
La crisis del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro de la Ciudad de México es un problema que, lejos de resolverse, parece agravarse con cada día que pasa. A pesar de que la presidenta Claudia Sheinbaum ha reconocido públicamente la necesidad urgente de mantenimiento y rehabilitación en varias líneas, la realidad para millones de usuarios sigue siendo la misma: retrasos constantes, fallas técnicas, estaciones cerradas y una administración que no ha logrado ofrecer soluciones eficaces.
El director del Metro, Guillermo Calderón, tiene una responsabilidad ineludible en este desastre. Las recientes fallas en las líneas 8 y 9, que obligaron al cierre de estaciones el pasado 3 de marzo debido a cortocircuitos y problemas en los sistemas, son solo una muestra más de la ineficiencia con la que se ha manejado el servicio. Estos incidentes no son aislados ni impredecibles; son el resultado de años de falta de inversión, mantenimiento deficiente y una gestión que parece reaccionar solo cuando la crisis ya está fuera de control.
El colapso del Metro no solo representa una molestia para los usuarios, sino que impacta directamente la vida cotidiana de miles de ciudadanos que dependen de este sistema para llegar a sus trabajos, escuelas y hogares. El caos generado por las fallas más recientes obligó a las autoridades a implementar, de manera improvisada, un servicio emergente de RTP en la Línea 8. Sin embargo, como suele suceder, esta medida no fue suficiente para aliviar las aglomeraciones en plena hora pico, afectando principalmente a los habitantes de alcaldías como Iztacalco e Iztapalapa, así como a municipios del Estado de México.
Mientras tanto, el deterioro avanza. La Línea 3 necesita urgentemente nuevos trenes, y la Línea A requiere trabajos de renivelación debido a los hundimientos provocados por la sobreexplotación del acuífero. A pesar de que estos problemas han sido identificados y reconocidos por la propia administración, las soluciones siguen sin materializarse, y el Metro continúa operando al borde del colapso.
Es inaceptable que los usuarios del Metro paguen el precio de una mala gestión con largas filas, tiempos de espera insoportables y un servicio que cada vez es más inseguro. Guillermo Calderón debe rendir cuentas por la crisis que enfrenta el sistema bajo su administración. No basta con señalar las deficiencias; se requieren acciones concretas, inversiones reales y, sobre todo, un compromiso firme para garantizar un transporte digno y eficiente para la Ciudad de México.
Si la administración actual no es capaz de solucionar estos problemas de raíz, quizá sea momento de un cambio. Los rumores sobre la posible salida del Ingeniero Calderón resuenan cada vez con más fuerza en los pasillos y andenes del Metro. Quien llegue a sustituirlo, más que ser un experto en sistemas de transporte, debe ser un administrador eficiente, con liderazgo, capacidad de negociación y la determinación para poner orden en un sistema al borde del colapso.
Por cierto:
1. FIDEICOMISO FANTASMA. En política, la opacidad es la antesala de la desconfianza. En diciembre, el empresariado accedió al aumento del 1% al Impuesto Sobre Nómina con la promesa de que los recursos serían canalizados a un fideicomiso transparente. Tres meses después, el fideicomiso sigue en el limbo y las dudas comienzan a acumularse. Juan Pablo de Bottom, secretario de finanzas de la Ciudad de México, tiene en sus manos la creación y operación del fondo. Pero mientras el dinero ya fluye de los bolsillos de los empresarios, no hay claridad sobre su destino. ¿Quién administrará los millones recaudados? ¿Se invertirá en lo prometido o terminará como otro pozo sin fondo? La confianza del sector privado no es un cheque en blanco. Si el gobierno de la ciudad no rinde cuentas, la opacidad convertirá este fideicomiso en otra historia de recursos desviados. 2. FALSO DEBATE. Es cierto que hay muchos baches en toda la ciudad, por lo que la verdadera noticia debería ser que la alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, está buscando “el cómo sí” para taparlos, como ella misma dice, y no si utiliza asfalto frío o caliente. Lo importante sería preguntarles a los vecinos de Cuauhtémoc y de la Ciudad de México qué postura prefieren: la de Alessandra Rojo de la Vega, quien, con la participación de la sociedad civil y sin costo para la alcaldía, busca solucionar un problema que afecta a la población, o la de quienes la critican por su forma de actuar, argumentando que su prioridad es la transparencia en el uso de los recursos públicos.
Vivo la noticia, para contarle la historia
@juanmapregunta