Opinión

El petróleo —“ese líquido sucio, pegajoso... y finito”—sigue siendo central en las relaciones internacionales

Ese líquido sicio y pegajoso...

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México El 18 de marzo de 1937, el presidente Lázaro Cárdenas ordenó la expropiación petrolera (Archivo)

En el capítulo titulado Daguerrotipos, se puede leer la Nota 2 que dice: “El petróleo suscita grandes emociones y grandes pasiones, porque el petróleo es sobre todo una gran tentación. Es una tentación de enormes sumas de dinero fácil, de riqueza y de fuerza, de fortuna y poder. Es un líquido sucio y apestoso que brota alegre hacia lo alto para luego caer sobre la tierra en forma de lluvia de hermosos billetes. El que haya encontrado y hecho suya una fuente de petróleo se siente como alguien que, tras un largo caminar bajo tierra, encuentra de repente un tesoro real. No sólo se ha convertido en rico, sino que además se convence de una manera un tanto mística de que alguna fuerza superior lo ha elegido para elevarlo generosamente por encima de los demás y lo ha hecho su favorito. Se han conservado muchas fotografías que retienen el momento de la primera salida del petróleo de un pozo: la gente da saltos de alegría, se abraza con efusión, llora. Sería muy difícil imaginarse a un obrero volviéndose eufórico por colocar el tornillo mil en una cinta de montaje o a un campesino, agotado de tanto trabajar, saltando de júbilo mientras camina tras el arado. Y es que el petróleo era la ilusión de una vida completamente diferente, una vida sin esfuerzo, una vida gratis. El petróleo es una materia que envenena las ideas, que enturbia la vista, que corrompe. La gente de un país pobre deambula pensando: ¡Ay Dios, si tuviéramos petróleo...! La idea del petróleo refleja a la perfección el eterno sueño humano de la riqueza lograda gracias a un azar, a un golpe de suerte, y no a costa de esfuerzo y de sudar sangre. Visto en este sentido, el petróleo es un cuento y, como todos los cuentos, una mentira. El petróleo llena al hombre de tal vanidad que éste empieza a creer que fácilmente puede destruir ese factor tan resistente y reacio que se llama tiempo. Teniendo el petróleo, solía decir el último sha en el periodo de una generación, ¡crearé otra América! No la creó. El petróleo es fuerte pero también tiene sus puntos débiles: no sustituye a la necesidad de pensar, tampoco sustituye la sabiduría. Una de las cualidades más tentadoras del petróleo y que más atrae a los poderosos es que refuerza el poder. El petróleo da grandes ganancias y, al mismo tiempo, no crea graves conflictos sociales porque no genera grandes masas de proletariado ni tampoco importantes capas de burguesía, con lo cual un gobierno no tiene que compartir las ganancias con nadie y puede disponer de ellas libremente, de acuerdo con sus ideas o como le dé la gana. Fijémonos en los ministros de los países productores de petróleo: qué alta llevan la cabeza, qué sensación de poder tienen; ellos, los lores energéticos, serán los que decidan si mañana iremos en coche o tendremos que ir a pie...” (Kapuściński, Ryszard, El Sha, Anagrama, Barcelona, 1987, pp. 50-51)

Hacia el final de este relato queda claro que el maestro Kapuściński está describiendo la rapiña que ha caracterizado la historia nacional mexicana alrededor del petróleo; de la conversión de la industria nacional de hidrocarburos en caja chica de gobiernos, sexenio tras sexenio, de financiamiento de aventuras gubernamentales, de campañas políticas, de cirugías estéticas de parientes privilegiados; de enorme corrupción; de entrega del patrimonio nacional a empresas privadas, extranjeras o nacionales, entre otros lamentables episodios. También, tras la lectura de este breve relato, es fácil apreciar la importancia de la decisión adoptada en 1938 por el entonces presidente Cárdenas, de su visión de corto y largo plazo para nacionalizar el petróleo, aprovechando una coyuntura internacional muy particular entre las dos guerras mundiales, y en el interior del país, de utilizar la legitimidad alcanzada por su gobierno para emprender la tarea de alejar este “líquido sucio y apestoso” de la codicia privada. No sobra decir que lo que sucedió después en el país, cortesía de las élites políticas y económicas, durante las décadas del autoritarismo mexicano, y posteriormente con la continuación de la irresponsabilidad y el saqueo, si bien de otra forma, de la etapa de alternancia política y neoliberal, desde luego no es atribuible al general Cárdenas.

Claro está que el pasaje de la Nota 2 pertenece al desarrollo histórico y caída del último sha de la nación persa, pero no deja de llamar la atención que se trata de la década de los setenta del siglo XX, y que más de cincuenta años después, la carrera por la extracción, explotación y utilización del petróleo sigue siendo central en las relaciones internacionales. De hecho, el conflicto ruso-ucraniano volvió a poner en primer plano su importancia, a pesar de discursos fatuos sobre la transición energética y el abandono de los combustibles fósiles en México y ciertamente en el mundo en general, pero muy particularmente en los países desarrollados. Si acaso ese conflicto ha evidenciado la hipocresía y la doble moral que prevalece en torno a éste y otros temas contemporáneos.

En estos últimos años, ha sido atinado buscar recuperar la soberanía energética del país, incluyendo la producción de combustibles. Sobre todo, se debe procurar la distribución de la riqueza que siga generando, pues es un recurso finito, en beneficio de la sociedad en su conjunto. en especial de los sectores más desprotegidos, y no de minorías rapaces como sucedió en el pasado.

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