Opinión

Maltrato y muertes en los delfinarios

Delfinario

Muy buena noticia surgió el pasado 2 de este febrero desde las Fuerzas Armadas Mexicanas, por cuanto dado de alta en las mismas desde junio del 2023, el soldado ARKADAS (perrito que Turquía regaló a nuestro país) concluyó con éxito la primera etapa de su adiestramiento, ascendiendo por ello a Cabo dentro de la Primera Brigada de Policía Militar a la que pertenece desde su llegada; y lo anterior, ¡que se sepa!, se dio en el Campo Militar Nro. Uno, dentro del marco de la celebración del Primer Perrotón organizado por la Secretaría de la Defensa Nacional y con presencia de altos mandos que orgullosamente dieron cuenta de las habilidades del bellísimo can en: socialización, obediencia básica, obediencia avanzada y especialización de búsqueda y rescate, motivo este último por el que justo fue donado a México en reconocimiento a nuestro PROTEO, quien falleciera durante los trabajos de salvamento tras los terremotos ocurridos en aquel país. Hasta aquí todo bien… solamente que así como se hizo pública su primera promoción continúen informándose las subsecuentes que le permitan obtener una jubilación segura, como en realidad debiera ser para todos los caninos militares no famosos de los que nunca se sabe su destino final y que, según, actualmente suman 2 mil 30, algunos todavía en fase de entrenamiento.

Y ahora al tema obligado, porque cómo no ser así… si para el jueves pasado corría a toda velocidad por las diversas redes sociales el “incidente” que supuestamente cobró la vida a un delfín, durante “actuación” conjunta dentro de una pinchísima alberca del Hotel Barceló Maya Grand Resort ubicado en Cancún, al sureste mexicano donde tal “actividad” domina, tengo entendido que con 19 sitios similares de los poco más de 30 autorizados a lo largo y ancho de la República Mexicana y donde para divertir y entretener más que nada al turismo se dan “espectáculos” que incluyen varias especies de mamíferos marinos, destacando entre ellos los tristemente célebres delfines “nariz de botella” cuya falsa… falsísima… sonrisa (interpretada así por el ser humano) los ha tenido por aaaaaños padeciendo cautiverio aderezado con mal trato, tal cual, con los términos separados, y explotación sin descanso adecuado y/o con deficiente atención y adiestramiento incompetente. De no ser eso, cómo entonces explicarse que nieguen la muerte de la criatura cuando con un peso promedio mínimo de 150 k, sumado al impulso del propio salto que realizó junto a otros congéneres, estamparse contra una plataforma de concreto debió causarle serias fracturas en cara, con reflejos hacia el resto del organismo, y tras ello la muerte, digo, porque claramente se golpea durísimo… ahora si que sin meter las manos… y pese a ello la empresa Dolphinaris Barceló tuvo el descaro de emitir un comunicado alegando, en primer lugar, que el video viralizado no reflejaba un hecho actual sino del año 2020, cuando el punto aquí es que sucedió, no importando la fecha; asegurando seguidamente que el delfín se encontraba en buen estado de salud y residiendo en otra instalación, claro, sin especificar en cuál y su marcaje, que para mi es una exigencia legal que debe trascender más allá de un microchip, para incluir igualmente foto-identificación de las aletas. Asimismo se aseguró que tras el suceso se le había realizado una revisión exhaustiva al ejemplar… ¡sólo hubiera faltado que no!... y que también habían procedido a revisar los protocolos de bienestar animal porque “el comportamiento del delfín había sido inusual y fuera de lo habitual”… o sea, que los “expertos” entrenadores no lo percibieron a tiempo... procediendo a reforzar las medidas de seguridad y cuidado a los mamíferos marinos “bajo supervisión especializada”… ¡cómo no!... Según información de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (ProFePA), la empresa TAGEPA, S.A.P.I de C.V. es la responsable del delfinario del complejo hotelero referido y quien a estas alturas habrá dado cuenta de lo sucedido mostrando la papelería administrativa correspondiente (entre ella el absurdo y vetusto Plan de Manejo) que permita reunir datos para terminar de averiguar lo sucedido y asimismo, tras múltiples denuncias ciudadanas presentadas antes y a raíz del accidente, conocer también qué pasó ahí mismo con los fallecidos delfines PLATA Y ALEX, lo que bastará para que doña Mariana Boy Tamborrel, titular de la ProFePA, demuestre tamaños, debiendo irse con toda fuerza y bajo puntual Derecho a revisar a toda esa mafia que son los delfineros, siempre negando y ocultando todo lo que sucede en sus lugares bajo el pretexto de estar bajo “convenio de confidencialidad” y disfrazando su mula práctica como educativa y para la conservación, peeeero, ¿qué tiene de pedagógico montar un delfín o que el pobre animal arrastre personas? ¿Qué educativo puede ser hacerlos “bailar” sobre sus colas y saltar a la orden caprichosa de un manejador que a saber cuál sea su preparación? ¿Qué ilustrativo puede ser que los animales bamboleen una pelota en acto que quienes frecuentan tales espectáculos jamás verán en vida libre? Y precisamente respecto a esa premisa de que “de otra forma los niños no conocerían a los delfines”, añado por mi parte que si no los pueden conocer en libertad, sorry, pero no les hará falta, y si mucho me apuran están los libros ilustrados y los documentales; para los más pudientes hasta la virtual 7ª dimensión que les permitirá una cercanía absoluta con los animales sin causarles daño. ¿Estamos? Ahora vayamos a la dizque “conservación”… sólo que sea en formol, al tratarse de una especie (la mayoritaria) que no requiere de apoyo para mantenerse, sino más bien de la lejanía de sus explotadores que primero los arrancan de su entorno y núcleo familiar de manera violenta para luego venderlos al mejor postor, no terminándose de saber con certeza su destino como tampoco la base científica de esa reproducción. Ello, sin omitir la crueldad que significa someterlos a inseminaciones artificiales totalmente innecesarias y con el desconocimiento de lo que sucede con las crías, que por supuesto NUNCA son devueltas al océano.

De no aprovechar EL MOMENTO para proceder con todo rigor sobre este abuso, el Gobierno… en este caso la ProFePA… se convertirá en cómplice. Avisados quedan.

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