Los comicios para el parlamento federal alemán se desarrollan en un clima político turbulento. Uno de los elementos que han puesto tensión en el proceso es el inesperado posicionamiento público y explícito de figuras con fuerte injerencia política a nivel mundial en favor del partido de extrema derecha, Alternativa para Alemania (AfD).
Mientras el multimillonario Elon Musk tuvo participación virtual en un evento de campaña de AfD invitando al orgullo alemán, el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, alentó a los partidos políticos a cooperar con la extrema derecha y reprochó a liderazgos de la Unión Europea que ignoren las preocupaciones del electorado frente a la inmigración. Dos elementos llaman la atención.
En primer lugar, los partidos de extrema derecha están ganando cada vez más espacios en todo el mundo. No se trata de un fenómeno nuevo ni constreñido a Europa. Es el resultado de tendencias políticas, institucionales, económicas y culturales de largo plazo. Desde hace un par de décadas, la Ciencia Política advertía cómo estos movimientos tienen capacidad de crecer porque capitalizan el rechazo a la inmigración y el desencanto con las élites políticas tradicionales. De manera más reciente, Norris e Inglehart analizaron cómo el fortalecimiento de grupos extremos se puede explicar por el conflicto entre valores progresistas y conservadores.
En el caso de Alemania, la AfD logró canalizar los malestares sociales que han sido ignorados por los partidos políticos tradicionales, prendiendo alertas entre ellos y evitando cualquier tipo de pacto o alianza con la extrema derecha. Es en este contexto polarizado que Elon Musk invitó a no perder el orgullo alemán, pero esta intervención no es un caso aislado. En los últimos años, el empresario ha respaldado movimientos similares en países como Argentina, Italia, Brasil y los Países Bajos.
Esto nos lleva al segundo elemento: la participación de actores extranjeros en la política interna de un país. En el caso del proceso alemán, la intervención ha pasado desde descalificar al canciller Olaf Scholz hasta alentar el voto por la AfD. Se desconoce el impacto que esta injerencia tendrá en los resultados electorales. El apoyo del 21% a AfD –casi 11% por encima de los votos obtenidos en 2021– se ha mantenido estable, pero aún faltan algunos días.
Lo cierto es que este tipo de interferencias plantea serias preocupaciones sobre el rol de los actores internacionales y la capacidad de las instituciones democráticas para mantener el juego político constreñido en la propia jurisdicción.
Si bien las constituciones suelen tener dispositivos que disuaden la actuación de gobiernos extranjeros o sus agencias en procesos democráticos nacionales, la eficacia de estos mecanismos no es evidente cuando hablamos de actores privados. Ello se vuelve particularmente grave en un mundo global que constantemente coloca incentivos para que los agentes económicos quieran influir en la toma de decisiones de otros países.
El caso de Cambridge Analytica demostró que la desinformación deliberada puede generar sesgos en los resultados de la votación. Será necesario que las instituciones electorales fortalezcan sus capacidades para garantizar al electorado un debido acceso a la información. Habrá que estar pendientes –también– de mejorar los sistemas de fiscalización en el mundo para garantizar que sólo entren a la disputa política los fondos debidamente autorizados por los marcos legales de cada país.
La ciudadanía queda en medio del juego entre instituciones públicas y privadas, pero es ahí en donde está la posibilidad de cambio y de una política representativa. Es apremiante que la ciudadanía tenga a su alcance información confiable y verificada que se traduzca en decisiones informadas y en la resistencia desde la sociedad civil: Wir sind die Brandmauer, “nosotros somos el cortafuegos”.
*Consejera Presidenta del Instituto Electoral del Estado de Mexico
Crónica presentará periódicamente este espacio de difusión de cultura democrática, elecciones y temas coyunturales a cargo de las consejeras electorales mexiquenses