En estos momentos en los que debemos defender al Instituto Nacional y Electoral (INE) y a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) siento una brutal desazón. Esta vez escribiré de mi Universidad, no sólo mi alma mater sino donde enseño como profesora de tiempo completo desde hace muchos años. Gran parte de mi vida es la Facultad de Filosofía y Letras, sus profesores, los alumnos, las discusiones con unos y con otros, en fin la savia universitaria que nos nutre, las mesas redondas, las conferencias. Más allá de mi Facultad se encuentran aquellas otras dedicadas al pensamiento científico, al derecho, a la ciencia política, a la economía, a la ingeniería, etcétera. La UNAM es un Universum en sí misma. Hay teatro, filarmónica, Dirección de Literatura, Educación Continua en las Facultades y en los Institutos de investigación. Y me quedo corta, muy corta. Tenemos un estadio cuyo diseño arquitectónico es extraordinario, murales, espacios para los deportes, un campus opulento, investigación de la musicología, lingüística forense, ciencias genómicas, astronomía y mucho más. Por las aulas universitarias pasan los grandes pensadores y los científicos eminentes.
Me tardaría mucho en contar todo lo que es la UNAM. Su Legislación, facultada por la Ley Orgánica, norma por medio del Consejo Universitario los asuntos y los problemas universitarios. Cuando se presentan nuevas cuestiones, la Legislación se actualiza. Y ante todo este disponer constante, más la enseñanza, la investigación y los múltiples quehaceres universitarios, Andrés Manuel López Obrador califica de “choro mareador”, al pronunciamiento del rector el viernes de la semana pasada, en el que especificó que para dirimir la sanción a la tesis de licenciatura plagiada por Yasmín Esquivel Mossa, la ministra impuesta por el presidente en la SCJN, se precisará convocar al Comité Universitario de ética, que deriva de la Comisión de Honor del Consejo Universitario, para “dar cabida al debido proceso al que toda persona tiene derecho”. El rector Enrique Graue aseguró que seguirá actuando en el marco de la Legislación Universitaria.
No solamente el señor presidente de esta república sino muchos universitarios quisieran que el rector hubiese determinado una inhabilitación como jurista para Yasmín Esquivel. Andrés Manuel López Obrador para intervenir en la punición y los universitarios impacientes para saciar su coraje, quizá, o simplemente para mantener el prestigio de la UNAM de nuestras querencias. Pero la autoridad de la Universidad continúa incólume. El rector ha actuado con mesura y necesita llegar a una decisión colegiada. OJO:colegiada. Ayer, en su artículo semanal de El Universal, José Woldenberg, ex presidente del Instituto Federal Electoral, analista, escritor y profesor de la UNAM escribió:
“Mientras creamos que la cabeza de una institución es la institución y que lo puede todo, seguiremos atrapados en las redes del pensamiento autoritario.”
Un joven filósofo decía en Twitter que se necesitaba del rector Graue una respuesta de estadista, otros llamaron al rector pusilánime, otros lo acusan de traidor. Vivimos en la época de la inmediatez, en la que las necesidades deben saciarse a la voz de újule, ya, ahora mismo. Como explicó Francisco Báez Rodríguez este martes en La Crónica de Hoy:
“En el caso de la ofensiva contra la UNAM, en el que ha utilizado de pretexto el vergonzoso caso de la ministra Yarmín Esquivel, AMLO ha lanzado varias veces la provocación, pero la institución, celosa de su autonomía, no ha caído
en ella”.
El miércoles 25 del siempre largo enero y de la siempre infinita Mañanera, el señor presidente extrañamente entrelazó al INE con el secretario de Seguridad del ex presidente Felipe Calderón, Genaro García Luna, y dijo que “¡Que ya chole con el INE” e ironizó que en la nueva marcha que se convoca para apoyar al Instituto Nacional Electoral, algunos, como su odiado Claudio X Gónzález, podrían, de paso, defender a García Luna, sometido a un juicio en los Estados Unidos, acusado de corrupción y de participar con un poderoso cartel del narcotráfico, aunque gozaba de la confianza de la DEA, de la Embajada de Estados Unidos e incluso de la CIA. Veremos qué ocurre en ese caso. Por lo pronto, habría que pedirle a AMLO que ya chole con sus injerencias en la UNAM y en el INE. Hasta ahora ha estropeado o más bien corrompido al CONACYT, ha vapuleado al CIDE, entre las muchas cosas que ha perjudicado durante sus cuatro años de gobierno.
“En diciembre –apunta Pablo Hiriart en su artículo del martes en El Financiero—(de este 2023) se elige al sucesor en la Rectoría y la secta hegemónica del gobierno tiene la necesidad de hacer de la UNAM un gran auditorio Che Guevara..” Andrés Manuel López Obrador detesta a la Junta de Gobierno de la UNAM, formada por un grupo de notables universitarios que representa a diversas disciplinas y aún posiciones, en el que recae la elección del rector y de los directores de Facultades e Institutos. El presidente “apoyarría” que el nombramiento fuera votado desde las bases, desde las clases de las prepas populares, desde todos los confines de la Universidad. En realidad lo que querría es imponer a su rector, a un rector afín a la indescifrable Cuarta Transformación, un rector que respondiera a sus caprichos. ¡Los hados nos guarden de semejante acción que, lejos de ser democrática, resultaría una artimaña!
Ni la UNAM, ni el INE ni ninguna entidad autónoma deben tocarse. Pueden y deben perfeccionarse desde adentro, de allí su autonomía, pero no a partir de un presidente que todo lo quiere manipular y en todo se quiere entrometer. Defendamos tanto al INE, bastión de la democracia, y a la UNAM, garante de la educación superior en México.
Copyright © 2023 La Crónica de Hoy .