El dengue es una enfermedad sistémica causada por virus de RNA conocidos como flavivirus. Su nombre se originó de una palabra en el idioma suajili que se refiere a un padecimiento causado por un “espíritu malo”. Existen cuatro diferentes cepas de virus de dengue que se conocen por número, del 1 al 4. Es una enfermedad transmitida por mosquito, en particular por Aedes aegypti. Este mosquito vive en lugares cálidos y usualmente no prolifera por arriba de 1,800 metros a nivel del mar. Por eso, el riesgo de dengue en la ciudad de México es casi nulo. Sin embargo, lo vemos con frecuencia por la cercanía y movilidad a lugares en las que el riesgo es mayor, como en el estado de Morelos, Guerrero y Oaxaca.
La temporada en que el dengue es más frecuente es en los meses de calor con lluvia. Julio a octubre. El mosquito se reproduce en el agua estancada. Barriles, tambos, llantas o cualquier recipiente alrededor de las casas en las que se estanque el agua de lluvia. Suele ser una enfermedad que cursa con fiebre y malestar intenso, dolor muscular, cansancio extremo, edema de manos y otras regiones y la aparición de salpullidos. Se autolimita y cura sola. Sin embargo, la enfermedad puede cursar con hemorragias, llegar a ser grave y ocasionar la muerte. El tratamiento es sintomático y puede requerir de hospitalización.
En los últimos años, hemos visto un incremento en el dengue a nivel mundial, que alcanza en nuestro país el 380 % en comparación con el 2023. En la semana epidemiológica 32 hubo en México 33,957 casos de dengue, de los cuales 18,818 fueron leves a moderados, 13,950 con signos de alarma y 1,189 graves, con 101 defunciones. En contraste, la misma semana del 2023 registró 9,397 casos, de los cuales, 5,202 fueron leves a moderados, 3,918 con signos de alarma, 277 graves con 13 defunciones.
No existe una vacuna para la prevención del dengue. Lo recomendable si vive en, o viaja a, lugares endémicos es protegerse contra la picadura de mosquitos. Hay que evitar reservorios con agua estancada cercanos al hogar. Cerciorarse de que las puertas y ventanas tengan mosquiteros, que estén íntegros y mantenerlos siempre cerrados. Si existe aire acondicionado, mantenerlo prendido, ya que los mosquitos no gustan de las temperaturas bajas. En el exterior, utilizar citronelas o ahuyentadores de mosquitos. Particularmente, hacia la tarde/noche, utilizar camisas de manga y pantalones largos, de preferencia roseados previamente con permetrina.
El uso de repelentes autorizados por la EPA (agencia de protección ambiental) (https://espanol.epa.gov/control-de-plagas/encuentre-el-repelente-de-insectos-adecuado) es muy importante. Los más comunes son los que contienen N,N-dietil-meta-toluamida (DEET), picardina, aceite de eucalipto de limón o Para-mentano-diol. Existen múltiples marcas y, en algunos casos, con combinaciones de estas sustancias. Se recomienda ponerse repelente en las partes del cuerpo expuestas, sobre todo por la tarde/noche en que los mosquitos abundan.
La utilidad del consumo de tabletas con vitamina B para evitar la picadura de los mosquitos es un mito. No hay estudios que demuestren su eficacia y lo peor es que, al tomar la vitamina, el individuo se puede sentir protegido y dejar de hacer lo que realmente sirve, descrito en el párrafo anterior.
Si el lector vive o va a viajar a zonas endémicas de dengue, le recomiendo que siga las medidas que comento para evitar la picadura de mosquitos. El problema con el dengue es que no hay forma de saber a priori a quién le va a dar una infección leve o quién tendrá un curso grave que termine con la muerte.
Dr. Gerardo Gamba
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e
Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM
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