Salvar a Acapulco no es opcional, algo que puede hacerse o no, es una obligación. Reanudar la actividad turística, incluso incrementarla, es clave para la estabilidad social de un estado como Guerrero que ha sido golpeado, con fuerza igualmente devastadora, por fenómenos naturales, por bandas del crimen organizado que ahí operan con total impunidad.
Otis se ensañó con la infraestructura hotelera y con muchos otros negocios vinculados al turismos como bares y restaurantes. Los empresarios del ramo que han tenido los recursos suficientes están enfrascados en lo que puede ser una epopeya: regresar a la oferta previa al golpe de huracán en tiempo récord. Hay avances notables que sin embargo no ocultan lo mucho que todavía falta por hacer.
Las autoridades estatales y del municipio se han quedado, en cambio, muy cortas en materia de seguridad que es la primera responsabilidad de cualquier gobierno. Brindar seguridad es la base del contrato social original: te obedezco a cambio de su protección. Si no me cuidas quedo libre del compromiso de obedecerte y el caos toca a la puerta.
Las insuficiencias de la gobernadora y de la alcaldesa en materia de seguridad han detonado la petición de la desaparición de poderes en la entidad. No digo que sea lo conducente, dijo que para muchos no queda otra salida que empezar de nuevo con otras cartas. A nivel del municpio la situación es todavía más compleja. La alcaldesa piensa que lo ha hecho muy bien y su partido, Morena, comparte esa opinión y ya la anote para que busque la reelección como si todo fuera mil sobre hojuelas en el puerto. Ver para creer.
Hace poco en estas páginas, se dijo que terminar con la extorsión que padecen los transportistas de Acapulco y meter a los extorsionadores a la cárcel es una tarea básica, elemental, de primer año, para cualquier cuerpo policiaco. Claro que si los policías tienen una asociación estratégica con los extorsionadores las cosas se complican. Vigilar rutas y paraderos, brindar seguridad a los operadores, no parece ser algo fuera de este mundo que requiera grupos de fuerzas especiales entrenados en Israel equipados con tecnología de punta. Nada de eso, basta con tener voluntad política, ganas de resolver un problema.
Pero si no hay tal voluntad política y nadie quiere resolver el problema, el problema entonces son las autoridades que compitieron para un cargo que no les interesa; salvo, acaso, los días de quincena. Ya hay a la disposición de cualquier corporación, incluso la policía de Acapulco, artilugios de vigilancia que ni siquiera son caros. La razón de existir de los gobiernos es brindar seguridad a los habitantes de la demarcación que gobiernan. El virtual rompimiento entre el gobierno federal y los familiares de los 43 normalistas de Ayotizinapa es otro ficha sobre el tablero, sobre todo porque los normalistas suelen bloquear la Autopista del Sol cono estrategia de negociación política.
En este contexto por demás adverso se llevará a cabo la edición 48 del Tianguis Turístico de Acapulco, que se presenta como un aliciente para empresarios y autoridades. Los primeros para acelerar los trabajos de reconstrucción de hoteles y restaurantes destruidos y las autoridades para cumplir su responsabilidad de pacificar el puerto. Están invitados turisteros de todo el mundo y prensa especializada nacional e internacional. El secretario del ramo, Miguel Torruco, ha sido constante en su apoyo al puerto y se muestra optimista en el éxito del Tianguis. Es una oportunidad inmejorable para que Acapulco muestre que está de pie, listo para recibir visitantes. Ojalá las autoridades estatales y locales tengan la capacidad de asegurar que el evento se desarrolle en santa paz.
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