
Los exabruptos verbales del presidente Donald Trump han llegado a lo que pareciera su punto culminante con la afirmación de que alrededor de ”…50 países le están besando el trasero” porque quieren negociar los aranceles. Ese tipo de expresiones hace que muchos de sus críticos lo califiquen como “loco”.
No se puede negar que el mandatario estadounidense tiene actitudes excéntricas. Esta semana firmó una orden ejecutiva para modificar el flujo de agua de las regaderas, con el fin de poder lavar adecuadamente su “hermoso pelo”. Más allá de la estrategia mediática es necesario dilucidar los objetivos reales.
La premisa analítica de la que se debe partir es de Perogrullo: en política toda acción tiene intenciones y consecuencias políticas. Partiendo de ahí, la exuberancia verbal cumple la función de asustar a los espantadizos y camuflar los verdaderos objetivos de su estrategia económica y geopolítica.
Hoy es evidente que el objetivo global estratégico de Trump es que Estados Unidos recupere la hegemonía mundial, sintetizado en la frase “America First”. A diferencia de los demócratas Trump ha puesto énfasis en la estrategia económica global; además intentando no involucrar a los Estados Unidos directamente en algún conflicto bélico, del tipo de las invasiones a Irak o Afganistán. Debe atender los problemas de empobrecimiento y desigualdades que tienen irritada a un amplio sector de la sociedad. Por otro lado, detener el avance de su competidor más poderoso: China.
En el ámbito económico está intentando controlar el déficit fiscal y el crecimiento de la deuda gubernamental, para lograrlo requiere disminuir el gasto público e incrementar los ingresos. Por eso está despidiendo trabajadores federales y, como no está de acuerdo en elevar los impuestos a los más ricos, ha optado por una política arancelaria agresiva
En general se coincide que la crisis del modelo globalizador se inició en 2008. Los análisis económicos sobre el agotamiento del modelo son abundantes. Lo escaso es encontrar propuestas alternativas, pero la realidad ya nos alcanzó. La alternativa al modelo globalizador lo está llevando a la práctica Donald Trump regresando al pasado; instrumentando una política proteccionista y rapaz, al buscar tener el control sobre materia primas estratégicas, principalmente las tierras raras y el litio.
Las cifras en noviembre del año pasado sobre sobre el futuro económico mundial coincidían en que sería estable, pero difieren en el monto. El Fondo Monetario Internacional proyectaba para 2024 y 2025 un crecimiento del PIB mundial del 3.2%; el promedio de la inflación en 2023 fue del 6.7%, será de 5.8 en 2024 y 4.3 en 2025.
En cambio, el Banco mundial pronostica un incremento del PIB de 2.6% y la inflación será de 3.9%. Los organismos económicos internacionales hablaban de estabilidad económica, pero sin eufemismos la economía mundial enfrentaba riesgos de estancamiento.
Para 2024 China se había recuperado del impacto, en la economía, de la pandemia del Covid. En 2023 el PIB creció 5.2% y en 2024 el 5%. Los pronósticos hacia el futuro eran de un crecimiento moderado, alrededor del 3%, hacia el fin de la década. La relevancia de la economía china tiene un aspecto sustancial que es la innovación tecnológica en múltiples campos; de manera particular en energía, electrónica y la Inteligencia Artificial.
Si bien, es cierto que la economía estadounidense continúa siendo la primera en el mundo, con un PIB para 2025 de 30.4 billones de dólares; China es la segunda y su PIB será de 19.6 billones, en crecimiento de la economía China (4.5%) tiene una perspectiva de incremento mayor que la de Estados Unidos (1.6%).
Trump justificó su política arancelaria argumentando que Estados Unidos había sido “saqueado” por otras naciones a través de acuerdos comerciales desventajosos. Su administración impuso aranceles a productos de países como China, la Unión Europea y Vietnam, con el objetivo de reducir el déficit comercial y fomentar la producción nacional. Además, esta estrategia, por un lado, está alineada con un enfoque proteccionista que buscaba priorizar la economía interna, con el regreso de empresas estadounidenses asentadas en el extranjero y aceptando la inversión extranjera.
Por otra parte, la agresiva política arancelaria tiene dos objetivos incrementar la recaudación fiscal vía directa, del exportador extranjero, e indirecta, pues si un producto sube de precio simultáneamente se incrementa el pago de impuestos del consumidor. El otro objetivo es intentar controlar el déficit en la balanza comercial global. Aunque como ya comentamos otro objetivo geopolítico esencial es detener el avance de China como potencia económica competidora.
Hasta el momento, las consecuencias de esta guerra comercial son diversas. En el ámbito económico, los aranceles provocaron un aumento en los precios de bienes importados, afectando tanto a consumidores como a empresas estadounidenses. Aunque se esperaba un impulso a la manufactura local, muchos análisis señalaron que el crecimiento económico de Estados Unidos se desaceleró debido al encarecimiento de productos básicos.
A nivel internacional, la guerra de aranceles ha generado tensiones diplomáticas y una reconfiguración circunstancial de alianzas comerciales y afectando cadenas de suministro globales. Además, esta política aislacionista debilitó la cohesión en bloques como la Unión Europea, mientras que naciones como China aprovecharon la oportunidad para fortalecer su posición como socios comerciales alternativos.
Por otra parte, el impacto de la imposición arancelaria de Estados Unidos al mundo llevó a la caída de las bolsas a nivel global, incrementando el riesgo de una recesión económica. Lo anterior aunado a la posibilidad de que China poseedora de alrededor de 759 mil millones de dólares en bonos del Tesoro, que son deuda externa de Estados Unidos, los pusiera a la venta incrementaría las tasas de interés y en consecuencia encarecería los pagos de deuda que tiene que hacer el gobierno estadounidense. Sólo de 2 al 9 de abril, la tasa de interés o rendimiento de los bonos estadounidenses a 10 años aumentó de forma importante, pasando del 3.9% al 4.5%, es decir un aumento del 15% en apenas unos días.
Lo anterior está entre los motivos que inclinaron a Trump a posponer el incremento generalizado de aranceles durante noventa días. Aunque a China se le impuso una tasa de 145% en sus exportaciones a EU y ese país respondió al imponer 125%. En este momento Trump ya ganó, porque se mantiene la tasa generalizada del 10% a todos los productos que sean exportados a su país y los aranceles al acero, al aluminio y los automóviles se mantienen en 25%. El territorio de la negociación estará en los aranceles que están suspendidos por noventa días.
Por el lado del control de minerales estratégicos Ucrania ya fue doblegada y EU explotará su riqueza en tierras raras y litio, esenciales para la producción de microchips y energía alternativa. Trump hizo un comentario, que ha pasado desapercibido para la opinión pública mexicana, esperemos que para el gobierno no, de que estaba en desacuerdo con la política energética de México.
Seguro está poniendo la mirada en el litio. Las presiones crecerán. Ejemplos son el amago de sanciones arancelarias por el incumplimiento del tratado de 1944 sobre agua, el control del ejército estadounidense de la frontera con México y el amago de acciones militares directas en contra de los narcotraficantes en territorio nacional.
La mejor defensa de México es el multilateralismo comercial y diplomático, pero no hay que descartar la movilización popular, que se puede expresar de múltiples formas. Desde dejar de consumir productos estadounidenses hasta donde llegue. Fue un error de los gobiernos neoliberales y el de López Obrador de apostarle a la integración a la economía estadounidense. Es positivo que el gobierno vuela a mirar a América Latina, pero tenemos que ir más allá. El mundo es más amplio y el imperialismo existe.
*Profesor UAM-I,
@jsc_santiago
www.javiersantiagocastillo.com