Opinión

Un disparo por la espalda

Los principales riesgos de la elección 2024 son los grupos de la delincuencia organizada y el activismo desaforado del presidente López Obrador que un día sí y otro también, casi como burla, se brinca las trancas que le impone al presidente la ley electoral. Lo hace con la confianza plena de que saldrá impune del lance. No hay instancia que pueda castigarlo.

Los violentos, por su parte, mataron de principio a fin. La imagen de la pistola apuntando a la espalda del candidato a alcalde de Coyuca de Benítez, Guerrero, que ayer apareció en la prensa, sintetiza el horror de la irrupción del crimen en la elección y su interés por diseñar gobiernos a balazos. Ya veremos si siguen jalando del gatillo en las próximas horas. La pólvora es tóxica para la democracia.

Miembros de la Guardia Nacional resguardan la zona donde fue asesinado el candidato

Miembros de la Guardia Nacional resguardan la zona donde fue asesinado el candidato

EFE

Es el turno de los ciudadanos.

Los partidos y sus candidatos hicieron lo que pudieron. El protagonismo a partir de ahora es del INE y de los ciudadanos que con su voto están por dibujar un nuevo mapa político en el país. Lo mejor de todo a estas alturas es saber que los votos se contarán bien y que los nuevos gobiernos serán reflejo nítido de la voluntad popular expresada en las urnas. Lograr la transición pacífica de los poderes públicos en un ámbito de pluralidad parece natural, pero no siempre fue así.

Es un privilegio que tienen las nuevas generaciones y un derecho ganado a pulso por las generaciones más viejas. La fecha clave de la democracia mexicana de nuestros días es 1996 cuando cesó la intervención del Poder Ejecutivo en la organización de las elecciones. El INE tuvo entonces su primer Consejo General ciudadanizado. Gracias a eso y a la optimización de herramientas valiosas como un padrón electoral auditado, confiable, y la credencial para votar con fotografía fue posible que el país diera el gran paso y comenzara a transitar por la senda de la democracia electoral.

Cuatro años después, en el año 2000, se registró la primera transición en la Presidencia de la República ya que ganó un partido distinto al PRI que había ganado siempre desde su creación en 1929. Son logros históricos de los que debemos sentirnos orgullosos, lo digo sin exagerar, pero con el ánimo de que los lectores más jóvenes tengan aliciente de acudir a las urnas para aprovechar los derechos políticos que heredaron.

La elección del domingo es la más grande de la historia ya sé que están en juego 20 mil 708 cargos que es una cifra colosal. Entre todos esos cargos destaca la Presidencia de la República. El dato que puede adelantarse es que por primera vez en la historia una mujer ocupará la titularidad del Poder Ejecutivo, lo que muchos consideraron que era algo imposible por el enquistado machismo nacional.

Hay que extender un amplio reconocimiento a los ciudadanos que en la elección harán las veces de funcionarios de casilla, para organizar a los sufragistas y contar los votos casilla por casilla. Fueron elegidos por sorteo, los convocaron a participar y aceptaron y ahí estarán el domingo desde las 7:30 de la mañana montando las urnas, organizando las boletas, orientando a los ciudadanos y preparando los paquetes electorales. Es un trabajo cívico del más alto nivel. Son 9 ciudadanos por casilla y hay 170 mil casillas, así que haga la cuenta. Estarán en las urnas, no los haga esperar.

En el país suele votar como promedio el 60 por ciento de la población con derecho de hacerlo. Si este domingo la cifra se acerca un poco más al 70 por ciento será motivo de algarabía colectiva. Los ciudadanos mexicanos están cada vez mejor informados y politizados. Saben que su voto es una herramienta para premiar o castigar el desempeño de un gobierno. A darle.