Opinión

El espacio cultural norteamericano en la víspera de la Cumbre

La creciente integración económica y comercial de México, Estados Unidos y Canadá, en el marco del TMEC, es un fenómeno irreversible que permite a su vez la construcción de un nuevo horizonte de identidad común para la región norteamericana a partir del reconocimiento de su diversidad lingüística, étnica y cultural.

He mencionado y publicado en diversas ocasiones que sin la integración cultural -en un sentido abierto, diverso, plural, innovador y de marcada colaboración trilateral- quedarían inconclusos y desequilibrados los propósitos del TMEC. La próxima reunión de los presidentes de Canadá, Estados Unidos y México es una ocasión para reiterar esta propuesta.

Hay una historia en común, un pasado entretejido y mutuamente condicionado entre los tres países que nos permitirían construir políticas culturales trilaterales para la creación de algo a lo que podríamos empezar a llamar como el Espacio Cultural Norteamericano. De gran complejidad y profundas asimetrías, sin duda, pero de un enorme potencial en su diversidad, en sus vasos comunicantes, en su contribución al desarrollo económico de la región, y en la proyección hacia el exterior de una nueva identidad regional con la que no terminamos de identificarnos del todo en México: somos latinoamericanos, o iberoamericanos, sin duda, de la misma manera que somos también parte de Norteamérica.

Imagino entonces al Espacio Cultural Norteamericano como la columna vertebral de una nueva diplomacia cultural trilateral –con iniciativas conjuntas entre México, Estados Unidos y Canadá- proyectada hacia el resto del mundo: una región enriquecida en el presente y en el futuro por sus mutuas interdependencias históricas y las aportaciones de sus comunidades creativas. Un nuevo territorio incluyente para desandar los viejos caminos de la intolerancia y la mutua incomprensión.

Para ello es necesario revisar de nuevo lo acordado en el marco del TMEC y tomar muy en cuenta las lecciones que nos dejaron cinco lustros del TLC. A nivel global hay repunte expansivo y sin precedentes de la circulación, comercialización y consumo de contenidos y bienes culturales digitales, que México, Estados Unidos y Canadá deberán de tomar en cuenta al momento de pensar el papel relevante de estos productos culturales desmaterializados en la integración comercial del bloque norteamericano, a partir del diseño de políticas y legislación en esta materia que favorezcan a los tres países.

EL TMEC incluyó en su artículo 32 un régimen específico de excepción cultural para Canadá, que protege a sus industrias editorial, audiovisual, musical, de telecomunicaciones, de televisión abierta y por cable, y de servicios culturales a través de la red; y destino también un espacio a la protección de las lenguas, la culturas y las identidades de sus pueblos originarios. Esto significa que Canadá se defendió mejor que México para proteger a sus industrias creativas y sus culturas en el marco del TMEC, y esto es algo que debemos revisar en los próximos años.

México deberá encontrar en el proceso de implementación del TMEC los mecanismos previstos para ejercer el derecho de retorsión, esto es, las medidas de reclamación y compensación a tomar en caso de que se vea afectado nuestro sector creativo y cultural como resultado de los diversos procesos de integración comercial. Es un camino todavía no andado y ni siquiera hemos logrado comprender y documentar a cabalidad de qué manera el TMEC impacta favorable y desfavorablemente en nuestro sector cultural.

El derecho de adoptar e implementar medidas que reviertan o mitiguen las posibles afectaciones a los sectores culturales de los tres países como resultado de la instrumentación del TMEC en los próximos años, constituye uno de los aspectos centrales del dialogo trilateral hacia la construcción del Espacio Cultural Norteamericano.

México, Estados Unidos y Canadá otorgan un papel de la mayor relevancia al comercio de sus bienes y servicios culturales como un aspecto esencial de su crecimiento económico. Los tres países consideran estratégico el acceso de sus productos a los mercados internacionales de bienes culturales a través de los mecanismos de negociación comercial internacional contemplados tanto en el TMEC como en otros instrumentos internacionales vigentes.

Es tiempo de crear una nueva narrativa para explicarnos como parte de un espacio ampliado de identidades colectivas e intereses comunes al que llamamos Norteamérica. Veremos en los próximos días si el de la cooperación cultural trilateral ocupa un lugar en la agenda de la Cumbre norteamericana.

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