Opinión

La presidenta y el presidente

Claudia Sheinbaum, durante una gira de trabajo este sábado en el municipio de Ixtapaluca en el Estado de México

En días recientes, vivimos en México una lección de integridad y raciocinio con la respuesta de Claudia Sheinbaum Pardo ante la amenaza de la imposición de aranceles del nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Pues, nuestra presidenta, nunca cayó en pánico, siempre se mantuvo con una actitud de mesura, argumentando que, había que esperar, había que ser pacientes; mantener la cabeza fría para ver qué era lo que realmente ocurría; mantuvo la calma que permeo en todo un país. Con el paso de los días, contagiados por la integridad de la Dra. Sheinbaum fue posible analizar que, Donald Trump, dictó las primeras imposiciones arancelarias un día sábado, cuando los mercados estaban cerrados; lo cual fue, claramente, una estrategia de negociación, agresiva, por supuesto; pero a fin de cuentas una maniobra que la presidenta de México leyó bien, entendió como tal y, por lo tanto, siempre demostró diplomacia y disposición para negociar por medio de la razón.

No está por demás reflexionar sobre los aranceles, pues son los derechos de aduana aplicados a las importaciones de mercancías. Estos cobros proporcionan a los productos de un país una ventaja en materia de precios con respecto a las materias similares importadas, y constituyen una fuente de ingresos para los gobiernos, a la vez que, están pensados para proteger a los productores locales; sin embargo, en el caso de la relación comercial entre México y los Estados Unidos, pierden fuerza porque la mayoría de los productos mexicanos no tienen sustituto local al ser automóviles, autopartes, maquinaria, frutas, bebidas alcohólicas, etc. Esto debido a la profunda integración de ambas economías desde la implementación de los tratados comerciales. Por lo que la imposición, de dichos aranceles, ocasionaría un aumento en el costo final al consumidor estadounidense y una espiral inflacionaria. Al final, terminó ocurriendo los propuesto por la Dra. Sheinbaum: diálogo, cooperación y respeto.

El desempeño de la presidenta de México deja certeza y seguridad ante el desagradable sabor de boca que generan las amenazas; hubo y hay desconfianza en la región de Norteamérica ante los chantajes que van contra acuerdos comerciales ya firmados.

No está demás precisar que todo este episodio sirvió para evidenciar la bajísima ralea de los adversarios políticos mexicanos, quienes no ocultaban su alegría ante las amenazas hacia México, para con mexicanos y mexicanas que pasan por momentos extremadamente complicados. Se evidenció la mala voluntad de estos adversarios políticos para quienes, de manera paradójica, su actitud deleznable tan sólo demostró su falta de argumentos y amor al país y dejó claro qué tan galvanizado está el pueblo mexicano en torno a la presidenta y nuestra idea de patria y nación.

Con todo esto, Claudia Sheinbaum queda, de nuevo, bien parada en la escena internacional, pues ante tanta incertidumbre y provocación, hubo diálogo, cooperación y hay respeto ante el gobierno de los Estados Unidos.

Hoy existe otra amenaza de imposición de aranceles, ahora al aluminio y al acero, que entrarían en vigor en el mes de marzo. Pero en este sexenio, las mexicanas y mexicanos, confiamos en una mujer que nos representa con solidez, inteligencia y amor a México. Toca seguir avanzando con este mismo impulso en torno a temas en común como la seguridad, el desarrollo económico y la migración. El camino se avizora complejo, pero, afortunadamente, nuestra presidenta hace gala de dos virtudes imprescindibles para este momento: fortaleza y templanza.

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