Tiene que ser, para que valga la pena, una pausa activa. Desplazar a la frontera norte a diez mil elementos de la Guardia Nacional es un esfuerzo supremo que se debe realizar en corto plazo. Supone un gasto mayúsculo y un alarde logístico para acondicionar cuarteles, asegurar los suministros y, sobre todo contar, con una estrategia para que todo eso valga la pena y le sirva a México.
Claro que la movilización es resultado de una negociación con el gobierno de Trump que quiere cerrarle el paso al fentanilo, que por cierto no pasa por toda la frontera norte, sino en especial por ciertos cruces ubicados Sonora y Baja California que ya tienen detectados, desde hace tiempo, tanto las fuerzas federales mexicanas como varias agencias norteamericanas.
Los diez mil elementos son en buena medida una puesta en escena a la que es tan aficionado el presidente Trump. Mi punto es que si ya se desplegarán esos elementos hay que aprovecharlos para combatir, en su terreno, a bandas criminales que se pasean por comunidades fronterizas como si las tuvieran escrituras a su nombre.
Va un ejemplo, mientras se hacía el anuncio del traslado de los elementos, los medios daban cuenta de un multihomicidio en San Luis Río Colorado pegadito al desierto de Altar. Siete personas perdieron la vida y las autoridades decomisaron 320 mil cartuchos de diferentes calibres, como para una guerra. Células de las fracciones del Cartel de Sinaloa que están en guerra civil, esto es la Mayiza y los Chapitos, también se disputan ese estratégico paso a Estados Unidos, por cierto, la población que esta del otro lado también se llama San Luis y está a poco más de media hora de Yuma, en Arizona, una de las plazas que se distinguen por vender más armas a los carteles mexicanos.
De hecho, una de las armerías demandadas por el gobierno mexicano el sexenio pasado por pertrechar a los carteles opera en Yuma bajo el mando protector de vender armas para la caza deportiva, si es que eso tiene sentido. Sonora y Arizona comparten 9 cruces fronterizos si esos cruces se sellaran comenzaría a disminuir el abasto de fentanilo y las traficantes tendrían que buscar nuevas rutas.
Mientras tanto en otro cruce fronterizo situado en la costa este, Nuevo Laredo, también se registraron disturbios por la captura de su jefe de la mafia cabeza de una banda conocida como los Chukys que pertenece al Cartel del Noreste. Por esa zona operan varios grupos herederos de los Zetas que se distinguen por seguir la línea sanguinaria de los exmilitares desertores.
Los expertos dicen que el fentanilo llega a la frontera con Estados Unidos por Sonora pero pasa la frontera en ciudades de Baja California. No es gratuito, dicen, que Tijuana sea de nuevo una de las ciudades más peligrosas del mundo y, además, ojo, cuente con la comunidad de consumidores de fentanilo más grande de México, por algo será.
En suma, a diversas comunidades ubicadas en la frontera norte les caerá muy bien la llegada de refuerzos de la Guardia Nacional, que se convierte con rapidez en un referente de seguridad para los mexicanos. No se trata de efectuar una movilización cosmética para que Trump puede presumirle a sus electores. Nada de eso. Los elementos de la Guardia Nacional pueden traer paz a comunidades que viven en zozobra permanente. Ahora es el fentanilo la droga hegemónica, pero antes fueron la heroína, la cocaína, la mariguana y mucho antes el alcohol. Todos los vicios de los vecinos descomponen la vida en las comunidades fronterizas mexicanas, crean una masa delincuencial, corrompen a las autoridades, enlutan a los hogares, generan violencia. Los elementos de la Guardia Nacional pueden ser, en contraste, generadores de paz.