Opinión

Llegó el momento de hacernos escuchar

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Claudia Sheinbaum y Donald Trump

La reciente decisión del gobierno estadounidense de aplazar los aranceles al 2 de abril en lo incluido en el T-MEC, es apenas la superficie de una estrategia mucho más inquietante. El presidente Donald Trump parece decidido a convertirnos en víctimas, no solo en el ámbito económico, sino también en el político y social. Su intención es clara: busca que, con el tiempo, agradezcamos su “clemencia” por no imponerlos, un gesto que no es más que una forma velada de subordinación.

Esta política, disfrazada con el argumento de salvaguardar las industrias nacionales, es en realidad un acto de agresión o regresión económica. Amenaza los medios de subsistencia de innumerables trabajadores en ambos lados de la frontera y pone en riesgo los lazos de cooperación y respeto mutuo que han unido a nuestras naciones por décadas. Los aranceles no son más que una herramienta del proteccionismo que beneficia a una élite privilegiada mientras castiga a la gente común. Al dirigir estas medidas punitivas contra México, Estados Unidos arriesga desencadenar un ciclo de represalias que debilitará el libre comercio, desestabilizará a las regiones y perjudicará a las familias que dependen del dinamismo económico entre nuestros países.

Las políticas económicas deben empoderar a las comunidades, fortalecer la solidaridad internacional y desafiar la concentración de poder que perpetúa la desigualdad, no fomentar la discordia ni la división. La imposición de estos aranceles marca un giro peligroso hacia una agenda aislacionista que agrava las disparidades sociales y económicas. Es fundamental que los líderes rechacen medidas que enfrenten a vecinos y, en su lugar, promuevan políticas de equidad, sostenibilidad y prosperidad compartida. Instamos al gobierno estadounidense a reconsiderar esta decisión y optar por el diálogo constructivo y prácticas comerciales justas.

Juntos, podemos construir un futuro donde la justicia económica y la dignidad humana sean el corazón de nuestra visión compartida.

Frente a la guerra comercial que Trump ha desatado contra el mundo, ya se perciben señales de resistencia. Canadá y México han actuado para defender sus intereses, y nosotros como ciudadanos no podemos quedarnos atrás. Enviemos mensajes escritos a los congresistas y al pueblo norteamericano, resaltando la profunda relación económica, social y política que nos une como naciones y como pueblos. Apoyemos la labor de nuestra presidenta y defendamos nuestra soberanía nacional. No permitiremos que nos traten como una nación subordinada. En este juego, todos ganamos si apostamos por la cooperación y la coordinación.

Nuestra presidenta Claudia Sheinbaum ha sido contundente al respecto: cooperación y coordinación, sí; subordinación, jamás. Ha llegado el momento de dar voz y dirigirnos al pueblo norteamericano y al Congreso de Estados Unidos. Por ello, proponemos enviar cartas de manera colectiva e individual que expresen nuestra profunda preocupación y nuestra firme oposición a la imposición de aranceles a México. Debemos hacerles entender que esta no es una cuestión de proteger intereses aislados, sino de gobernar para el bienestar de los pueblos.

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