Opinión

El pueblo no es un solo

Cero y van tres. Con la del domingo 18 de febrero, ya son tres las muestras públicas que la ciudadanía he hecho para defender la democracia y a sus principales instituciones. Cientos de miles de personas a lo largo y ancho de prácticamente todo el país en más de 150 ciudades marcharon y se concentraron en sitios públicos emblemáticos para protestar, en esta ocasión, en contra de la intervención que el presidente y su gobierno han comenzado a tener de cara a la próxima campaña presidencial, así como para rechazar las iniciativas de reformas constitucionales que retoman la idea de eliminar varios organismos autónomos y modificar instituciones fundamentales de la estructura política del Estado, como el Instituto Nacional Electoral y el Poder Judicial de la Federación.

En menos de diez días dará inicio la campaña presidencial y, como cada seis años, comenzará una lucha sin cuartel por el poder. La diferencia entre esta ocasión y otras, empero, radica en la regresión que una intervención gubernamental de gran escala podría significar para la frágil democracia mexicana. Este riesgo que es percibido por cientos de miles de ciudadanos, así como la gran polarización que desde hace varios años se ha alentado, son los grandes factores que sacudieron a una sociedad que no está dispuesta a permanecer cruzada de brazos mientras desde el poder se destruyen algunas de sus principales conquistas. Las marchas y concentraciones no se tratan, en principio, de un apoyo a ciegas a la candidatura opositora de Xóchitl Gálvez, como sí de un rechazo a la línea de continuidad que, en este y otros temas, pudiera tener Claudia Sheinbaum en caso de ganar la Presidencia de la República.

En política, se puede tener una u otra ideología, simpatizar por alguien o rechazar a otro más, militar en un bando o en otro, pero jamás negar la realidad. Quien desde el ámbito político solo ve lo que le conviene y aquello en lo que cree, se convierte un fanático incapaz de reconocer la realidad y actuar en consecuencia. Por eso de ambos lados, de quienes apoyan a Morena y la continuidad del actual gobierno o de quienes respaldan la coalición de PAN, PRI y PRD y buscan establecer una ruta distinta de gobierno, se debe de observar con seriedad lo que está sucediendo en las postrimerías del sexenio. Si unos u otros deciden cerrar los ojos a la realidad, caerán en las redes del fanatismo que impide ver lo evidente.

Desde Morena y la candidatura de Claudia Sheinbaum, es necesario que escuchen las voces de cientos de miles de personas que no comparten la visión con la que el presidente López Obrador ha conducido el gobierno. No hacerlo significará profundizar la polarización social y alejar, cada vez más, las posiciones de unos y otros. Del lado del frente opositor que abandera Xóchitl Gálvez, es menester terminar de entender que si hace seis años una mayoría absoluta del electorado decidió por López Obrador, ello se debió, en gran medida, a un rechazo a lo que hasta entonces había conocido y que identificaba con ideas como frivolidad, corrupción, exceso, lejanía o exclusión. No hacerlo significará perder la oportunidad de reconocer, rectificar y reconstruir.

El pueblo no es uno solo y en un concepto como este caben todas las visiones que se tengan sobre el significado de lo que la nación y el Estado deben de ser. Como categoría política, se trata de una idea a la que es necesario dar forma a partir de ideas como pluralidad, tolerancia, derechos, respeto, diversidad, inclusión, libertad, entre muchos otros. De cara a las próximas elecciones, es menester que unos y otros tengan la capacidad de reconocer que lo que ha pasado de las redes a las calles no es “una bola de fifís hipócritas” ni tampoco el significado de “un presidente y un gobierno derrotados”. El pueblo no es un solo sino la suma de millones de aspiraciones de un mejor destino común en el que quepan todos y no solo los iguales. El pueblo no es uno solo y sus ropajes son muchos más variados que una playera rosa o un chaleco marrón. Estamos apenas a tiempo de que unos y otros, todos parte del gran pueblo mexicano, lo entiendan.

Profesor y titular de la DGACO, UNAM

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Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com