
Chimoltrufia imperial. Donald Trump, así como dice una cosa, dice y hace otra. Su era de la liberación duró un suspiro. Un día se planta frente al mundo, lo insulta con dichos de carretonero. “Me están besando el trasero”, dijo de los gobiernos que lo buscaron para negociar, y después decide que siempre no habrá tal liberación y concede una pausa de 90 días para pensarlo mejor. Sus verdades eternas caducan a las 48 horas.
¿Qué ocurrió? Los índices bursátiles tienen la respuesta: los mercados se asustaron ante Trump en el papel de Nerón, emperador loco que quema al imperio. Las caídas de los mercados y la caída de la aceptación electoral suelen emparejarse. Los republicanos temen que su histórica victoria del año pasado se transforme en una derrota estrepitosa en el 2027, ante los desatinos indefendible de su líder.
Hay una pausa, aunque recuperar la estabilidad va para largo. Lo que sigue en pie es la batalla entre Estados Unidos y China que marcará toda la administración Trump y las que sigan en la Casa Blanca. A los chinos no les intimida las bravuconadas de Trump porque confían en su propia resistencia y además tienen una visión de largo plazo.
Si de usar lenguaje fuerte se trata los chinos son potencia mundial. Ya dijeron que pelearán hasta el final la guerra comercial o cualquier otro tipo de guerra, lo que es francamente escalofriante. La tasa arancelaria para productos chinos es de 145 por ciento, algo no visto en años y que augura malos tiempos.
Carta a las corcholatas
El otro asunto relevante de la semana que termina fue el anuncio que hizo la presidenta Sheinbaum de que enviará una carta a la dirigente nacional de Morena, Luisa María Alcalde, para pedirle que los aspirantes del partido a los cargos que estarán en disputa en el 2027, que son un montón, se atengan a los tiempos electorales.
El caso que detonó la molestia presidencial fue el de la senadora Andrea Chávez que se fue por la libre en Chihuahua. La carta, si llega a escribirse, tendrá como destinataria formal a la dirigente Alcalde, pero entre los destinatarios anexos están las excorcholatas, o sea los morenistas y aliados que compitieron con Claudia por la nominación presencial de Morena. Me refiero a Adán Augusto, Monreal, Noroña y hasta Manuel Velasco. Ebrard no porque él anda en otras cosas mucho más importantes que la grilla al interior del oficialismo.
Que quienes compitieron por la presidencia sigan en activo es una anomalía histórica. No ocurre casi nunca. Estamos ante esto porque el expresidente López Obrador así diseñó el proceso. El resultado fue claro, los perdedores no ven a Claudia como su jefa política y por eso una y otra vez hacen como que no entienden sus lineamientos, la obedecen a regañadientes y atienden su propia agenda. Es increíble que la presidenta tenga que cuidarse las espaldas en su propio partido.
Andrea apechugó, pero sus rivales dentro y fuera de su partido por la gubernatura de Chihuahua, no olvidarán que se saltó las trancas, hizo gastos fuertes fuera de tiempo y además lo tomó todo a guasa, confiada en que sus padrinos poderosos harán, por las buenas o por las malas, que despache en el Palacio de Gobierno del estado grande.