El clima de negocios en América Latina es el mejor en los últimos años gracias al “nearshoring”, dicen los que saben de finanzas, como la Fundación Getúlio Vargas. Las condiciones ubican a Brasil y México a la cabeza; bueno, Brasil a la cabeza y México como a la altura del pecho, pues el primero saltó de 58.8 a 121.4 puntos en el Índice de Clima Económico, mientras que nuestro país ascendió de 85.7 hasta 118.7 puntos.
Hay varios otros aspectos en los que la izquierda del brasileño Luis Ignazio Lula da Silva rebasa la izquierda de AMLO, como la relación pragmática que sostiene con el empresariado de su propio país y del exterior. De hecho y en 2022, a Brasil arribaron 90 mil millones de dólares en inversión extranjera, mientras que a México llegaron 35 mil.
Nuestro país cuenta con una gran cantidad de parques industriales para recibir a empresas extranjeras proveedoras de EUA, mientras que Brasil va un poco atrás en este esfuerzo. Sin embargo, el país sudamericano se ha convertido en una opción real para el “nearshoring”, gracias a tres ventajas competitivas que México no presenta: seguridad, certeza jurídica y una vida pública no militarizada.
Yo me permitiría agregar otro elemento: la congruencia en los compromisos contraídos. Uno puede o no estar de acuerdo con dichos compromisos, pero para efectos de negociaciones, la congruencia y la constancia dan solidez. Le doy algunos datos, don Alfredo.
Brasil pertence al BRICS, un colectivo de países conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, con el ánimo de ser el Nuevo Sur Global, una visión geopolítica y económica alternativa a Occidente.
Tanto el gobierno derechista del anterior presidente, Jair Bolsonaro, como el del actual de Lula, han honrado su posición dentro del BRICS en lo que respecta a la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Abiertamente, Lula se negó a firmar la declaración final de la Cumbre de la Democracia celebrada a fines de 2021, la cual condenaba a Rusia por crímenes de lesa humanidad. No es que el mandatario brasileño apruebe las acciones rusas, pero sí consideró que no era ese el foro donde debía dirimirse el conflicto, sino en la ONU.
Brasil no se alineará con EUA y Europa, pero tampoco sigue a pie juntillas los dictados de Rusia o China. Lula propuso que un grupo de naciones funjan como mediadores en las conversaciones de paz y para cuando usted lea estas líneas, estará reunido privadamente ni más ni menos que con Volodymyr Zelensky, presidente de Ucrania; ojalá algo se avance. Me pregunto si la firme y abierta declaración de neutralidad por parte de Brasil es una manera inteligente de aseverar su soberanía frente a las diversas potencias. Como ve, señor diputado, Lula no se anda con provocaciones infantiles, como invitar al un destacamento del ejército ruso al desfile de la Independencia.
El presidente brasileño tiene una ruta clara erigirse como líder de la región y para ello acude a los foros internacionales y visitas oficiales que haya menester, porque para Lula, los intereses de Brasil no se agotan en sus fronteras. En los pocos meses de su actual mandato, ha visitado 21 países, lo mismo Angola que India, EUA o China.
En cada ocasión expone su visión de un multilateralismo más justo; sin ir más lejos, el día de ayer y en si discurso en la sesión inaugural de la 78ª Asamblea de la ONU, recriminó la "falta voluntad política de quienes gobiernan el mundo para superar la desigualdad" (CNN 19/09/2023). No lo dice de dientes para afuera: durante sus dos mandatos anteriores sacó a 30 millones de brasileños de la pobreza.
Otro tema internacional en el cual don Luiz Inazio ha tomado la delantera es el calentamiento global. "El mundo entero siempre ha hablado de la Amazonía. Ahora la Amazonía está hablando por sí misma," expresó ayer en la ONU. Eso no impide que Brasil apueste por satisfacer la creciente demanda de petróleo para los próximos siete años, como lo estima la Agencia Internacional de Energía.
Brasil trabaja en aguas profundas, en uno de los mayores yacimientos petrolíferos marinos del mundo. En los últimos seis años, Brasil aumentó constantemente su producción hasta 2.2 millones de barriles; además, lo hace de manera más eficiente, más rentable y con menos emisiones de CO2 en comparación con otros países. Por supuesto, ya desplazó a México como líder en el campo petrolífero.
Luiz Inazio Lula da Silva no olvida su origen obrero humilde ni su pensamiento de izquierda. Pero justo es decir que a diferencia de otros mandatarios latinoamericanos de ideologías trasnochadas, Lula es es un hombre de su tiempo y enfrenta los retos con acciones, no solo con narrativas.
No en balde su lema: “Brasil ha vuelto.”
Me pregunto dónde está México.
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