Inició la temporada 2024 de la NFL y mientras que se despejaron algunas dudas, otras se incrementaron, y en quizá unas más fueron para desquiciar a dueños de equipos, coaches y hasta fanáticos.
Si, me pregunto ¿cuántos propietarios de franquicias se habrán dado de topes en la pared al dejar ir a determinados jugadores, y cuantos otros estarán silenciosamente arrepentidos de haber contratado y, en el peor de los casos, haber pagado una millonada por algún elemento que sencillamente no vale lo que dice su contrato.
Sin más, creo que el dueño de los Raiders de Las Vegas, Mark Davis, se ha de dar de topes una y otra vez tras su berrinche de hace un par de años que desembocó en la salida del quarterback Derek Carr.
El domingo, y ya con una temporada de acoplamiento en el sistema de los Santos de Nueva Orleans, Carr demostró que es un buen pasador. Lanzó tres pases de anotación, se vio sólido y fue pilar en la victoria de su equipo. Es verdad que su rival, las Panteras de Carolina, son un desastre comenzando por su propietario, el señor David Tepper.
Mark Davis, al igual que su padre, el famoso y conocido Al Davis, cree que sus desplantes harán que su equipo cambié de dirección de un momento a otro con sus decisiones que en ocasiones son sumamente arriesgadas o discutidas.
Mark, en su momento, junto al entonces coach Josh McDaniels, decidió que Carr no tenía cabida ni el talento para llevar la ofensiva de los Raiders. Lo negociaron en la agencia libre y las cosas han sido muy diferentes para ambas partes. Mientras que los llamados “Malosos” ahora se debaten en una penosa reconstrucción ofensiva con un pasador promedio como Gardner Mindshew y un entrenador que por más que quieran verlo como el indicado no deja de ser sólo un buen motivador como Antonio Pierce, Carr vive la otra cara de la moneda con unos Santos que le han montado un ataque acorde a sus cualidades.
Así, mientras que Nueva Orleans aspira a pelear la división Sur de la NFC, Las Vegas se debatirá con Denver por ver quien se salva del sótano en la división Oeste de la AFC.
Y tan sólo recordemos, que si en su momento, hace muchos ayeres, Al Davis, el papá de Mark, mandó a la banca a un super corredor como Marcus Allen sólo porque tenían diferencias, a pesar de ser una estrella en su posición, ¿qué puede sorprendernos de Mark Davis deshaciéndose de un buen mariscal como Derek Carr?
En una misma situación estará el propietario de las Panteras, David Tepper, que en otro arranque de irá “corrió” a Frank Reich, un muy buen entrenador, hace un par de años, y ahora con un muy joven coach, como Dave Canales, cree que hará milagros con un pasador que simplemente no muestra progreso como Bryce Young, quien por cierto fue el objeto de la disputa con Reich en su momento y desencadenó en la salida del coach.
Es verdad que el juego entre Vaqueros y Browns prometía mucho más de lo que se vio al final. Y la razón fue muy simple: todos nos seguimos preguntando ¿dónde quedó el verdadero Deshaun Watson, ese que era un fenómeno como pasador con los Texanos hace unos años?
El que ahora está detrás del centro de la ofensiva de Cleveland debe ser un impostor muy bien clonado del original o algo sucedió ahí, porque sencillamente no es normal lo que este jugador ha exhibido en las últimas campañas: unas actuaciones que dan lástima y hasta hartazgo con su cascada de excusas.
Sin duda, creo que no existe personaje más arrepentido y “engañado” que el señor Jimmy Haslam, el dueño de los Browns, que hace un par de años desembolsó 230 mdd por el codiciado Watson, el otrora super quarterback que anhelaban varios equipos pero que costaba demasiado dinero.
La realidad es que quizá Watson nunca vuelva a jugar como lo hizo en Houston, y aunque dicho contrato puede rescindirse, el problema radica en que la totalidad del dinero fue garantizado. De ese tamaño era la confianza que la directiva de Cleveland tenía en Watson. Hoy día nos cuestionamos si acaso también estará en la tablita el puesto del gerente general, Andrew Berry, quien habría consentido la contratación de este impostor.
Y para finalizar qué podemos agregar a esos duelos que se convierten en una rivalidad por alguna razón, y ahora justamente tenemos uno nuevo, el Leones vs Carneros; si, sin más podemos llamarlo “la rivalidad de honor” más fresca de la NFL.
Por un lado esta Jared Goff, el quarterback de Detroit, demostrando a Sean McVay, coach de Los Angeles (y quien lo negoció a Detroit), que si tenía la calidad para ser un pasador elite en la NFL, y por otro lado tenemos a Matthew Sttaford, el ex mariscal de Detroit, que a pesar de ya haber ganado un Super Bowl con los Carneros, no puede derrotar a su ex equipo.
Como nota final y para no dejarla fuera de esta columna, hacemos mención al nuevo contrato que los Vaqueros le han dado a Dak Prescott, su quarterback. La escandalosa cantidad de 240 mdd por cuatro años, es decir, 60 mdd por temporada. La verdad es que la pregunta es ¿cuál es el argumento para que le paguen eso a un mariscal que jamás ha llegado ni siquiera a un Juego de Campeonato de la Conferencia? Aún así, se diga lo que se diga, Prescott ya es el jugador mejor pagado en la historia de la NFL.
La verdad es que este tipo de contratos estratosféricos lo único que están haciendo es encarecer la Liga y llevar a la quiebra a los equipos y su sistema de tope salarial. A este paso no tardaremos mucho en atestiguar el primer contrato de 100 mdd por campaña, algo que sería una locura financiera.
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