Hoy recordamos el “Día Internacional de la Visibilidad Trans”, que fue concebido como una denuncia permanente sobre las condiciones discriminatorias en que se encuentran las personas transgénero en nuestras sociedades. La efeméride debe impulsar también, la sensibilización sobre los distintos peligros que el fenómeno de la transfobia implica para estas comunidades. Es necesario recordar que las personas transgénero han existido en las culturas de todo el mundo desde la antigüedad más remota y que los conceptos con que se busca caracterizar esta situación, tales como identidad de género y rol de género, surgieron apenas a mediados del siglo pasado. Sin embargo, lo que no ha cesado son los crímenes y los discursos de odio contra la diversidad sexual. Año con año se incrementan las cifras de violencia, homicidio y secuestro que afectan a sus integrantes.
El lenguaje de odio proyecta formas expresivas, pero también imágenes, símbolos, gestos, caricaturas o conductas que son hostiles y ofensivas, dirigidas a causar daño a individuos y grupos históricamente oprimidos y marginalizados. Representa la denigración y la difamación de personas por su sexo, identidad de género u orientación sexual. Por cada persona que denuncia, existen muchas que no pueden o no desean denunciar. No tienen la posibilidad de exponerse públicamente, ni cuentan con el apoyo de las instituciones o los medios de comunicación. Son personas que permanecen invisibles y sometidas a violencia verbal permanente. El odio proyecta un deseo de hostilidad y creciente desprecio que pretende cuestionar la imagen para después cancelar la existencia material del sujeto. Las palabras son portadoras de la historia del racismo, del odio y de la discriminación.
Los discursos de odio representan la crueldad de cierto lenguaje. Son expresiones de odio por motivaciones de orientación sexual. El trabajo del odio social es permanente. No importa como se le denomine: discurso de odio, incitación al odio, expresiones de odio o discursos odiosos, la disyuntiva que enfrentamos es: o la “limpieza social” que implicaría retirar del espacio público a los otros, a los diferentes, para hacer homogéneo y exclusivo el espacio social; o nos preparamos para una “convivencia tolerante” desarrollando una cultura, una política y una actitud proclive para el reconocimiento de los demás, para la pluralidad y para el hablarse y escucharse. Se debe promover una legislación y una organización social para la convivencia, lo que actualmente representa uno de los signos distintivos de la calidad de vida y una de las condiciones de la democracia. Por lo pronto, debemos atender el fenómeno del acelerado uso de las redes sociales para expresar vulgaridades, manifestaciones violentas y amenazas de tipo sexual.
En este contexto, resalta el trabajo legislativo que la dirigente histórica de la comunidad transgénero, Diana Sánchez Barrios, lleva a cabo en el Congreso de la Ciudad de México para visibilizar la exclusión social y la discriminación agravada en que se encuentra este importante sector social. Ella ha sometido a la consideración de sus pares una serie de iniciativas legales para mejorar las condiciones de vida de esta comunidad y combatir los estigmas, prejuicios y discursos de odio. Sin embargo, la derecha parlamentaria ha manifestado su oposición a legislar en la materia, argumentando que cualquier límite a los discursos de odio afectará la libertad de expresión. Nada más alejado de la realidad. La línea divisoria está en encontrar un equilibrio entre el derecho a expresarse y el respeto por la dignidad humana.
Por estas razones se ha convocado a la sociedad a participar en la “Marcha por la Visibilidad Trans”, que se celebrará hoy a las 16:00 horas partiendo del Monumento a la Revolución hacia el Zócalo para entregar un pliego petitorio al Gobierno de la CDMX. Es responsabilidad de todos combatir la creciente violencia de las palabras