Opinión

La crisis permanente del cáncer en niñas y niños

Cada día 15 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer Infantil. Se trata de una dura realidad que enfrentan miles de familias en todo el mundo, y que en México ha cobrado una especial notoriedad debido a la incapacidad del Gobierno de la República de tener un sistema de compras de medicamentos eficaz, y de acceso a tratamientos oportunos y de calidad y con calidez para las niñas y los niños.

El trato que este gobierno ha dado a las familias de niñas y niños con cáncer ha sido poco empático y por momentos cruel y desproporcionado, como cuando el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell afirmó que la demanda de medicamentos oncológicos eran parte de un movimiento golpista y que no se tenía incluso certeza de que las y los manifestantes fuesen realmente madres y padres de niñas y niños afectados con tumores malignos.

Hasta ahora, el desabasto prolongadamente denunciado no se ha traducido, al menos por los datos del INEGI, en un incremento sostenido en el número anual de defunciones de niñas y niños que enferman de algún tipo de cáncer. En efecto, para el año 2018, el INEGI tiene registro de 1,440 defunciones de niñas y niños de 14 años y menos, por tumores malignos; para el 2019 la cifra creció a 1,456 decesos; para el 2020 disminuyó a 1,345 y para el 2021 se registraron 1,343 defunciones. Habrá que esperar el dato de 2022, para determinar si hay alguna variación significativa.

En este contexto, es relevante decir que para México es urgente la construcción de una política de Estado en materia de garantía plena de los derechos de la niñez, entre los cuales, los derechos a la vida, a la supervivencia y al goce y disfrute del máximo nivel posible de salud forman una parte esencial.

Resulta más que interesante en este contexto que en los anuarios de morbilidad de la Secretaría de Salud no se incluyen los tumores malignos en niñas y niños dentro de las enfermedades a las que se les da seguimiento, como sí ocurre afortunadamente con el cáncer de mama y el cáncer de cérvix. Valdría la pena valorar la incorporación al menos de la leucemia, que es el principal tipo de cáncer infantil. Lo anterior cobra mayor sentido si se considera que, de acuerdo con el INEGI, los tumores malignos se encuentran entre las primeras causas de muerte en menores de 14 años, siendo de hecho la segunda causa para el grupo específico de 5 a 14 años; y la tercera causa de mortalidad para el grupo de 1 a 4 años.

Preocupa por otro lado que la política de vacunación en el país esté en su peor momento en las últimas cuatro décadas, lo cual puede afectar severamente a las niñas y adolescentes que no recibirán la vacuna contra el virus del papiloma humano, lo que en un futuro les expone con mayor nivel de riesgo a contraerlo y desarrollar cáncer de cérvix, de vagina o de vulva.

La responsabilidad del Estado es por ello muy alta; porque de su incapacidad de actuar depende la salud y en no pocas ocasiones la vida de las personas, tanto en la etapa infantil, y como en el último caso mencionado, la salud y la vida en la etapa adulta de las personas, especialmente de las mujeres.

El desastre que significó el INSABI, y el todavía lento proceso de transición en el modelo que se ha impulsado en el IMSS para tratar de reencausar los servicios a población abierta, han profundizado la crisis de un sector que ya estaba mal en los gobiernos previos y que exigía efectivamente una profunda reforma pero que fuese eficaz y que nos llevara a convertirnos en un país, al menos con afiliación universal.

Es necesario destacar en ese sentido la enorme tarea que realizan algunas organizaciones de la sociedad civil, en las cuales se ha conseguido dar la atención que se ha negado o que ha sido imposible otorgar en los servicios públicos, debido a la ya mencionada desastrosa gestión que se ha tenido en este gobierno.

El tratamiento oportuno y de alta eficacia en la niñez es muy importante; porque se tiene registro de que cuando se interrumpen o no se completan adecuadamente, exponen a las niñas y a los niños a padecer nuevamente algún tipo de cáncer que, dada la gravedad de los casos, les puede llevar a consecuencias muy graves y en los casos extremos, a la muerte.

México cuenta con los recursos suficientes para tener un robusto sistema de salud; sin embargo, su implementación requiere de dos elementos insustituibles: recursos financieros, materiales y humanos suficientes; y capacidad y visión de gobierno; y de manera penosa, el gobierno de la República se negó a hacer lo necesario para garantizar ambos en el corto y el mediano plazo.

Es cierto que transformar un sistema como el que tenemos en un sistema integral de protección social en salud requiere de tiempo; pero en el caso de las niñas y niños con cáncer, y en general para quienes padecen de tumores malignos, el tiempo es el ahora, porque en ello les va la posibilidad de curarse y recuperar la posibilidad de una vida futura. Por eso, porque es cruel e injusto, nada puede justificar lo hecho hasta ahora por el gobierno federal en esta materia.

Investigador del PUED-UNAM

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