En atención a que la seguridad es el principal problema sufrido por los mexicanos, el lunes pasado cada una de ustedes presentó una síntesis de lo que sería su estrategia en el combate a la delincuencia y el crimen organizado.
Doña Claudia, aboga por el “fortalecimiento de la inteligencia y la investigación”; doña Xóchitl ofrece el “uso de tecnología e inteligencia para la prevención del delito”. Celebro sus propuestas pues dicen los que saben de seguridad, que las tareas de inteligencia representan el 80 por ciento del combate al delito y el otro 20 es la tarea en las calles.
Al ver sus respectivas propuestas, vino a mi memoria la Plataforma México (PM) y su triste historia.
En 2007 fue anunciada con bombos y platillos la creación de la PM, “un concepto tecnológico avanzado de telecomunicaciones y sistema de información, a través del cual se integraban todas las bases de datos relativas a la seguridad.” Es decir, la Plataforma se dedicaba a la captación, análisis y procesamiento de la información criminal para combatir el delito desde la prevención y la inteligencia.
PM se alimentaba con los Informes Policiales Homologados (nótese lo de homologados) de las policías federal, estatales y municipales, así como de los informes de las fiscalías. Tan solo el último año de la administración calderonista, la PM recibió 104 mil informes homologados.
Toda esa información derivó en el Sistema Único de Información Criminal, dividido en varios registros: Nacional de Huellas Dactilares, de Personal de Seguridad Pública, de Indiciados, Procesados y Sentenciados, de ADN, de Armas Incautadas y Registradas, y de Vehículos Robados y Recuperados.
No les platico la chulada de datos que se congregaron en la PM: antecedentes penales, órdenes de aprehensión, datos biométricos y licencias de conducir de los delincuentes; georreferencias de robo de autos, homicidios, secuestros y delitos sexuales; catálogo de instalaciones vulnerables y cuáles eran sus condiciones de seguridad, por solo mencionar algunos.
La Plataforma contaba con la capacidad de conectar a 900 dependencias de municipios, estados y la administración federal, además del acceso a más de 100 bases de datos, así como a más de 60 sistemas de información y al menos 793 millones de registros relacionados con seguridad. Seis mil millones de pesos costó la Plataforma y todo indica que valió la pena, hasta que…
Sí, hasta que empezó a declinar en el último año de la administración peñista, al punto de la Dirección General de la PM se quejó de no contar con el presupuesto suficiente para darle mantenimiento, con el riesgo de ser hackeada y de interrumpir parcialmente la alimentación de los Registros Nacionales. Nada más les digo que en 2018, los Informes Homologados bajaron a un 25 por ciento.
Para fines de 2019, el entonces secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, informó que la Auditoría Superior de la Federación iniciaría una investigación para conocer el estado de la red tecnológica y detectar fugas de información.
Lo que trascendió a medios fue que los equipos eran obsoletos por no ser renovados, no había supervisión, ni mantenimiento; vamos, ni siquiera adecuados controles de acceso y de contraseñas. Años de esfuerzo tirados al bote de la basura y, peor todavía, con muy probables vulneraciones a su seguridad.
No pude encontrar en mi memoria ni en los archivos periodísticos, las razones que llevaron al abandono de la PM, pero nada hacer ver que Plataforma México haya seguido operando, ni que fuera alimentada. ¿Sería porque la PM fue auspiciada por fondos estadounidenses provenientes de la Iniciativa Mérida? ¿O porque fue un desarrollo de Genaro García Luna? ¿No quisieron o no supieron cómo reparar las fugas, si las hubieron? ¿Nadie llamó al orden a los gobernadores y a las fiscalías locales por su negligencia o desinterés? ¿Acaso porque somos un país que no sabe sostener proyectos transexenales cuando cambia el partido en poder?
Para mí que son todas la anteriores. No podría precisar el peso de cada una, pero en un país en donde el combate a la corrupción y a la delincuencia es por demás laxo en los tres niveles de gobierno, todo ello puede ocurrir.
Hoy en día, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública proporciona periódicamente datos estadísticos del tipo de delitos perpetrados en cada estado. Sin embargo, no encuentro ningún indicativo de que el Secretariado disponga de algo más allá de la numerología y/o que se estén recolectando, intercambiando y explotando los datos para una labor de inteligencia completa.
En fin, me encantaría escuchar de ustedes por dónde van empezar las tareas de inteligencia para la seguridad pública, porque si vamos a iniciar otra vez desde cero…
Mientras tanto, la delincuencia organizada avanza en tecnología y armamento para cometer sus fechorías. ¡Uuufff!
Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com
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