Opinión

Ideología Neofascista

Un nuevo fascismo reaccionario llegó al poder y se despliega a nivel planetario como pensamiento y representación simbólica que da vida a una modernidad totalitaria. Con apenas 22 días en el gobierno de los EU, Donald Trump, ha dado sobradas muestras de la ideología ultraderechista que enarbola y que actualmente recorre el mundo inspirada en sus políticas proteccionistas hostiles a la globalización. Tales estrategias son xenófobas y racistas, ultraconservadoras y antiliberales, rechazan la diversidad y la migración, son políticas antidemocráticas, colonialistas y ultranacionalistas. Su reciente victoria electoral le permitió conquistar la hegemonía en el Partido Republicano, así como en el Senado y la Cámara de Representantes. Imprevisible, errático e impulsivo, desdeñoso de normas y convencionalismos, el oligarca de 78 años pretende “hacer grande a América otra vez” y para lograrlo, busca modificar los equilibrios políticos prevalecientes para abrir las puertas a lo que denomina “un nuevo orden mundial”.

Con estos objetivos en mente apoya el genocidio palestino ejecutado por Israel, junto con otros despropósitos que generan inquietud a escala mundial. Después de la visita de Benjamín Netanyahu a la Casa Blanca hace unos días, anunció sanciones contra la Corte Penal Internacional, una institución judicial independiente creada por el Estatuto de Roma en 1998 y que ha emitido orden de captura por crímenes de guerra y de lesa humanidad contra el primer ministro judío y su ex ministro de defensa. Además, Trump presentó una propuesta para que su país tome el control de la Franja de Gaza y para que sus residentes sean trasladados a otros lugares en una especie de “transacción inmobiliaria”. Esta propuesta de reasentamiento y limpieza étnica de los palestinos ha sido rechazada por la comunidad internacional, recordando el “Plan Madagascar” diseñado en 1940 por Adolf Hitler, quien pretendía reubicar por la fuerza a los hebreos europeos en África.

A ello se suman las amenazas de aranceles como arma económico-política contra diversos países. Es una estrategia de amedrentamiento que los estudiosos califican como el “peor error económico de las últimas décadas”. Sin embargo, el rápido sometimiento de sus vecinos Canadá y México, así como los ejemplos de Colombia, Panamá, Argentina, El Salvador y Ecuador que se doblegaron obligados o por decisión propia, son ejemplos del desarrollo de una nueva voluntad imperial. Además, la creciente hostilidad comercial contra China ejemplifica el nuevo escenario de polarización y confrontaciones. Es la guerra económica que viene y que se suma a la guerra geopolítica que se despliega entre Ucrania y Rusia. Las ideas y los mitos del control fascista nuevamente aparecen.

La ideología neofascista muestra su fuerza refiriéndose a las representaciones colectivas y al imaginario tranquilizador ante situaciones contradictorias e insostenibles. Integra

un velo intelectual y una justificación moral difundida por las clases gobernantes para enmascarar su dominación. Su ideología se articula como un sistema más o menos coherente de imágenes, principios éticos, representaciones, gestos colectivos, rituales o estructuras que dan vida a discursos míticos respecto a la organización del poder. Esta ideología tiene como fin regular en el seno de una colectividad, un pueblo, una nación o un Estado, las relaciones que los individuos mantienen con los suyos, con los extranjeros, con la naturaleza, lo imaginario, lo simbólico y las esperanzas. Es una retórica que justifica los intereses de la autocracia.

Actualmente el neofascismo se presenta como un contrapoder indiscutible y radical. Se propone como una figura tranquilizante y no como un sujeto de inquietud. Construye un léxico que ofrece significados a un horizonte de profundas transformaciones. Es un concepto elástico que se aplica a diversas realidades históricas, sociales, culturales, geográficas y políticas. Por ello, no se identifica con un único movimiento político, sino con una serie de actitudes antidemocráticas que privilegian el lenguaje de la fuerza. El neofascismo representa una aberración anti-moderna y autoritaria.

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