Opinión

Pensamiento binario en la universidad

Clases en la universidad

Nos preocupa la angustia, la inseguridad, depresión y autodevaluación que sufren los jóvenes que, habiendo obtenido un título universitario, buscan, muchas veces sin éxito, un empleo honesto y dignamente remunerado. En esta situación, yo estimo, están decenas de miles de mexicanos. (¿O más?). La leyenda urbana del taxista con título universitario ilustra bien este fenómeno.

Un argumento explicativo al que acuden algunos técnicos es el desencuentro entre la matrícula universitaria y el mercado de trabajo: la concentración de la matrícula en las carreras tradicionales (derecho, administración, medicina), se dice, es desmesurada, “va más allá del número que se necesita”. Pero que alguien nos diga ¿cuál es el número de abogados que necesitamos en un país rezagado que se ahoga en la ilegalidad y la injusticia?

Preguntemos a los empleadores: ¿Qué virtudes y qué defectos encuentran entre los universitarios que aspiran a un empleo? El primer defecto que siempre señalan es que los aspirantes presentan deficiente preparación intelectual. No hay duda al respecto: la universidad mexicana está lejos de tener la eficiencia y la calidad que deseamos. Pero el mercado de trabajo no sólo pide conocimientos y habilidades.

Los empleadores también exigen destrezas no cognitivas: esperan individuos con carácter, con ética, con espíritu creativo, capaces de expresarse con claridad, con aptitud para utilizar argumentos lógicos, con sentido común, con capacidad para dialogar y relacionarse positivamente con los demás, etc. En estas dimensiones la educación universitaria también, lamentablemente, presenta deficiencias.

En un trabajo reciente (2025), Hershey H. Friedman, de la Academia Mental Health and Well-Being dice los siguiente: “Muchas instituciones de educación superior se quedan cortas en sus responsabilidades educativas. En vez de producir individuos completos, con fuertes principios éticos, con habilidades de pensamiento crítico y destrezas listas para el trabajo, algunas universidades pueden inadvertidamente sofocar la creatividad y no estimular el debate abierto”. Estas lagunas formativas se explican por la organización académica de la universidad, por omisiones en los planes de estudio y en otras ocasiones por las ideas que transmiten en las aulas maestros adeptos a formas de pensamiento binario que nacen de un énfasis excesivo en enfoques ideológicos particulares y que limitan la posibilidad de que los alumnos intervengan en debates plurales donde se discutan constructivamente diversas perspectivas. En vez de aprender razonamiento lógico los alumnos terminan adquiriendo maneras de pensar simplonas, reduccionistas, que recaen una y otra vez en un patológico dualismo que solo puede derivar en una miseria intelectual y moral.

Este reduccionismo limita la creatividad y favorece el pensamiento dogmático. El “pensamiento binario” tiene presencia en las universidades de México, desde hace años, en todas las facultades, escuelas (o, en su caso, departamentos), pero ha arraigado notoriamente en las carreras humanísticas y de ciencias sociales. En los años sesenta, en la UNAM proliferó la ideología marxista que, en mi opinión, fue la matriz original del pensamiento binario. La vida social era juzgada a través del esquema invariable de la “lucha de clases” una concepción que disipaba toda posible unidad entre los individuos como entre los grupos sociales.

En Estados Unidos el pensamiento binario se vincula estrechamente a las llamadas “políticas de identidad” --racial y cultural. Desde una posición estrictamente sectaria, los conservadores de raza blanca han estigmatizado y oprimido durante siglos a la raza negra y a otros grupos minoritarios (entre ellos los de origen hispano) defendiendo una versión sincopada de la cultura universal (Bloom, 2008); por su parte, algunos grupos de raza negra y otras minorías han terminado, a su vez, por reclamar sus “derechos culturales” particulares. El antagonismo binario (raza blanca-raza negra) ha inundado las universidades de ese país.

Estas son algunas limitaciones y diferendos que enfrenta –desde sus ángulos particulares-- la educación universitaria de México y que juegan un papel determinante en el destino laboral de sus egresados. No hay soluciones fáciles. El contexto social y político (pobreza, violencia, injusticia) juega un papel determinante para favorecer el pensamiento binario (“¿Estás conmigo? Si no estás conmigo, estás contra mí”; “Si no eres mi amigo, eres mi enemigo”). -

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