Opinión

De los baños públicos para todos

Existen objetos de uso diario en los que no pensamos mucho. Desde que nacimos ahí estaban para nosotros, listos a darnos servicio, como el inodoro, es decir el WC (Water Closet), excusado o escusado, este último es el que propone la RAE. También se le dice sanitario; “poceta” lo llaman los venezolanos; “guáter”, los chilenos. En en Cuba el inodoro es ¨”taza” o “váter”; en España “retrete”; en los restaurantes de los Estados Unidos, “restroom” o toilet; en Francia “la toilette” . En cada lugar del mundo tiene un nombre, hay una forma de nombrar ese utensilio tan necesario. En China se trata de hoyos en la tierra, por lo menos en algunos lugares; en Japón son tan sofisticados, que da miedo en los hoteles sentarse en una tapa de excusado que produce música o calor o que de no sé dónde, del fondo de la Tierra, arroja agua como un bidet y se supone que deja puras y limpias las partes íntimas o una parte íntima, nada más, en el caso de los hombres. El tema es común y difícil, al mismo tiempo. “A donde el rey va solo” , se dice, y no digamos la reina.

En 1775 Alexander Cummings patentó el sistema del Water Closet. Más de cien años después, en 1884, el hojalatero inglés Thomas Crapper agregaría un aditamento importantísimo, el sifón, que es una tubería en forma de S que unía al retrete con la toma de agua. Cummings y Crapper deberían tener una estatua en todas partes del mundo. Nos volvieron la vida más fácil, más higiénica y más tranquila. Aún así todavía padecemos vergüenza al dirigirnos a un baño público. Aunque haya puertas y un espacio individual no todo lo que ocurre en la aparente privacidad detrás de cada pequeño cubículo resulta totalmente solitario e independiente de los demás. Sin embargo, la necesidad imperiosa de los baños públicos resulta universal. Nadie puede hacer pipí en la calle y mucho menos “obrar”, como dicen los médicos. Eso, solamente los perros y por eso va uno recogiendo en una bolsitas los desperdicios de su mascota para luego echarlo a la basura. A ellos no les da timidez alguna. El Shi Tzu de mi hijo hijo y su familia escoge siempre lugares difíciles, en alto o cerca de donde transitan los coches. Mis perros son menos exóticos.

Los seres humanos, en cambio, ponen distancia entre ellos y sus excrementos, así que el excusado significa una grado importante de la civilización. Los romanos impulsaron la creación de letrinas públicas con agua corriente que se llevaba la deposiciones rumbo a una suerte de cloacas subterráneas que evitaban el mar olor. La caída del imperio romano dio al traste con este sistema. Durante siglos se arrojó por las ventanas el contenido de los orinales, lo cual desató toda clase de enfermedades.

John Harrington, ahijado de la reina Isabel I, inventó un retrete enlazado a un depósito de agua que remolcaba los deshechos. Por fin se había creado esa maravilla tan cotidiana hoy en nuestras vidas, pero la reina le negó a Harrington que se produjeran más . Quizá, la inexistencia de alcantarillado habría impedido el fluir de los desperdicios de toda Inglaterra.

En 1778, Joseph Bramah perfeccionó el retrete de Cummings y lo patentó. Desde entonces el artefacto se fue perfeccionando. Primero era de madera y se guardaba, hasta que en 1849 Thomas Twyford consiguió fabricar inodoros de cerámica, con un flotante de corcho que cierra el fluir del agua. Lo más relevante para el funcionamiento del Water Closet radicó en la construcción del alcantarillado.

Pero volvamos a los romanos, sin pasar por la historia de la higiene y los excusados en otros lados del mundo. Desde entonces, y aún en la Edad Media europea, hombres y mujeres se lavaban en baños comunales. Estos baños abrían a la hora del almuerzo y cerraban por la tarde, como las Termas de Caracalla. Fueron grandes obras de ingeniería, que resaltan por sus anchas bóvedas y cúpulas construidas con mármol. El agua provenía de amplios acueductos. Las construyó el Estado y las administró. Hombres y mujeres de todas las clases asistían e incluso socializaban. Había piscinas de agua caliente, de agua fría, de agua tibia. Se incluían gimnasios y a veces hasta bibliotecas. Algunos, como el emperador Adriano se oponían a los baños mixtos.

Durante la Edad Media, la Iglesia promovía el baño en los buenos cristianos, en hombres y mujeres naturalmente. Y seguían lavándose en lugares comunitarios. Desde 1500 a 1750, más o menos, es decir durante el Renacimiento y la Reforma se suspendieron parcialmente estas prácticas, debido a prejuicios morales y a concepciones pre científicas con respecto al contagio de enfermedades. Los baños públicos se comenzaron a cerrar y el lavado comenzó a hacerse en privado. En esa época les preocupaba más la ropa limpia, no el cuerpo, de tal manera que se limpiaban las partes solo visibles para los demás. Así comenzaron a disimular los olores corporales por medio de perfumes. Por fortuna en el siglo XIX la higiene personal volvió a compararse con la pureza del espíritu. En Inglaterra y en Estados Unidos se abrieron baños árabes (hammam). Poco a poco en las casas altas y medias renació el concepto de baño privado.

En la Edad Media hubo espacio públicos llamados “pissingholes” y “privies”. Personas de ambos sexos defecaban a través de agujeros que daban a puentes que recibían los residuos humanos.

Todo esto lo han escrito historiadores ingleses y estadounidenses. Cuando las mujeres se fueron incorporando al mercado de trabajo surgieron cada vez más espacios exclusivos para mujeres en bibliotecas, hoteles, grandes almacenes y fábricas, que se consideraban sitios seguros.

Los dimes y diretes de si los transexuales hombres deben o no entrar a los baños de mujeres ha sido motivo de pronunciamiento de todo mundo en México en los últimos días. La primera vez que viajé a París, a mediados de los setenta, me tocaron baños mixtos en algunos lugares. Me parecieron abominables. En la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, cerca del salón de Consejo Técnico, hay un baño mixto al que he entrado en paz no pocas veces. Creo que a nadie, en el espacio de lo público, se le puede negar un vaso de agua o hacer pipí, sean transexuales o no. Es un asunto de primera necesidad.

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