
En el caso del rancho Izaguirre, la verdad está bajo acoso. ¿Alguien sabe ante qué estamos? Incluso el CJNG ya puso su versión sobre la mesa. Embusteros armados hasta los dientes, y con los rostros cubiertos, pidiendo que la gente les crea. México surrealista, ensangrentado.
El informe de ayer de la FGR sobre el rancho Izaguirre fue una relatoría detallada de lo que no se debe hacer en una investigación criminal; lo que sigue, es de esperar, es que la propia FGR muestre a todos cómo deben hacerse las cosas para llegar a conocer la verdad. Fue un informe técnico, pero con resonancias políticas profundas, ya que se plantea un compromiso de seguir hasta donde tope. Se dice muchas veces esto de seguir hasta donde tope, en esta ocasión tiene que ser cierto para evitar que el caso de Teuchitlán no se convierta, con el tiempo, en el Ayotzinapa del Segundo Piso de la 4T.
Lo que abre la oportunidad de que la pesadilla no se repita, es que en esta oportunidad hay voluntad política y no existe, hasta dónde se percibe, necesidad de proteger a nadie. La verdad se incurrió en faltas de primer año. Un aspirante a investigador que fuera a la mitad de la carrera lo habría hecho mucho mejor. El fiscal nacional se refirió a fallas que es francamente difícil creer, como que no se procesaron los vehículos encontrados, no se tomaron las huellas dactilares, no se identificó a los dueños del predio, ni se tomó la declaración a fondo de víctimas, testigos y agentes que participaron en la primera inspección realizada hace ya seis meses.
La falta de destreza o de competencia profesional explica en algo las fallas, pero dejar el rancho en el abandono, sin resguardo alguno, desde septiembre del año pasado no tiene ninguna explicación. Y es que no se debe olvidar que la Guardia Nacional ya había irrumpido en el rancho y entonces se registró una balacera, se habló de la detención de 10 personas. Había en el predio dos personas en calidad de secuestradas ¿Quiénes son? ¿Dónde están? ¿Qué declararon? No se olvida que fue un colectivo de búsqueda el que, en una segunda visita, dio con las prendas de vestir, identificaciones, y cientos de zapatos. Son más de 1, 300 objetos que ahí se quedaron. Además, por si fuera poco, había restos humanos, esto a pesar de que no puede afirmarse que el rancho operaba también como campo de exterminio.
El caso Ayotzinapa ha tenido un altísimo costo político para dos presidentes, Peña y AMLO, porque se trató de construir una narrativa políticamente manejable y los hechos la desmintieron. El resultado es que una década después los normalistas no aparecen por ningún lado. No puede cometerse el mismo error. Que sean los hechos verificables los que construyan la narrativa, y no al revés. Se ideó una versión y se trató de ajustar la verdad al capricho.
Hasta el CJNG, como se apuntó arriba, trató de imponer su versión de los hechos. El grupo del video tiene armamentos chinos de última generación, lanzacohetes, y ese detalle alimenta las suspicacias de que podría ser un montaje ideado por la CIA o alguna otra agencia, para abonar en la argumentación de que se justifica una incursión directa de militares de Estados Unidos para acabar con los carteles, que pueden ponerse “uniformes de gala” sacar los mejor de su armamento y grabar un video, subirlo a las redes, mientras que las oficinas de inteligencia del Gabinete de Seguridad, que son varias y bien equipadas, no pueden darle seguimiento e identificar quién lo grabó y dónde fue el show. ¿Quién sí puede hacerlo? Si la respuesta es que el Ejército de EU sí puede hacerlo, estamos fritos.