BúsquedaMañana se llevarán a cabo las elecciones de medio término en los Estados Unidos en medio de la fuerte presión que existe en su atmósfera política. Son consideradas un indicador relevante porque representan una evaluación general del gobierno y de las estrategias adoptadas por el presidente. Investigaciones históricas confirman la importancia de estas elecciones intermedias porque marcan momentos de declive político para el presidente en turno. Los electores que están de acuerdo con sus estrategias frecuentemente manifiestan menor interés por ir a votar al considerar que no es una competencia intensa, interesante y decisiva como las presidenciales.
El mandato que los diputados reciben tiene una duración bianual, el del presidente es de cuatro años y los senadores son elegidos por seis años. No obstante, el ciclo electoral que se desarrolla cada dos años –justamente durante las elecciones intermedias- define en realidad el nuevo panorama político interno y crea las condiciones para dinamizar el entero orden institucional produciendo efectos relevantes sobre la figura presidencial. Estas elecciones que se realizan periódicamente a la mitad del mandato presidencial también representan un momento importante para la evaluación de los partidos políticos y de las instituciones del Poder Legislativo.
Son elecciones de carácter nacional que permiten medir el consenso electoral de que disponen los diferentes partidos, así como sus candidatos respecto a sus años previos de mandato. También hacen posible que los electores evalúen las decisiones tomadas, obliguen a ajustar el tono del discurso político y sobre todo, a proyectar medidas normativas adecuadas para modificar las estrategias adoptadas. Todo en la perspectiva de los dos años que aún le restan al presidente en turno. Representan una oportunidad para que los electores puedan juzgar la acción del gobierno y del presidente, permitiendo a los ciudadanos expresar su aprobación o rechazo respecto a sus políticas y a las promovidas por los legisladores de su partido.
Este proceso electoral renovará completamente a los 435 integrantes de la Cámara de Representantes y es interpretado como una segunda elección nacional dado que junto con la elección del presidente, constituyen el único momento electoral políticamente articulado, aunque se lleva a cabo a través de pequeños colegios electorales en todo el territorio nacional. Inevitablemente estas elecciones de medio término representan desde un punto de vista político también un “referéndum general” sobre las actividades del presidente electo apenas dos años antes. Incluso, algunos estudiosos sostienen que se trata de una suerte de “voto de confianza” tal y como acontece en los regímenes parlamentarios.
La renovación de la Cámara de Representantes y de un tercio del Senado en una lógica política federal, así como el desarrollo de un ejercicio de control de las decisiones presidenciales por parte de los electores, domina por completo estas elecciones intermedias. Ellas permean de manera profunda y transversal también otras elecciones que se llevan a cabo contemporáneamente de gobernadores e integrantes de congresos estatales. Esto acontece a pesar de las profundas asimetrías y diferencias que existen entre los cargos institucionales en disputa, entre los partidos políticos a nivel nacional, estatal y local, y no menos importante, respecto a los perfiles personales de los candidatos.
Actualmente los demócratas tienen mayoría en ambas Cámaras pero si ésta se pierde, la gobernanza estaría en riesgo. La pérdida de una de ellas relegaría al presidente a un papel obstruccionista utilizando su poder de veto para obstaculizar la agenda republicana, determinada por la posible candidatura presidencial de Donald Trump en 2024. Con tales escenarios, solo la decidida participación de los electores demócratas permitirá redefinir una dirección política unitaria con miras a defender el orden democrático y la reelección del presidente Joe Biden.
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