Los expertos de la SEP -en su proyecto de reforma educativa- rechazan la idea de que la educación nacional pueda ser neutral. Ellos afirman: “toda educación es política”, cualquier plan de estudios refleja los intereses políticos de la fuerza política que domina en el país en un momento determinado.
Es verdad que, desde una perspectiva general, es legítimo afirmar que la educación pública es política, pues es dirigida por el Estado. Pero existe una diferencia entre la educación pública democrática que emana del pacto nacional y una educación que se apega los intereses de una sola fuerza política.
La SEP propone abandonar la tradición de la educación nacional, humanista y liberal, en favor de una educación con fines políticos explícitos (emancipar al pueblo oprimido, transformar la sociedad, combatir a las elites neoliberales, debilitar a la educación pública actual) cuya fuente original es el repertorio doctrinario del Número Uno del populismo nacional.
El proyecto de la SEP se inspira, en gran parte en Paulo Freire, padre de la llamada “pedagogía crítica”. En cierta ocasión alguien preguntó a Freire: ¿Es usted pedagogo? Y él, sin vacilación alguna, contestó: “No, nunca he sido pedagogo, soy, siempre he sido, un político”.
Los rasgos distintivos de la educación de Freire son: a) la educación debe orientarse a liberar al pueblo oprimido; b) la educación liberadora debe darse fuera del Estado, en las propias comunidades que habitan los oprimidos.
En Pedagogía del oprimido Friere aclara que la suya es una pedagogía que prepara a los hombres para luchar por su liberación. La educación del oprimido busca utilizar las palabras significativas para el sujeto (alumno) para que de manera autónoma cambie su conciencia, reconozca su condición de oprimido y se disponga a luchar para lograr su liberación.
La teoría de Freire parte, no de realidades histórico-concretas sino de tres axiomas (verdades incuestionables): 1) la sociedad se divide entre fuerzas opuestas: los opresores y los oprimidos; 2) la pedagogía del oprimido busca concientizar a los oprimidos para que se incorporen a la lucha contra la opresión; 3) la educación escolar es, sin excepción, una educación que funciona a favor de la opresión y se opone a la liberación.
La educación escolar, dice Pedagogía del oprimido, se funda en los intereses de los opresores: fomenta el egoísmo, su fin es inculcar en los estudiantes visiones que perpetúan los mitos, las ideologías, el pensamiento falso, y las conductas de sumisión y opresión. Son pedagogías que esclavizan y deshumanizan a los hombres
Freire caricaturiza la educación escolar y la llama “educación bancaria”, un esquema que describe lo que pasa en las escuelas a través de nociones y postulados abstractos. Por ejemplo, se dice: “El educador es siempre quien educa, el educando es el que es educado”; “el educador es quien sabe, los educandos quienes no saben”; “el educador es quien habla, los educandos escuchan dócilmente”; etc.
La embestida de Freire contra la educación escolar lo lleva a afirmar que, en todos los casos, ésta busca inculcar sometimiento y respeto a las reglas, es decir, inducir a los oprimidos a aceptar su condición de oprimidos. Pero la visión del mundo que ofrece Freire a los oprimidos es una visión que se construye a partir de su realidad concreta y desprecia el pensamiento abstracto y la cultura universal. “Hay que desconfiar, dice, de la cultura letrada”.
Esta es la orientación de la reforma que intenta imponer la SEP en educación básica: su idea central es hacer de la comunidad el motor del proceso educativo: es una involución, un rechazo a la educación moderna, un regreso al mundo pre-moderno de las tradiciones comunitarias.
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