Como tú debes saber, estimado Manuel, el Foro Económico Mundial elabora año con año el Índice de Transición Energética (ETI, por sus siglas en inglés) con miras al combate del cambio climático. El ETI evalúa “la eficacia de las iniciativas y los proyectos (de cada país), relacionados con la descarbonización y la adopción de energías amigables con el medio ambiente” (Fostering Effective Transition, junio 2023).
La puntuación lograda por cada nación se da a través de sus acciones y políticas en tres dimensiones interconectadas: 1) La equidad, en el sentido de que la población tenga acceso parejo a energías limpias y a costos razonables; 2) la seguridad alrededor del abasto y 3) la sustentabilidad, referida a que la producción contemple la reducción de CO2 y metano.
Como también sabes, Manuel, la 4T ratificó las Contribuciones Nacionales Determinadas de México para combatir el cambio climático a nivel local y mundial; es decir, a qué se compromete México en cuanto a la reducción de emisiones de gases contaminantes.
Expuesto lo anterior, no es de extrañar que nuestro país haya alcanzado 64.9 puntos (de un máximo de 100) sobre lo que el ETI llama “desempeño del sistema”.
Hasta ahí la buena noticia, porque como diría mi abuela, “el prometer no empobrece, el dar es lo que aniquila…”. Resulta, estimado Manuel, que cuando el ETI analizó a fondo las tres dimensiones arriba citadas, quedó claro que México apenas logra 37.8 puntos en “la disposición para la transición”. Para decirlo rápido, nuestro país apenas cumple a la mitad sus metas para combatir el cambio climático. Claramente, nuestro gobierno “de lengua se come un taco”, cosa que cada día es más frecuente y sobre asuntos igualmente graves.
Así las cosas, México perdió ¡22 lugares! en el ETI, ubicándose en la posición 68 de 122 países. Para darnos una idea de lo mal que estamos, Brasil ocupa el sitio 14 y Chile el 30; China, que era uno de los mayores contaminadores del mundo, dio un salto enorme y ahora se ubica en el lugar 17.
Ahora pasemos a lo específico. México había refrendado el compromiso de que, para el próximo año el 35 por ciento de la energía producida en México sería de origen limpio, pero no será así. Para disimular la falta de cumplimiento, el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional le dio una sancochada a la metodología para medir la producción de energía limpia, e informó que andábamos por el 31 por ciento. Sin embargo, el Instituto Mexicano de la Competitividad revisó los cálculos y penas llegamos al 28.7 por ciento (IMCO, 31/05/2023). Seis puntos menos de lo prometido.
Hay muchas razones por las cuales no se alcanzará la meta del 35 por ciento, pero me parece relevante apuntar una de ellas.
La CFE tenía el mandato institucional de construir y/o facilitar la construcción de 318 proyectos de infraestructura eléctrica limpia, pero hasta el año pasado apenas se concretaron… 30. Si en vez de invertir 24 mil millones de dólares en la refinería de Dos Bocas, se hubiera asignado aunque fuera la mitad de esos dineros a las energías limpias, otra sería la situación.
Me dirás que la CFE bajo tu conducción se esfuerza en no contaminar, pero hay que mirar la terrible realidad que azota a la Costa de Guerrero, cuyos habitantes caen muertos como moscas por obra y gracia del Complejo Termoeléctrico Petacalco. Aquí va el dato duro de mi aseveración: gracias a un reportaje realizado por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático del gobierno mexicano realizó una investigación científica en la zona y sus resultados son espeluznantes. Los guerrerenses de la zona respiran “concentraciones de contaminantes 17 veces por encima de la norma de salud, pues Petacalco quema anualmente un promedio de siete millones de toneladas de carbón, que han posicionado a ese complejo energético en una de las centrales termoeléctricas más contaminantes del mundo” (INECC y MCCI, 18/10/2023).
Peor están la central termoeléctrica y la refinería de Tula, pues emiten cantidades astronómicas de dióxido de azufre; algo así como 33 veces por encima de la norma. Eso es lo que respiramos los habitantes del Valle de México.
Tengo claro que las alertas del Instituto Nacional de Ecología tienen sin cuidado a la 4T, lo mismo que las denuncias de las organizaciones como MCCI o las de los periodistas. Sé que a cualquier crítica, el actual gobierno le atribuye aviesas intenciones y anda diciendo que las discrepancias son “de pena ajena”.
Yo le diría al inquilino de Palacio Nacional y a ti, Manuel, que “de pena ajena” es que la gente se muera por la negligencia gubernamental.
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