A principios de agosto falleció el Dr. Barry Brenner a los 86 años, quien fuera uno de mis mentores en Boston. Lo conocí en julio de 1988 en una ocasión en que vino a México invitado al curso de nefrología que ocurrió en esa ocasión en el Institutito Nacional de Cardiología Ignacio Chávez. Muerto de miedo, aproveché para preguntarle si podría irme a su laboratorio para hacer un posgrado en investigación.
Brenner era el nefrólogo más famoso del mundo. Era un Rockstar. Además de sus múltiples contribuciones al conocimiento en la especialidad, era el editor del libro que todos los residentes leíamos con obsesión y era el director de la división renal del Brigham and Women’s Hospital, Harvard Medical School de la Ciudad de Boston, uno de los nosocomios más icónicos del mundo. Te parabas junto a él y te sentías del tamaño de una mosca.
Meses después, cuando me presenté en su oficina me di cuenta de que tenía por delante 42 entrevistas. La primera y la última eran con él. Las otras, con 40 diferentes investigadores ¡Solo en la renal división del Brigham había más de la mitad de los investigadores que en todo Nutrición! En la entrevista final le pregunté por qué no había platicado con alguien que hiciera micropunción renal. Me dijo.- “Si quieres aprender micropunción, no tienes que venir a Boston para eso. Lo puedes hacer con Jaime Herrera en México. Si vas a venir a Harvard es porque vas a hacer algo que aún no existe. Aquí vienes a innovar para hacer una aportación verdaderamente original al conocimiento”. Con su respuesta me di cuenta de que estaba frente a una persona con otro nivel de pensamiento.
El Dr. Brenner era un individuo fuera de serie. Muy inteligente, muy exigente y con una visión hacia el futuro como pocas veces he visto. Él era un ejemplo claro de por qué en medicina la división entre investigación básica o clínica es ridícula. La medicina es un continuo. Abordó con excelencia los problemas desde el nivel molecular, hasta el clínico. Cuando la pregunta así lo requirió, se sentó a micropuncionar glomérulos de ratas y generó conceptos fundamentales para el entendimiento de la filtración glomerular. Más tarde utilizó métodos experimentales para demostrar en ratas que el bloqueo del sistema renina angiotensina es útil para prevenir la progresión de la enfermedad renal crónica y luego, él mismo diseñó y coordino los ensayos clínicos controlados que llevaron los estudios a la clínica y a la aprobación por la FDA. La única persona que ha recibido de la American Society of Nephrology el máximo reconocimiento en investigación básica (Homer Smith Award), en investigación clínica (John P. Peter Award) y en educación (Robert G Naris Award).
Brenner era un individuo complejo y difícil, porque era muy exigente. No toleraba la mediocridad de parte de nadie. En consonancia, siempre fue sobresaliente en todo lo que hizo. Una de sus cualidades era el apoyo incondicional que siempre nos dio a quienes fuimos entrenados en el Brigham. Atesoro mucho el último correo que recibí de él en ocasión de la entrega de una distinción que recibí en USA, en el que me honró con un piropo. Me dijo: “Estoy tan orgulloso de tu fantástica carrera a lo largo de los años, pero no me sorprende, ya que tu brillantez era evidente desde tu tiempo en el Brigham”.
Brenner es de esos maestros por quienes siempre sentirá uno gratitud. Lo bueno es que se lo pude expresar en vida. La seguiré teniendo hasta mi propia muerte. Descanse en paz doctor Brenner.
Dr. Gerardo Gamba
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e
Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM
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