Opinión

La amenaza arancelaria: ¿hay razones detrás de la guerra comercial?

En las últimas semanas, el presidente Donald Trump ha amenazado a numerosos países con imponer aranceles a sus exportaciones hacia Estados Unidos. A China se le han aplicado tarifas superiores al 100%, mientras que a otros países se les ha fijado un arancel general del 10%, con una tregua de 90 días para negociar reducciones basadas en una tabla recientemente propuesta por el presidente de cuál debiera ser el arancel correspondiente para cada país.

Esta amenaza de guerra comercial ocurre en un contexto económico que invita a preguntarse si la estrategia de Trump tiene algún fundamento.

Desde hace más de cuatro décadas, Estados Unidos presenta un persistente déficit en cuenta corriente: gasta más de lo que ingresa en bienes de consumo y capital. En contraste, países del este asiático (EA), especialmente China y Japón, tienen superávits, lo que significa que sus ingresos exceden sus gastos. Buena parte del déficit estadounidense se financia con los ahorros de estos países.

El mecanismo es sencillo: empresas establecidas en Estados Unidos importan productos y entregan dólares a cambio. Los países asiáticos reinvierten esos dólares en bonos del Tesoro estadounidense. Así, el dinero regresa a Estados Unidos, que repite el ciclo. Pero con cada vuelta, crece su deuda con estos países. Actualmente, Estados Unidos debe a Japón unos 1.5 billones de dólares y a China alrededor de 0.8 billones. Para dimensionar, el PIB de México en 2024 fue de unos 1.8 billones de dólares. La deuda estadounidense con estos dos países es superior a la producción de toda la economía mexicana.

Según la teoría económica, este desequilibrio no puede sostenerse indefinidamente. Eventualmente, los países acreedores exigirán el pago, obligando a Estados Unidos a ahorrar más, mientras los EA podrían consumir más. Evitar una crisis futura mediante medidas correctivas parece razonable. ¿Son los aranceles una solución? La respuesta más simple es no.

En un mundo donde se comercian principalmente bienes finales y no hay represalias, los aranceles podrían reducir el déficit comercial estadounidense y fomentar la producción interna, además de aumentar la recaudación fiscal. En principio, esto podría tener un efecto expansivo en la economía.

Sin embargo, la realidad es más compleja. Hoy predomina el comercio de bienes intermedios: insumos que cruzan fronteras varias veces antes de integrarse en un producto final. Las cadenas globales de producción significan que muchos países participan en distintos eslabones del proceso. En este entorno, los aranceles pueden encarecer la producción nacional y dañar a las propias empresas estadounidenses que dependen de insumos importados.

Aquí entra el concepto de protección efectiva. Si se comercian principalmente bienes finales, los aranceles pueden proteger a las industrias locales. Pero si se trata de bienes intermedios, los mismos aranceles pueden desprotegerlas, provocando incluso una recesión y un mayor déficit comercial.

Una medida más efectiva —aunque políticamente difícil— sería reducir el déficit fiscal en Estados Unidos. Desde hace tiempo se habla de los “déficits gemelos”: el fiscal y el de cuenta corriente. La teoría sostiene que el primero alimenta al segundo. Las políticas fiscales expansivas, como las transferencias durante la pandemia o el gasto público, aumentan la demanda total, lo que se traduce en un mayor déficit externo, financiado con deuda pública. Y buena parte de esa deuda está en manos de China y Japón.

Reducir el déficit fiscal implicaría un ajuste económico que podría causar una recesión, pero también ayudaría a equilibrar las cuentas externas de manera más estructural.

Por último, en días recientes, China y Japón han comenzado a vender bonos del Tesoro estadounidense. Esto ha elevado las tasas de interés a largo plazo en Estados Unidos, no porque estos países hayan cambiado su comportamiento como ahorradores, sino como represalia por los aranceles. El temor a una crisis financiera global por esta deuda podría terminar cumpliéndose como una profecía autorrealizada. Ojalá no sea el caso.

Alejandro Rodriguez Arana

*El autor es profesor investigador del Departamento de Economía de la Universidad Iberoamericana.

Académicos e investigadores de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México analizarán temas económicos y sociales para los lectores de Crónica cada 15 días.

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