
Por más insistencia en la soberanía de nuestras decisiones, hay evidencias inocultables, sobre todo en cuanto al combate a los grupos “terroristas” (así los llama el imperio) cuya operación ha dominado zonas enteras de nuestro país, alentada por la complicidad o al menos la tolerancia del gobierno anterior.
Por eso muchas de las decisiones actuales parecen producto de la complacencia hacia las presiones estadunidenses y no tanto compromisos y acciones propias del segundo piso de la Cuarta Transformación.
En ese sentido hay elementos para asociar el descubrimiento de los miles y miles de toneladas de combustible irregular, por decir lo menos y hablar con comedimiento, y la presencia de fuerzas navales de alto poder en el Pacifico mexicano y el Golfo de México, aunque Estados Unidos ahora lo llame Golfo de América. Quizá por eso.
El 4 de febrero de este año se reportó lo siguiente:
“La Secretaría de Marina (Semar) se pronunció este martes 4 de febrero sobre los reportes de que un portaaviones de Estados Unidos está cerca de las costas de Baja California.
“A estos reportes se suma el hecho de que el lunes 3 de febrero se vio a un Boeing RC-135V, un avión de la fuerza aérea de Estados Unidos, sobrevolando en el Golfo de California”.
El 28 de marzo, apenas unos días después de la presencia naval frente a Ensenada, en ese puerto ocurrió lo siguiente:
“En un operativo conjunto realizado en Ensenada, Baja California, fuerzas federales aseguraron aproximadamente ocho millones de litros de hidrocarburo almacenado ilegalmente, mejor conocido como huachicol .
“El titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Omar García Harfuch , informó que la acción fue llevada a cabo por elementos del Ejército Mexicano y la Guardia Nacional, quienes también confiscaron contenedores, tractocamiones, remolques y motobombas utilizados en la operación ilícita”.
La única pregunta es si ese cargamento de combustible robado o “almacenado ilegalmente” constituye la primera operación de ese tipo en México o por primera vez impulsadas por los aparatos de espionaje americano, las autoridades mexicanas decidieron dar marcha atrás en el disimulo.
Es una idea, simplemente. Sobre la base de la inexistencia de las coincidencias, como se ha demostrado hasta la saciedad en la política.
Pero otras cosas de esta misma naturaleza ocurrieron en la costa opuesta por casualidades o causalidades.
La embajada de Estados Unidos, con la primera utilización oficial de la disposición de Trump sobre el nombre del golfo compartido, distribuyó este mensaje el 19 de marzo.
“La embajada de Estados Unidos en México dio a conocer este miércoles que el USS Gravely regresó a aguas estadounidenses para reforzar tareas de seguridad nacional y le dio la bienvenida.
Destacó que se enfocará en el combate al terrorismo, el tráfico de armas, de drogas y la migración ilegal.
--“USS “Gravely” llegó esta semana a las aguas del Golfo de América –añade el comunicado— a reforzar tareas de seguridad nacional, incluyendo combate al terrorismo, el tráfico de armas, de drogas y la migración ilegal. Esta embarcación velará por la seguridad de los ciudadanos”, posteó la embajada en las redes sociales”.
Entonces, el 31 de marzo (SDP), Omar García Harfuch, secretario de Seguridad, reportó el hallazgo de un buque con huachicol en las costas de Tamaulipas, que transportaba 10 millones de litros de diésel y en donde aseguraron varias armas; esto es lo que se sabe.
“Tal como refiere Pemex, en México se registraron 10 mil 393 tomas clandestinas en 2024, de las cuales Tamaulipas fue el tercer estado con más robo de combustible, contabilizando mil 117 perforaciones.
Obviamente nadie se había dado cuenta de esto a pesar de la confirmación de los tamaulipecos de la frontera quienes ven pasar día tras día los carros tanque, porque una vez arribado al muelle, el combustible necesita ser distribuido.
Pero nadie lo había visto, ni hay tampoco detenidos de peso. Pura casualidad.