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La oposición no tiene los votos necesarios para detener a la aplanadora de Morena en el Congreso de la Unión. Perderá todas las votaciones, está escrito. Aunque muchos no lo crean, sí puede obtener victorias políticas que, en el futuro próximo, digamos las elecciones intermedias del 2027, se transformen en votos que abollen la carrocería de la aplanadora.
Victorias y derrotas no están escrituradas para nadie en política. La única condición es que los perdedores de hoy busquen ser los ganadores de mañana. Los partidos de oposición en México están agazapados, temerosos, parecen resignados a seguir perdiendo, ¿por qué lo hacen? La única explicación es que están esperando a que Trump les haga su campaña zarandeando a la 4T.
Que estén condenados a perder las votaciones en el Congreso no les impide ganar espacios en la narrativa. La política de nuestros días consiste en imponer una determinada narrativa de los acontecimientos. Trump y AMLO encarnan esta afirmación. Sus victorias electorales son producto de sus triunfos previos en la narrativa, no al revés. La oposición en México tiene que hacer un esfuerzo supremo de comunicación política. Cuesta tiempo, dinero y esfuerzo, pero es el único camino para regresar a la competencia.
La coalición oficial tiene incontables flancos vulnerables. La oposición los ha dejado pasar. Ahí están los casos de Cuauhtémoc Blanco en Morelos que ya fue acusado formalmente por el nuevo gobierno del estado de irregularidades millonarias. Ahí está el tema de Tabasco con acusaciones directas del nuevo gobernador May contra el senador Adán Augusto López. Está Sinaloa, está el caso de Sonora con el fentanilo, el de la Ciudad de México con fosas clandestinas en el sur de la ciudad. La lista de posibles objetivos es larga y sin embargo la oposición no sale de su zona de confort. Un mensaje en redes por aquí, una declaración por allá, pero nada que se parezca ni de lejos a una ofensiva política en serio que busque acelerar una implosión en la coalición gobernante.
Los mensajes de una narrativa tardan tiempo en permear en la sociedad, si no empiezan de inmediato los partidos de oposición tendrán poco tiempo para sembrarlos y que florezcan. Uno pensaría, pero no, que personajes como Jorge Romero, Ricardo Anaya, Xóchitl Gálvez, Santiago Taboada, Máynez, tienen destrezas y talentos para aumentar en el corto plazo su presencia en los medios, pero siguen a bajo impacto. Así las cosas, la aplanadora de Morena los volverá a hacer papilla. El gobierno sí comunica, sí crea nuevos programas sociales, sí se apropia de los espacios que la oposición les deja libre.
Acaso habrá que esperar a que tomen forma nuevos partidos políticos para detectar otros líderes que sí quieran competir en serio y que no estén cómodos en la oposición como parecen estarlo los actuales líderes de partidos como PAN, PRI, MC, que se asumen como comentaristas críticos no como dirigentes políticos. Con decirles que el partido que más ha incomodado a la coalición oficial en las últimas semanas es el PT que da señales de que se quiere salir del huacal.
Glifos
Los partidos de oposición están tumbados en la hamaca esperando que Donald Trump, el único enemigo de peso para la 4T, les haga el trabajo sucio. Que fuerzas especiales del Pentágono vengan por tres o cuatro gobernadores morenistas por vínculos con bandas del crimen organizado y esto abra la rendija para obtener algunas ganancias electorales. Claro que vienen tiempos complejos, y que lo visto hasta ahora solo es un charquito comparado con el Tsunami que nos tiene preparado la Casa Blanca, pero si la oposición no se espabila y sigue en trance se quedará en la cuneta hasta una nueva glaciación.