Opinión

La Carta Latinoamericana; otro fracaso

De acuerdo con lo informado, así haya sido como una sugerencia, la reunión entre Joe Biden, presidente de los EU; Justin Trudeau, primer ministro de Canadá y el Ejecutivo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se encamina a una oportunidad perdida –otra--, al menos para México.

Sin afán de molestar a nadie, se le podría llamar la cumbre del “modito” criticado o del aterrizaje aquí o allá como un tema trilateral de Estado, frente a dos naciones a ninguna de las cuales les importa un demonio el aeropuerto Felipe Ángeles.

Confundir lo doméstico con lo internacional es una recurrente exhibición de provincianismo cuyo premio de consolación será la llegada de Trudeau al AIFA. Quizá le ofrecieron una tlayuda.

Por otra parte, si la cima de América del Norte –dentro de cuatro días--, debería tener como finalidad resolver los problemas entre estas tres naciones y tratar los asuntos correspondientes a ellas como firmantes de un tratado, México parece confundir la preñadas con las paridas, en beneficio de nadie.

De acuerdo con el temario ofrecido por este país, la reunión de América del Norte se quiere convertir en un espacio de solución para América Latina, lo cual no sólo es un despropósito, sino una pérdida de tiempo.

Plantear “que ya no haya más intervencionismo” y el fin de la política Monroe, es comenzar primero con una acusación y después con una invocación ya superada. Es volver a aquello de indignarse si los americanos hablan y se refieren a su país (como lo hacen muchos extranjeros) como América.

Pero proponer algo como la Alianza Para el Progreso de los tiempos de Kennedy, es un acto de nostalgia ante lo inútil. La ALPRO nunca sirvió para nada y –como contraste--, la invasión de Bahía de Cochinos o Playa Girón, ocurrió en ese mismo lapso, no como promoción del desarrollo compartido sino como escenario de la Guerra Fría, con todo y los misiles en el Caribe.

Por cierto, ¿No esa no eran esas instalaciones una clara intervención soviética? Muy malos historiadores tiene el señor presidente.

Todo esto es tan fantasioso y absurdo como fomentar el desarrollo y frenar la migración “Sembrando vida” con matitas de ahuehuete en la República del Salvador o Guatemala, donde no hacen falta árboles, sino educación, salud, empleo y una transición industrial y cultural para sacar a Mesoamérica del siglo XVIII y llevarla al siglo XXI.

Propone también el señor presidente la autosuficiencia (no dijo de qué) y la sustitución de “importaciones”, sin decir tampoco cuáles.

Son lindos propósitos en una carta ya enviada.

Eso hizo con el presidente Biden, le envió una misiva, pero debió haberles puesto una copia a los señores Baltazar, Gaspar y Melchor, quienes la habrían recibido unos días antes del presidente de Estados Unidos, a quien con tanta insistencia dice respetar como para dudar de su veracidad. El corolario es el mohín por sus “moditos”:

Pero el señor presidente de Estados Unidos, o como él llama a su país, America the beautiful, no parece atender ni las sugerencias, ni las peticiones. Le vale madres.

Por lo pronto el Air Force One aterrizará en el aeropuerto CDMX y dejará para otra oportunidad el privilegio de la Central Avionera de Santa Lucía, aunque los adversarios aprovechen para decir (como sabiamente advirtió el SP): es tan inseguro, tan mal hecho y distante, como para no ser usado por JB.

Obviamente este no es un rechazo aeronáutico; es un revés político, porque ventajosamente el presidente le pidió (como dicen los chavos), el “paro”, y quiso convertirlo en algo aprovechable en el discurso. Lo quería usar, pues… y no le salió.

El marcador –antes de comenzar--, ya va dos a cero.

El otro touch down fue la entrega de la verdadera agenda por parte de Ken Salazar.

--“This will be”, le dijo.

--Ta bien, puej…

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