Opinión

El Segundo Piso puede ser diferente

Gabinete de seguridad (Gustavo Alberto)

La voluntad política puede diferenciar a este sexenio de otros que no la tuvieron para entrarle en serio al tema de los desaparecidos, que está vinculado con el reclutamiento forzado y las fosas clandestinas.

Me refiero, para ser muy claros, a que los políticos del más alto nivel, digamos la presidenta Sheinbaum y los integrantes de su Gabinete de Seguridad tengan el objetivo de esclarecer, y no de ocultar, los hechos. Si eso existe, me refiero a la voluntad política, lo demás avanzará. Comisiones, grupos de trabajo, cambios legales y nuevas estrategias, todo comenzará a dar resultados si se mantiene sin límite de tiempo la voluntad política.

Eso se extiende, a nivel nacional, a los gobiernos de los estados. Si los gobernadores quieren se avanzará, si no quieren caeremos en el pantano de las palabras. Citarán a los medios, ofrecerán respuestas inmediatas, dirán que terminó la impunidad y después darán largas y más largas hasta la próxima glaciación.

El siniestro caso del Rancho Izaguirre es un buen punto de arranque. Puede marcar un antes y un después en la relación del gobierno con los grupos de buscadores y en la necesidad compartida de saber dónde están los desaparecidos, que no son un puñado, son decenas de miles, lo que es francamente inadmisible.

Tirarle con todo a los grupos de buscadores como si fueran un partido de oposición y no víctimas de la violencia ha sido un vicio compartido por gobiernos de todos los colores. Son gente agraviada no militantes en busca de prerrogativas. Claro que se genera a su alrededor un clima tenso, no puede ser de otra forma entre personas que escarban la tierra para encontrar los restos de sus seres queridos.

Hay que apretar con todo a los carteles. Se dice poco, pero lo cierto es que permitir el empoderamiento de los grupos criminales pone en riesgo la soberanía nacional. Equivale a un acto de traición a la patria. Le abre la puerta a potencias extranjeras que quieren meterse a hacer el trabajo que nosotros no hemos podido hacer, o más bien no hemos querido, por complicidades inconfesables,

¿Puede tener una banda criminal operar un centro de adiestramiento a la vista de todos? ¿Puede matar ahí mismo a quienes no pasan las pruebas? La respuesta, aunque apene decirlo, es que sí puede. El rancho Izaguirre estaba a la vista de todos, que las autoridades no hayan querido indagar qué pasaba adentro es otra cosa, parte de la tragedia nacional de la corrupción.

Pero puede haber un punto de quiebre. José Gregorio, El Lastra, supuesto mando del CJNG en ese rancho, ya comenzó a cantar. Hay sobre la mesa elementos para emprender una investigación y ver hasta dónde llega. El jefe del Lastra es el Sapo y el jefe del Sapo es el Mencho. ¿Seguirán hasta dónde tope? Es una oportunidad inmejorable para terminar con el reclutamiento. Casi abochorna leer que se hacía a través de las redes, o hasta en la prensa e iban por los aspirantes a las centrales camioneras, como si todas las oficinas de inteligencia que operan en el país, y que tienen presupuestos abultados y artilugios de última generación, estuvieran pintadas, parece que lo están. Si no detectaron esas prácticas tan burdas como para qué están, no tiene ningún sentido. Lo primero es salvar vidas, no dejar que los matones disparen hasta hartarse. Alguna vez un agente de una de esas oficinas me dijo en corto en tono de broma macabra: si no quieres que se sepa, ni lo pienses.

Como he dicho se terminaron los pretextos, el reclutamiento sigue, será interesante saber si ya se está combatiendo a fondo o se está dejando pasar. La voluntad política puede diferenciar, para bien, a este gobierno, el del Segundo Piso, de los gobiernos del pasado.

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