Opinión

Brugada en Mixquic, audaz empatía vs el crimen

Gobierno sin auténtico acercamiento ciudadano se arriesga no solamente a ser inútil sino a desacreditarse ante la ciudadanía si carece de acompañamiento, seguimiento y resultados más allá de las gráficas y las presentaciones proyectadas ante audiencias lastimadas por la violencia criminal.

En el Museo Andrés Quintana Roo, a unos metros del tradicional panteón, la reunión del Gabinete de Seguridad del Gobierno de la Ciudad de México en Mixquic define durante la mañana sabatina medidas y estrategia contra los responsables del quíntuple homicidio de hace una semana y para recuperar la paz en este pueblo originario de la Alcaldía Tláhuac.

Otra escena ocurre más tarde en la reunión pública donde la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, establece un puente abrazador ante la pobreza y la violencia criminal mientras expone su plan de seguridad.

Iveth Ramírez, la madre de una de las cinco víctimas, sube al templete, concedida la palabra después de su insistencia a gritos más allá de las vallas metálicas para el ordenamiento y el control. Brugada le entrega el micrófono. La acerca. La escucha. Toma su mano. Se conecta con su mirada y responde a su dolor.

A las familias de las víctimas de Mixquic, Brugada entrega abrazo, apoyo, seguimiento, oferta próxima de justicia. Sin la audacia y la empatía de la Jefa de Gobierno no se habría expresado Iveth tan detalladamente elocuente y estructurada. Ella misma no se habría sentido motivada para invitar en público y recibir posteriormente en privado a la Mandataria en su casa.

La madre con voz entrecortada habla de los muertos, no de esos a quienes se celebra cada año en este pueblo mágico que atrae a turistas para las fiestas de noviembre, sino de ellos a quienes les arrebataron a disparos dramáticamente la vida. Suplica —así lo dice ella— por un instrumento legal capaz de frenar la revictimización cuando se duda de la honestidad de un hijo y de las y los otros jóvenes, aunque haya habido algo “de daño colateral”, concede. Su sobrino también fue asesinado.

El abrazo entre Clara e Iveth ocurre ante de una audiencia compleja, aguerrida. Hay dos facciones. Quienes ganaron la representatividad local con Azucena Flores, coordinadora territorial, con el apoyo aquí mayoritario de Antorcha Campesina y quienes tienen la representación morenista de Tláhuac con la alcaldesa Berenice Hernández. Es una asamblea real sin teatrito. Clara deja fluir las interrupciones. Conduce. Su mero mole, a propósito de un cercano alimento, es la gente y responderle. Sin entumirse ni esconderse. Sin ser cándida ante el sembrado de paleros o gritones. De ambos lados.

Mixquic no está solo, les dice. Habrá un destacamento de seguridad local y federal, así como una estación de policía y cinco nuevos sectores. El secretario de Seguridad Ciudadana, Pablo Vázquez, fortalecerá el patrullaje con el incremento a 15 unidades. Hay dos patrullas hoy.

Audacia ante la complejidad. Iluminación, agua —incluida la promesa de enfrentar a quienes trafican con ella—, cultivos y salud serán centrales en la recuperación de paz e igualdad. Brugada encima de la división política. “Se necesita unidad, trabajo con la población para garantizar mejoría”, apunta.

El toro por los cuernos. La voluntad política es un primer paso para mejorar las condiciones en una Alcaldía donde el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) ha recibido desde 2024 más de 74 mil 200 reportes relacionados con delitos, emergencias, faltas cívicas o urgencias médicas.

Frente a la inseguridad, todo menos ser “llamarada de petate” dice Brugada, la lideresa del Obradorismo en territorio.

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