
México tiene buenos argumentos para contener la acometida de los aranceles trumpistas y para hacer más eficiente, en el corto plazo, la lucha contra del tráfico de drogas.
La cuestión es tener la oportunidad de plantearlos ante los funcionarios del gobierno de Donald Trump con autoridad para tomar decisiones en ambos temas. Por eso, por la oportunidad de conversar cara a cara, hay buenas expectativas sobre el viaje que harán a Washington esta misma semana Omar García Harfuch y Marcelo Ebrard, de lo mejor que tiene el gobierno del Segundo Piso de la 4T, para defender los intereses nacionales.
No está a discusión que el Gabinete de Seguridad, Harfuch, el general Trevilla y el almirante Morales han podido poner contra las cuerdas a las dos fracciones del Cartel de Sinaloa. Sus jefes andan a salto de mata, lo que sin duda es cambio importante porque todavía hasta septiembre del año pasado, los malandros sinaloenses se conducían como si la autoridad estuviera pintada. De hecho, lo estaba, por eso Culiacán se transformó en una ciudad-cocina para fabricar drogas, entre ellas fentanilo, sin que ningún uniformado los molestara y después de cocinar irse en las noches a cenar o al antro tan campantes.
Eso ya cambio. El Cartel de Sinaloa, como se conoció durante décadas está en proceso de liquidación. Seguirá habiendo bandas oriundas de ese estado, pero achicadas y escondiéndose en alcantarillas. Ninguno de ellos volverá a recibir un saludo presidencial. De eso, con cifras en la mano, Omar puede hablar en Washington dentro de unos días. Hay trabajo serio y resultados concretos. Puede acelerarse si los americanos comparten información de inteligencia de esa recolectan los aviones U2 y si de una vez se deciden a parar en seco el tráfico de armas.
Todos allá y muchos aquí conocen la ubicación de las armerías que surten a los carteles mexicanos. Hay que ir por los dueños y conocer las rutas internación a nuestro territorio. Todos allá y muchos aquí conocen las formas en que los narcos lavan dinero en los circuitos financieros de EU, ¿por qué no lo evitan? Por supuesto que ha habido, hay en nuestros días, servidores públicos civiles o con uniforme, que son socios de los narcos, pero no puede decirse que el actual gobierno lo es. Nada de eso.
El consumo de fentanilo puede detenerse, lo he dicho, achicando el mercado y haciendo conciencia de que los consumidores norteamericanos son el meollo del problema, solo ellos lo pueden disminuir. En el rubro de la economía los aranceles ya colisionaron con la realidad que es terca. Las economías de EU están tan conectadas que a las dos les dolerían los aranceles. Los líderes de las principales industrias de Estados Unidos, comenzando por la automotriz, ya lo han dicho y lo repetirán cada vez en voz más alta. Las destrezas de Ebrard, que no son pocas, deben enforcarse en convertir a los empresarios norteamericanos en nuestros mejores aliados.
Lo que Omar y Marcelo pretenden en primera instancia es evitar que los aranceles entren en vigor, quieren que la pausa de extienda y aprovechar ese tiempo para que la versión mexicana de lo que sucede se conozca en Estados Unidos. Tenemos, repito, buenos argumentos, es momento de que se conozcan y se discutan allá. Trump está abriendo múltiples frentes al mismo tiempo. El pleito con Europa será de pronóstico reservado. Por eso personas profesionales del equipo de Trump, que sí las hay, saben que generar un caos en su frontera sur sería una pifia monumental, porque el caos es aliado de la inseguridad. Si quieren convertir las ciudadanes fronterizas mexicanas en un berenjenal las consecuencias negativas serán letales del lado americano de la frontera. Desatar una guerra comercial y una guerra de balazos no es una fórmula para guarecer fronteras, es el atajo para el caos; en el que, como se sabe, todo se vale.