En estos días previos al Super Bowl uno encuentra una enorme cantidad de información respecto al Gran Juego: estadísticas, anécdotas, historias, curiosidades, y claro, no puede faltar las comparaciones. Una en especial llamó mi atención, y fue aquella que señalaba que, de ganar Kansas City el Super Bowl, Patrick Mahomes, se convertiría en el primer quarterback en ostentar cuatro títulos de la NFL con menos de 30 años de edad, una hazaña que ni los más grandes han logrado en la historia.
Me pareció importante tocar el punto, y eso nos habla de la enorme calidad de Mahomes, que sin duda tiene un mayúsculo mérito que nadie la debate ni le quita, no por nada es hoy por hoy el mejor mariscal de campo de la Liga. Sin embargo, es aquí en donde entramos al análisis de las cosas, y esa si existe una razón por la cual esta maravilla de jugador está a punto de dejar una huella y una marca imborrable en la NFL.
Es verdad, con un triunfo este domingo, Mahomes se uniría a la lista de “semi dioses” en la posición como Terry Bradshaw (Pittsburgh), Joe Montana (San Francisco) y Tom Brady (Nueva Inglaterra), quienes ganaron cuatro o más Trofeos Vince Lombardi, no obstante, ninguno de ellos lo hizo con menos de 30 años de edad; si acaso el que estuvo más cerca fue Brady.
UNA INCÓMODA RAZÓN
Es cuándo surge la pregunta, ¿por qué en tiempos más recientes es más probable lograrlo que antes? Respuestas pueden existir muchas, pero al menos yo me inclino por una que me parece muy lógica: la paridad de fuerzas y rivales de gran poder en la misma época es lo que define esta situación.
Si, aunque parezca extraño y se piense que uno trata de demeritar logros de las actuales dinastías, no podemos hacer a un lado que antaño el poder de la NFL no se limitaba a uno o dos equipos, sino a muchos, lo que no permitía que uno solo dominara de manera tan imponente a la Liga.
Y si no lo creen, sólo hagamos un recuento de esos años. Durante la dinastía de los Acereros de Pittsburgh en los 70, aunque dominaron su época, tuvieron algunas barreras que no les permitió acceder a más títulos. En aquella Conferencia Americana también dominaban conjuntos como los Raiders de Oakland, los Broncos de Denver y hasta los Delfines de Miami. De hecho, ¿quién puede asegurar que si Oakland y Denver no se hubieran atravesado en el camino de Pittsburgh en Finales de Conferencia, Bradshaw habría ganado dos Super Bowls más, sumando seis.
O en esas mismas épocas, por qué no pensar que hasta el glorioso Roger Staubach de los Vaqueros de Dallas, habría ganado más de dos títulos si no se hubiera encontrado con Pittsburgh en los Super Bowls, o no hubiera tenido que lidiar con potencias de la Conferencia Nacional como Minnesota, Los Angeles o Washington.
Si nos ubicamos en los 80, pasa lo mismo con Joe Montana y los 49ers. De no haberse topado con murallas como Washington o Nueva York (Gigantes), tranquilamente Montana habría sumado seis anillos de Super Bowl; sin embargo esa es la gran diferencia de aquellas épocas a las actuales.
Brady y los Patriotas, sin restar mérito a que fueron un gran equipo liderados por un enorme quarterback, lograron lo que lograron porque les tocó una etapa en que no había verdaderas fuerzas de contrapeso que les pusieran un alto en el camino; si acaso existió una barrera impenetrable para Brady y sus Patriotas fue la defensiva de los Gigantes que no le permitieron ganar otros dos Super Bowls.
Y no se trata de decir que no hubo grandes jugadores al nivel de estos que estamos analizando, sino hablamos a nivel de equipos completos como rivales, porque en la era de Bradshaw coexistieron monstruos como Bob Griese de Miami, Ken Stabler de Oakland, Bert Jones de Baltimore (Potros) o hasta Craig Morton (Denver).
Ya en la era de Brady, ni que decir o agregar a sus duelos épicos ante Peyton Manning de Indianápolis o Ben Roethlisberger de Piitsburgh; sin embargo la realidad es que a pesar de ser grandes mariscales de campo, en muchas ocasiones esos equipos no tuvieron las defensivas a la altura para frenar a Brady y compañía.
A TOMAR EL MOMENTO Y LA ESTAFETA
Lo mismo sucede ahora, ya sin Brady en la escena, Mahomes se enfrenta a los mismo, y no es su culpa, así le tocó su momento y debe aprovecharlo. A la par de él existen muy buenos quarterbacks de nivel MVP como Josh Allen de Buffalo o Lamar Jackson de Baltimore, y quizá un peldaño abajo hasta Joe Burrow de Cincinnati, no obstante debe reconocerse que sus equipos o entrandores no tienen el antídoto para frenar la maquinaría que es Kansas City y mucho menos a Mahomes.
La realidad, y ojalá así sea, Mahomes se convertirá en el cuarto quarterback en ganar cuatro Super Bowls, en hora buena por él, lo merece, es un tipo que enaltece la posición y es carismático. Aún así, por el bien de la Liga, esperamos que en un momento se nivele la paridad de fuerzas, lo que sin duda, traerá mayor espectacularidad a la ya de por si emocionante NFL.
CUIDADO CON CHICAGO Y LAS VEGAS
Por otra parte, vaya movimientos que han hecho los nuevos entrenadores de los Osos y los Raiders, y es cuando podemos advertir la diferencia entre coaches con ojo clínico a la hora de designar a sus asistentes o meros “bomberazos” como sucede en los Vaqueros.
En específico me refiero a Ben Johnson (ex mente ofensiva de Detroit), quien al tomar la riendas de Chicago, no dudó ni un segundo en elegir a Dennis Allen como su coordinador defensivo. Allen fue durante muchos años el encargado de la defensa en Nueva Orleans bajó el exitoso paso de ese equipo al mando de Sean Payton.
Johnson esta más que consciente de que necesita un experto en defensiva, ya que él se encargará de pulir la ofensiva de los Osos y en especial al diamante que es Caleb Williams; no en vano también contrató a Declan Doyle, un asistente directo de Sean Payton en Denver, como coordinador ofensivo y a Eric Bienemy (el exitoso coordinador ofensivo en los dos primeros triunfos de Super Bowl de Mahomes) como entrenador de corredores, un puesto meramente honorario, pues sabemos que hará dupla con Johnson.
En lo que ser refiere a los Raiders, la llegada de Pete Carroll (quien ganó uno de dos Super Bowls con Seattle), traerá estabilidad y una de esa pruebas es la contratación de Chip Kelly como el coordinador ofensivo del equipo. Kelly una brillante mente ofensiva,que ya tuvo un paso efímero por la NFL como coach en jefe, ha demostrado que es mucho mejor como coordinador que como entrenador en jefe, Carroll lo sabe y por eso se lo llevó, es un tipo de una sola responsabilidad y le sacará provecho. Kelly acaba de ganar el Campeonato Colegial dirigiendo el ataque Ohio State.
En cuanto a los Vaqueros, como lo dijimos al iniciar este apartado, eligieron a su coach, Brian Schottenheimer, dentro de su mismo staff de años anteriores, quien a su vez contrató como coordinador ofensivo a Klayton Adams, el ex entrenador de la línea ofensiva de los Cardenales de Arizona, y como coordinador defensivo a Matt Eberflus, el ex coach de Chicago, que muy poco hizo en ese equipo.