Opinión

El Chueco, ¿quién reclamará la recompensa?

A José Portillo, alias El Chueco, lo buscó la autoridad durante nueve meses. Hasta ofreció una jugosa recompensa por datos que condujeran a su captura. Se le señala como autor material del asesinato de dos sacerdotes jesuitas en una localidad de la Sierra Tarahumara, entre otros delitos.

Se van a ahorrar esos cinco millones, porque es remoto que el grupo criminal que sí lo encontró y resolvió ejecutarlo se apersone a pedir la recompensa. De confirmarse que se trata del criminal buscado, estaríamos ante un fracaso para la procuración de justicia. Otra muesca en el revólver de la delincuencia.

El Chueco se movía con total libertad, sin preocuparse por la policía o la Guardia Nacional, por varios municipios de la Sierra Tarahumara. A su paso iba dejando terror y muerte. Hasta que cometió el error de disparar sobre los religiosos de la Compañía de Jesús.

Eso puso a la pequeña localidad de Cerocahui en el mapamundi y entonces el Chueco tuvo que buscar nuevas tierras. No se crea que se fue muy lejos, porque sus enemigos lo alcanzaron en Sinaloa. Su muerte es otro fracaso en la aspiración compartida de hacer justicia. Los matarifes se ajustician entre ellos.

Se anuncia el bombardeo

Tal y como se planteó en tiempo y forma en este espacio se perfila para el Valle de México una sequía larga y severa.

La escasez de agua genera descontento social y por lo mismo obliga a los servidores públicos a pagar una factura política, como ocurrió hace un año en Nuevo León.

El Sistema Cutzamala tiene un caudal casi 25 por ciento menor. Para remediarlo se recurrirá a un colosal operativo de pipas de agua y a una opción que suena estruendosa, aunque todavía se desconoce su efectivad real: bombardear nubes.

El presidente le pidió a la Sedena bombardear nubes para propiciar lluvia. Dicen los que saben que se trata que generar de humedad descargando un compuesto de yoduro de plata. La Sedena pedirá a Conagua una nave especialmente diseñada para este trabajo

El objetivo político es transmitir el mensaje a la población de que no hay desidia, de que se hace todo lo humanamente posible para adelantar las lluvias para no pagar una factura política muy abultada.

Pocos pero sectarios

Los senadores priistas son pocos y serán menos. Por la revuelta al interior de la fracción parlamentaria, varios senadores ahora tricolores ya tocan las puertas de otras bancadas.

El senador hidalguense Miguel Osorio Chong no pudo consolidarse, desde que llegó pisó terreno pantanoso. La división llega en mal momento. No es que Osorio sea un legislador de altos vuelos, nada de eso, pero cambiar de caballo a mitad del río es temerario.

Están en marcha dos procesos electorales que son de vida o muerte para el tricolor y que los senadores se concentren en los jaloneos no augura nada bueno.

Se habla de que la figura a seguir es el guerrerense Manuel Añorve, ex acalde de Acapulco de larga experiencia, y muy cercano al sonorense Manlio Fabio Beltrones.

Mientras tanto Alito Moreno sonríe complacido. Alguien más, y no él, hizo el trabajo sucio y él tendrá la ganancia.

Diálogo republicano

Una clara muestra de lo benéfico que resulta la civilidad política y el respeto estricto a la Constitución es la que ha dado el Tribunal Electoral y la Cámara de Diputados.

Por un lado, en su sesión de ayer el Tribunal declaró inaplicable el artículo 17° transitorio del Plan “B” de la Reforma Electoral al considerarlo inconstitucional pues viola la autonomía del INE al ordenar la destitución de Edmundo Jacobo como secretario ejecutivo.

Lo que quieren los magistrados es establecer un diálogo republicano y de respeto a los órganos constitucionales autónomos con los Poderes de la Unión.

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