Opinión

El concierto y el anillo al dedo

Festival Ceremonia Dos personas murieron

Hace pocos años en la Feria de Chapultepec, mejor conocida como “La montaña rusa” dos personas murieron en un accidente en el aparato llamado Quimera. Dos más fueron hospitalizadas con heridas severas.

La entonces jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, reaccionó con presteza. Canceló las concesiones privadas y cerró el parque, demolió la Montaña Rusa construida por Ernesto Uruchurtu (una vetusta estructura de madera); desmanteló otros juegos y rediseñó el espacio de esparcimiento. Parque Aztlán, se llama ahora. En lugar de la montaña se instaló una gran rueda de la fortuna, como atractivo central. Una vista panorámica a ochenta metros de altura sobre los restos del (legendario) bosque. Hasta Salvador Novo recomienda usar sin cautela tan sobadísimo adjetivo. Bueno.

Dos muertes fueron suficientes para cambiarlo todo. Cuatro personas fueron procesadas.

Ahora; en el gobierno de Clara Brugada; el deceso de dos jóvenes durante un concierto anárquico en el Parque Bicentenario, nada más sirve --hasta ahora--, para ver cómo la autoridad (sin autoridad ni para inspeccionar y luego autorizar como su responsabilidad la obligaría), esquiva su competencia y juega al volibol con la alcaldía, la cual, a su vez incurre en la peor de las explicaciones: instalaron las grúas causantes del accidente después de nuestra autorización, como si alguien las pudiera meter dentro de una mochila.

Pero por encima de la deficiencias de la alcaldía hay algo de mucho mayor calado: la permanente inutilidad del área de Protección Civil, la cual –como hemos dicho muchos--, nada más sirve para la faramalla de los inútiles simulacros sismos o de incendios o cualquier otro divertimento burocrático, pero no cuando se trata de la vida real, donde sí está en juego la seguridad de las personas. En esos casos, su presencia es siempre a posteriori. Después de los accidentes ocurridos precisamente por faltas de previsión.

Tapan por un rato los pozos donde hubo niños caídos. Nunca evitan el accidente, como acaba de ocurrir en este malhadado concierto cuya interrupción ni siquiera soñaron, bajo la máxima del empresario del circo. No importa si se cae el trapecista o el león se ha comido al domador: el espectáculo debe continuar.

No hay un trabajo preventivo y a pesar de ello, la jefa de Gobierno; experta en condolencias, como luego veremos, es tan condescendiente con la ineptitud de sus colaboradores, como para externar estos mensajes de agradecimiento (Crónica) por “la rápida y eficiente respuesta del personal de la Policía Bancaria, de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, así como de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, que actuaron con diligencia para asegurar la zona y solicitar atención médica inmediata”.

Asegurar la zona cuando ya la inseguridad había cobrado dos vidas. Eso se llama eficiencia. Para la gestión (¡!) integral de riesgos (¡!) y “Protección” (¿?) civil. Parece burla.

Y lo infaltable:

“Mi solidaridad con familiares y amigos de las personas que desafortunadamente perdieron la vida tras el accidente”.

Desafortunado o afortunado es algo relacionado con el azar o la suerte. El servicio público no puede dejar las cosas a la casualidad del hado, es como si se llegara al extremo de sortear cargos por tómbola, pero eso solamente podría ocurrir en una republiquita bananera, ¿verdad?

Por la mañana la presidenta CSP (con A) fue empujada a meter las manos en este asunto del Parque Bicentenario. Alguien resultará muy raspado aunque las consecuencias no se divulguen de inmediato. Una oportunidad de oro para Morena en la alcaldía Miguel Hidalgo, ahora en manos del PAN. Como anillo al dedo diría aquel.

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CHEVES

Algún accidente tipográfico mutiló un renglón de la columna de ayer. Donde dice: “… así se hayan recuperado de sus adicciones, (a quien don José Sulaimán, etc”, debería decir:

“…Así se hayan recuperado de sus adicciones, como Julio César Chávez (a quien don José Sulaimán llamaba J.C. “Cheves) y muchos otros…” En fin, cosas del duende.

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