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Eventos de lo real. Absurdos y sorpresas de lo aparente. Inverosimilitud y political correctness al tope. Historia y coyuntura. Representación soberana de ideas en la emergencia.
Relatos para el cine, para nuestra inmediatez realista y para la propaganda.
Wicked. Un musical taquillero y distante de las nominaciones para mejor dirección o mejor película: recauda 47 veces más que la marginal y pseudo políticamente correcta cinta ahogada en el debate, Emilia Pérez.
Wicked. Una persona transexual habiendo sido hombre narcotraficante se enamora de una mujer. Wicked. Al público no le interesó sino marginalmente la película donde se domestica la inaceptabilidad relativa de lo absurdo.
Wicked. Los asuntos de seguridad nacional fueron desatendidos en un sexenio bajo la ficción de la guerra contra el narco —de película más que basada en la vida real— o la sensibilidad convergente de mandatarios de Norteamérica, especialmente de Donald Trump y Claudia Sheinbaum, quienes no le sacan al bulto, que hizo cambiar la interpretación y ejecutividad de la ley.
La norma habla por sí misma, por la mediación del Gabinete. Sin la instrucción de la Mandataria o sin el mandato de la taquilla en el cine de nuestra historia.
Atribuida al escritor estadounidense Samuel Langhorne Clemens, mejor conocido como Mark Twain, la realidad narrada nos impacta y reconstituye más que el evento mismo. Con sus narrativas, las películas nominadas al Oscar 2025 son oportunidad reflexiva. Cónclave. Convergencia temática en el probable mes del fallecimiento del Papa Francisco. La Sustancia o El Brutalista destacan por su calidad artística. También por su capacidad para resonar con el contexto político y de seguridad. Insoportables imágenes o códigos de poder incluyentes de la violación masculina, esa clandestina impunidad de autoengaños arrastrándose por el piso de nuestra privacidad donde lo obsoleto en Demi Moore colapsa por el piso.
Historias y paralelismos. Identidad y transformación hasta la lucha por el poder y la búsqueda de justicia. Realidad (des)contextualizada en la seguridad nacional y local, en la situación migratoria o los encuentros cupulares para la definición del futuro comercial de Norteamérica.
En La Sustancia, que ofrece una reinterpretación contemporánea de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Elisabeth Sparkle, interpretada por Moore, se enfrenta a un golpe devastador el día de su cumpleaños tras su despido. La angustia es laboratorio. Una sustancia prometedora de la transformación hacia una versión mejorada de una misma. Presión social por la apariencia física y la obsesión por la juventud eterna.
En la cotidiana realidad, la Fiscal General de Justicia de la Ciudad de México, Bertha Alcalde, revela otra sustancia, la de los datos duros. Lectura de lo ocurrido en un tiempo y espacio: en seis años, la evidencia de los resultados del combate a la impunidad en los homicidios dolosos es contundente.
La estadística es demostración del cambio. Las carpetas de investigación por esos crímenes disminuyeron 42 por ciento entre 2019 y 2024, y el número de personas imputadas por el delito creció 93 por ciento. Esa es La Sustancia.
El odioso liderazgo político estadounidense lo es también en lo cinematográfico. El Brutalista, cuyo título hace referencia al estilo arquitectónico brutalista caracterizado por estructuras monumentales de hormigón y estética austera, narra la épica de un arquitecto inmigrante sobreviviente al Holocausto. Reconstruirse en el nuevo país en ejercicio de su comando sobre las demás naciones.
Búsqueda incesante de migrantes por mejores condiciones de vida. Un reto por construir un futuro en medio de adversidades y de las violencias extraditables o definidas por la Ley de Seguridad Nacional. La pista que nos toquen.
Intento de reconciliación de pertinencia y conveniencia. Construcción de paz, impulsada a nivel nacional por Sheinbaum y desde la Ciudad de México por la Jefa de Gobierno Clara Brugada. Abatir la impunidad.
Actuaciones en la realidad como en el cine.