Opinión

Los bemoles del Tren Maya

El proyecto del Tren Maya surgió de la necesidad de avivar la economía en el sureste del país, de crear empleo y avivar el turismo nacional. No todo es treparse a un avión para hospedarse en algún resort de la Riviera maya y dedicarse unos días al dolce far niente frente a un mar de color turquesa, con una visita rápida a la zona arqueológica de Tulum, donde también hay hoteles, acaso pasar el día en Xcaret y algunos más en otros puntos más de esa maravillosa zona donde pareciera que no existe la miseria. El presidente López Obrador propuso el quehacer de la magna obra ferrocarrilera desde el principio de su gestión. Un tren de carga y de pasajeros, que deberá recorrer una distancia de 1500 km, más o menos, y que pasará por lo estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Demasiado pretensioso. Las faenas para dejar lista la magna obra se complican y se dilatan. Sobre todo en lo que se refiere al tramo 5 norte. Se supone que este tramo recorrerá el aeropuerto de Cancún, Puerto Morelos y Playa del Carmen. Del lado sur, pasará por Tulum y el aeropuerto de Tulum. Contará con tres paraderos Xcaret, Puerto Aventuras y Akumal. Todo lo cual suena muy atractivo, pero ¿a costa de qué?

Maria Abid-Habid de el New York Times publicó el 28 de agosto un reportaje sobre las muchas inconveniencias de la construcción de las vías del Tren Maya. Una parte importante de los árboles de la selva han sido talados. Y los troncos se apilan por todos lados. El trayecto del todavía inexistente tren se espera que sume mil millas, unos 17 mil kilómetros aproximadamente, que desfilará por encima de cenotes, de grutas, de cuevas poco exploradas con vestigios arquelógicos, del río subterráneo más grande del mundo y a través de amplísimas zonas selváticas, las más extensas en América, ahora en una parte deforestadas, que han puesto en peligro a la fauna, en especial a los jaguares que ya estaban en peligro de extinción.

Nada que ignorábamos. La reportera, sin embargo, lleva un cabal recorrido por las obras, se entrevista con sus detractores, con científicos y asesores que han renunciado al proyecto, debido a que el presidente no los escucha. Gemma Santana Medina, consultora del Tren Maya hasta el año pasado, dejó sus labor ahí cuando, al plantear los problemas que encontraba en la construcción, el presidente no la tomaba en cuenta . No le hacía caso ni a ella ni a nadie. “La visión del presidente es totalmente dictarorial”, le comentó a la periodista del NYT. Se sabe que el presidente no presta atención a lo que le sugieren sus allegados ni su gente del gabinete. Él solo se escucha a sí mismo. Solo quiere alabanzas, por eso no soporta las críticas de los comentaristas y exhibe sus nombres en la Mañanera, ya lo he escrito aquí antes, para acusarlos de enemigos.

En un principio los trabajos del Tren Maya se planearon para construir su paso a un lado de una carretera y así evitar la tala y adentrarse en la jungla, pero ahora el trazo de la vías cubre un área que nunca se debió haber tocado. Por eso los ambientalistas y ecologistas se han manifestado, una y otra vez, contra la magna obra que se inaugurará en el 2024, si los dioses ayudan, aunque las labores deberían haberse programado para realizarse durante un largo tiempo. Los tramos 5 Norte, 6 y 7 no han avanzado nada a quince meses de su inauguración. El tramo 5 se interrumpió debido a amparos que se interpusieron para detener la operación. Sin embargo, el gobierno reanudó la tarea, contra viento y marea, por “seguridad nacional”. El Grupo México perdió la concesión de las labores, de las que ahora se encarga la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

El famoso tramo 5 presenta toda clase de conflictos, más allá de los ecológicos, que son de primerísima importancia, Andrés Manuel López Obrador hizo oficial, a principios del mes de agosto, la expropiación de más de un millón de metros cuadrados para continuar con las obras del tramo 5, donde hay 36 inmuebles ubicados en cuatro municipios: Solidaridad, Tulum, Puerto Morelos y Benito Juárez.

¿Será que el tren maya, en especial el tramo 5 norte, tiene jetatura? En entrevista con El Financiero, el 2 de septiembre, el hidrólogo Guillermo D´Cristy declaró que las labores de construcción de las vías del tramo en consideración producen basura y derraman sustancias que pueden contaminar el agua y generar, en poco tiempo, problemas de sequía en la península de Yucatán. El problema, dijo el experto, no se terminará cuando el tren se encuentre terminado, serpenteando por la vastedad del territorio maya, ya que de todas maneras arriesgará los mantos acuíferos más valiosos de México.

Hasta ahora se han invertido 92,390 millones de pesos, de acuerdo con Sectur, en la mega empresa ferroviaria, pero el presupuesto crece. De acuerdo con Guillermo D´Cristy, la zona podría sufrir sequía, debido al alza de temperatura auspiciada por los pilotes de cemento y sustancias perniciosas que se filtren en el río subterráneo y los cenotes. La ya citada Gemma Santana, ahora del grupo Sélvame del Tren, explicó para el mismo diario El Financiero que por esos mantos acuíferos “pasa agua virgen, como le llaman los mayas, y es donde empezó el color de la Riviera Maya. Al contaminarse definitivamente va a cambiar de tonalidad y se va a perder el atractivo de toda la región”, que sería el menor de los males.

El tramo 5 presenta otro gravísimo riesgo, el que, por la premura de las faenas constructoras en un terreno frágil, el tren podría derrumbarse.

Por donde se vea, el Tren Maya, debido a las prisas del señor presidente, a la mala planeación y al síndrome faraónico de López Obrador es un desastre más de la Cuarta Transformación.

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