Lo conocí hace 43 años cuando era estudiante de medicina y llevé el curso de gastroenterología de pregrado en el Instituto Nacional de Nutrición. El titular era el muy querido y admirado Dr. Luis Guevara. David era uno de los profesores del curso, encargado por supuesto de la parte de enfermedades del hígado. Desde entonces dejó en mí una impresión muy positiva. Tres años después (1984), cuando fui pasante de patología en el mismo instituto, yo era el responsable de presentar la sesión de las biopsias de hígado todos los lunes, a la que acudía David, siempre con sus comentarios claros e inteligentes.
Tres años más adelante (1987), tuve otra oportunidad de interaccionar con él muy de cerca. Durante el tercer año de la residencia de medicina interna en el Instituto teníamos una rotación de dos meses como residente encargado de un sector de internamiento y por las mañanas un médico adscrito pasaba visita con nosotros como el revisor responsable y por fortuna, mi revisor fue David. Su entrega y compromiso era admirable. En ese entonces los médicos usaban un radio por el que llegaban mensajes de las personas que los buscaban. El de David sonaba en promedio cada 5 minutos, pero no interrumpía el pase de visita. Anotaba en un papelito los teléfonos, para comunicarse al terminar la revisión. En un par de ocasiones que salía de congreso fuera del país, me pidió pasar visita a las 4 de la mañana, antes de irse al aeropuerto.
Cuando recibí el Premio Nacional de Ciencias (2010), aunque en ese momento él ya no trabajaba en el Instituto, se tomó la molestia de enviarme una muy efusiva felicitación. Dos años después, cuando decidió competir por la dirección general del Instituto, me llamó un día para invitarme a desayunar. Quería conocer mi opinión de lo que necesitaba el Instituto en el área de investigación. Ahí nació la Red de Apoyo a la Investigación y para mi sorpresa, me dijo que, si fuera elegido como director general, me invitaría como director de investigación.
El respeto y admiración, que de por sí ya tenía por él, crecieron exponencialmente en la década que fui su director de investigación. Fue un extraordinario jefe. Siempre interesado en escuchar los puntos de vista de sus directores, fueran a favor o en contra. Podía dedicar el tiempo suficiente para tener claro y entender un problema. Su gestión durante la difícil época de la pandemia fue admirable. Acató el mandato de convertir al Instituto en un centro covid y lo hizo con rapidez y excelencia, con lo que salvó la vida de muchas personas y protegió a la comunidad del Instituto, gracias a lo cual no tuvimos casos que lamentar en nuestro personal. Aprendí mucho de él. Cómo abordar un problema, entenderlo y explorar soluciones. Su bonhomía al tratar a cualquier persona. Su confianza en su equipo de trabajo. Su respeto ante las decisiones tomadas por cada uno de nosotros. Su búsqueda de soluciones reales y permanentes. Su calidad humana.
Tengo suficientes elementos para decir que la designación de David Kershenobich como Secretario de Salud para el próximo periodo presidencial es de celebrarse. Es un hombre íntegro, inteligente, generoso, incorruptible y genuinamente interesado en la salud de los Mexicanos. Tengo confianza de que durante su gestión habrá cambios favorables en al área de la salud. En hora buena querido David, cuentas con todos tus compañeros del Instituto.
Dr. Gerardo Gamba
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e
Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM
Copyright © 2024 La Crónica de Hoy .