davos, Suiza, el flamante presidente de nuestro vecino del norte trazó su política para comerciar con el mundo: los aranceles. Esta estrategia proviene de su obsesión por evitar los balances negativos en el intercambio de bienes y servicios con otros países, que, según su argumento falaz, son la causa de la decadencia económica en Estados Unidos y el desempleo en las regiones industriales deprimidas del Medio Oeste, conocido como el cinturón del óxido, que fue el más debatido electoralmente el año pasado.

En Davos, los CEO de JP Morgan y Goldman Sachs coquetearon con la estrategia trumpiana de imponer aranceles selectivos para reequilibrar los acuerdos comerciales y con ello favorecer a Estados Unidos en el panorama económico mundial. Con esta postura, los banqueros dan un espaldarazo a su presidente y confirma que los aranceles son una herramienta efectiva de presión política. La amenaza es que se impondrá una tasa del 25% a las importaciones procedentes del México y Canadá y del 10% a China.

En la videoconferencia México salió bien librado a pesar que su balanza comercial con Estados Unidos le favorece, 250 mil millones de dólares al año (Data México) bajo el argumento trumpiano, que el déficit con nuestro país es manejable (sic) y Canadá fue hostigado duramente al grado que Trump reiteró que si quería conservar las ventajas de un comercio desigual debía anexarse a la unión americana y convertirse en estado número 51. A los empresarios globales los “invitó” a fabricar en su territorio o a pagar aranceles.

¿Por qué la “benevolencia” con México? Ya se sabrá el 1 de febrero, cuando se concluyan los estudios sobre el comercio con nuestro país e imponga o no aranceles a las mercancías mexicanas. La presión política, no es un secreto para nadie, se mueve en el frente de la migración y el combate al tráfico de fentanilo. Esta es una moneda de cambio por la que ya transitamos en 2019 y la historia concluyó con el envío de la Guardia Nacional a la frontera sur, la contención de las caravanas de migrantes y el entreguismo de Ebrard revelado por Trump.

En contraste, la federación canadiense, compuesta por 10 provincias y 3 territorios, fue presionada con un escenario de imposible realización política y jurídica. Suponiendo sin conceder que sea factible y con todo respeto a la dignidad de los canadienses, que sus líderes aceptaran anexarse a los Estados Unidos la dificultad constitucional sería mucho mayor. La incorporación del Canadá a E.U.A no podría ser como un estado más sumando 51, sino que debieran adicionarse por lo menos 10 más, toda vez que las provincias son autónomas y con tal grado de independencia que en Quebec hay fuerzas políticas soberanistas muy importantes, que casi obtienen su independencia en 1996 en un referendo, que perdieron por un punto porcentual. Desde el 2006 es una nación dentro de Canadá.

Los populismos, como el trumpiano, tienden a simplificar las relaciones políticas y los dictadores a repartirse el mundo sin un sentido de la realidad de las comunidades, pueblos y naciones. El caso más emblemático en la segunda mitad del siglo XX es la República Federal Popular Yugoslava, que fue unida por la fuerza de las armas soviéticas bajo el liderazgo de Tito y disuelta 45 años después con una guerra genocida.

Canadá es una federación creada en 1867 como resultado de la denuncia del Tratado de Reciprocidad (una carta de entendimiento de libre comercio con Estados Unidos), que restringió el acceso de los productos de las provincias de Ontario (Alto Canadá) y Quebec (Bajo Canadá) al mercado norteamericano. El resultado de esta presión económica no calculada por uno de los peores presidentes de Estados Unidos, Andrew Johnson, fue la integración de este a oeste de la entonces confederación, con un territorio un más grande que el de Estados Unidos.

¿Por qué la malquerencia de Trump con Canadá? No es por el petróleo, la madera y los autos que venden los canadienses, más bien tiene la intención de plantear una negociación imposible al primer ministro Trudeau y su partido liberal aliado de Biden, para abrirle el paso al conservador Pierre Poilievre, quien tiene un estilo populista y un discurso de extrema derecha. Las elecciones serán este año y es muy posible que el nuevo gobierno se acerque a las políticas del presidente Trump remasterizado.

Profesor de la Universidad de las Américas Puebla

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