Opinión

Muertes inaceptables

Tos ferina Los niños son los principales afectados por el padecimiento. (Diseño Bárbara Castrejón)

Cuando llevamos el curso de microbiología en la escuela de medicina aprendimos el nombre de múltiples microorganismos causantes de enfermedad, algunos de los cuales nos parecían muy peculiares y nos divertíamos inventando que correspondían a damas de la alta sociedad que se reunían en el té canasta por las tardes. Nuestra mesa favorita estaba conformada por las señoras Hymenolepsis nana, Malassezia furfur, Taenia solium y Bordetella pertussis. Las primeras tres causan enfermedades moderadas, pero la última, es la causa de una enfermedad grave que durante muchos siglos fue la principal causa de muerte en bebés. La tosferina.

La enfermedad recibió este nombre porque se caracteriza por ataques de tos muy intensos, por lo que se llamó inicialmente “tos de las fieras” y de ahí, tosferina. También se conoció como la “tos de los 100 días”, por su duración en los casos no mortales. La bacteria que la causa se denominó Bordetella, porque fue descubierta por el bacteriólogo Jules Bordet en 1906, a partir del esputo de su propio hijo y pertussis, del latín Per (intensa) y tussis (tos). En 1919, Bordet recibió el Premio Nobel de Medicina y Fisiología, pero no por la identificación a la Bordetella, sino por haber descubierto el complemento, grupo de proteínas que actúan en conjunto con los anticuerpos para destruir microorganismos.

El mismo Bordet inició con el desarrollo de vacunas para prevenir la enfermedad, pero sin lograr un producto que fuera realmente útil. No fue sino hasta la década de los 30, en que dos jóvenes bacteriólogas de nombre Pearl Kendrick y Grace Eldering, que trabajaban en los laboratorios del ministerio de salud de Michigan, aislaron a la Bordetella a partir de un niño enfermo y empezaron a trabajar con esta bacteria. Lo primero que hicieron fue desarrollar un kit diagnóstico que permitió a los médicos demostrar que, después de las primeras 4 semanas de enfermedad, ya no había bacterias en la tos y así, pudieron determinar con más precisión el tiempo de aislamiento. Luego, Kendrick y Eldering lograr inactivar a la bacteria lo suficientemente bien como para desarrollar la primera vacuna útil para prevenir la enfermedad y ellas mismas fueron las coordinadoras del estudio que demostró la utilidad de la vacuna y que fue quizá el primer ensayo clínico controlado a gran escala que se realizó en Estados Unidos. Gracias a ellas, el lector seguramente nunca ha visto o sabido de un caso de tosferina.

Desafortunadamente, sin embargo, en el mundo siguen existiendo casos de tosferina que, aunque pocos en relación con la población total, causan algunas muertes. En lo que va del 2025, en nuestro país, la Secretaría de Salud reporta 2,772 casos posibles de tosferina, con 749 confirmados y de estos, 45 defunciones, todas fueron en menores de un año, sin antecedentes de haber sido vacunados. Cada muerte es una tragedia. Pero si esta ocurre en un bebé y por una enfermedad prevenible, es, además, una vergüenza para la humanidad.

No queda claro en el reporte de la Secretaría de Salud por qué esos niños no estaban vacunados. Las muertes ocurrieron en 15 diferentes estados de la república, encabezando la lista Jalisco y la Ciudad de México, con siete cada uno, lo que sugiere que no necesariamente ha sido por falta de vacunación, ya que son de los estados más prósperos del país. Espero que la Secretaría esté activamente tratando de saber por qué esos niños no habían recibido la vacuna e implemente lo que sea necesario para que se reduzcan los casos de tosferina y dejen de ocurrir estas desafortunadas muertes en bebés, por una enfermedad prevenible.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM

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