Opinión

Concesionaria de Tesla en la Casa Blanca

Tesla

Una semana para el olvido. No podía ser de otra forma cuando los protagonistas de los medios fueron Cuauhtémoc Blanco y Donald Trump, con Alito Moreno haciéndose sentir desde las sombras. Peor, imposible.  

El discurso feminista de la 4T sufrió esta semana un descalabro mayúsculo.  Una  pérdida de credibilidad que le será muy difícil recuperar. A la hora buena, cuando tenían que mostrar con sus votos que en efecto llegaron todas, las legisladoras de Morena se formaron en la ventanilla del más rancio machismo político mexicano y blindaron a Cuauhtémoc Blanco acusado de violencia sexual. Con decirles que ahí junto a ellas, como compañero de viaje a la ignominia, estaba Alito Moreno. ¡Alito! 

Es una estrategia incomprensible, un desgaste gratuito, porque no se trataba de juzgar al exfutbolista, para eso están otras instancias. Se trataba de permitir que se le investigara, que lo investigara la fiscalía de un estado morenista, pero no quisieron correr ningún riesgo. Nadie puede decir que Blanco es culpable del abuso del que se le acusa, igual y resulta inocente o contrata un abogado estupendo, o llega a un arreglo extrajudicial con la víctima, que por si fuera poco es un familiar cercano.  

La defensa gubernamental es cada vez más ineficaz, y es la realidad es que nadie en el gobierno lo quiere hacer, lo hacen por un encargo de un emisario del pasado que radica, dicen, por Palenque. El daño está hecho, el desprestigio de la narrativa feminista de la 4T se profundiza. Blanco se defiende como puede, dice estar dispuesto a todo menos a pedir licencia. Ya fue a la fiscalía de Morelos, pero con fuero, lo que es una  mala broma. Lo que se está esperando que la familia de Blanco se compacte y le pidan a la agredida que retire la demanda, de modo que la quede mal sea ella, no su presunto agresor, ni mucho menos las legisladoras morenistas que a la hora buena resultaron paleras del patriarcado. Ver para creer. 

El arancelista 

Donald Trump insiste en desatar una guerra comercial a nivel global. Supone que al final él será el último presidente de pie y podrá entonces sacarle provecho al desastre que se avecina.  Ya firmó la orden del 25 por ciento de aranceles a autos fabricados fuera de Estados Unidos que se quieran vender adentro. Pasa por alto una realidad de los tiempos modernos y de la que México es un ejemplo estupendo. Un auto se fabrica al mismo tiempo dentro y fuera de los Estados Unidos lo que constituye una encrucijada que será muy difícil de procesar. En coches que se ensamblan en México hay muchas partes que vienen de Estados Unidos y luego regresan a Estados Unidos con el carro completo. Hay partes importantes, grandes, pero también partes pequeñas, casi tornillos, lo que está conformando un verdadero galimatías para los contadores que calculen el arancel. Unas de esas partes están protegidas por el T-MEC y otras no.  

El objetivo de México en el jaloneo es cuidar los empleos en México que podrían resultar afectados. Se puede lograr porque hay un telón de fondo, un contexto, y es que las armadoras se instalaron en México porque es lo mejor para sus accionistas, no es que les encante nuestra comida, ni el buen clima, ni la hospitalidad, es que es lo mejor para sus negocios. Ellos son los que están negociando para que la ocurrencia de los aranceles no los saque de la jugada. El sospechosismo crece hora tras otra, ya que el principal consejero de Trump el que entra al Salón Oval cuando quiere, Elon Musk, también fabrica autos y al parecer ya tiene una concesionaria en la Casa Blanca. 

 

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