Opinión

El camino a la no-libertad

Cuando Rusia invadió Ucrania quedó establecido que su motivación fue que esta última Nación pretendía ingresar a la Unión Europea (UE). Desde la perspectiva rusa, con tal adhesión Ucrania posibilitaría que la UE llegara casi a las puertas mismas de Rusia. Además, estaba la supuesta discriminación sufrida por los ucranianos del este por su tendencia pro-rusa.

Detrás de estos razonamientos geopolíticos evidentes, hay otros brillantemente descritos por Timothy Skider, en su libro “The road to unfreedom” (Duggan Books, NY, 2018). No hay una traducción para el concepto “unfreedom”, así que me permito usarlo como “no-libertad”.

El texto de Skider es anterior a la invasión y se trata de un análisis político sobre el pensamiento ruso actual y de Vladimir Putin, en particular, que nos da mucha luz sobre la racionalidad de esta guerra.

En 2010, Putin llevó a la élite política y a la oligarquía rusas a seguir las ideas de Iván Ilyn (1833), un filósofo contrarrevolucionario que abogó por la supervivencia de la gran Madre Rusia frente al comunismo bolchevique.

En el contexto de la filosofía de Ilyn, la élite rusa vio el éxito de la UE como organización multinacional, pero le hizo suponer que los antiguos imperios podrían convertirse en democracias prósperas y, por lo tanto, en una amenaza para Rusia.

La visión de la Madre Rusia forma parte de lo que Skyder ha clasificado como la política de la eternidad, un movimiento de péndulo a la tendencia mundial pro sociedades democráticas.

El descriptivo “eternidad” se refiere a que algunas naciones tienen una percepción casi religiosa de sí mismas; creen sufrir amenazas cíclicas que de tanto en tanto reaparecen. Es decir, una Nación extranjera que en algún momento de la historia se hubiera confrontado con Rusia, sigue siendo una amenaza en cualquier momento presente. De ahí que en 2013, Putin catalogara a la UE como un adversario hostil.

En la política de la eternidad, la unión del líder con su pueblo -la lealtad mutua- debe prevalecer a toda costa, para defender a la Nación de las amenazas recurrentes; la unión es tal, que los connacionales no adheridos son excluidos del proyecto nacional.

Los políticos de la eternidad reducen el devenir de la Nación a un espectáculo, cargado de sentimientos y nuevos mitos. Convencer al pueblo de la validez de los nuevos mitos es fundamental para la cohesión. Los políticos de la eternidad exaltan la inocencia y sabiduría del pueblo, normalizando la pobreza a través de su idealización y cancelan la movilidad social: “Está bien ser pobre, porque así seguirás siendo bueno.” En consecuencia, este tipo de políticos desprecian al conocimiento científico, los intelectuales y las clases medias.

Los políticos de la eternidad niegan los datos y los hechos, para ajustarlos a su propia narrativa de la realidad. Asimismo, en el líder se concentra el manejo político de la Nación, a través del control de los Poderes Legislativo y Judicial. Él es el redentor alrededor del cual se completa el sistema de mitos; él decide lo que es justo, por encima de lo que marque la ley; él escoge quiénes son los villanos que amenazan al pueblo.

No es casual que el líder destruya las instituciones, pues son una barrera entre él y el pueblo para alcanzar esa unidad cuasi orgánica. No hay debate sobre las ideas; la discusión pública es anulada para dar paso único a la narrativa del líder sobre la realidad y el futuro de la Nación.

La invasión a Ucrania responde a esta visión de la política de la eternidad, pero pudo haberse dado en cualquier otra confrontación, incluso interna. En este marco, cualquier acción solo necesita la justificación del líder quien, en vez de gobernar, sólo genera crisis y espectáculo.

Muy preocupante es esta casta de políticos que surgen lo mismo en Europa que en el continente americano. Hayan o no leído a Iván Ilyn, inevitablemente están llevando a sus naciones al camino de la no-libertad.

Investigación: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com

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