Opinión

De la esperanza al olvido; una realidad en la NFL

No todo lo que brilla es oro, así de sencillo podríamos definir tantas y tantas historias de quarterbacks que llegaron a la NFL creando una enorme expectativa para la misma Liga, la franquicia que les depositó su confianza y sin más, la afición del mismo equipo.

Kenny Pickett fue cambiado a Philadelphia luego de haber sido seleccionado en primera ronda por Pittsburgh. Ahora, será suplente de Jalen Hurts.

Kenny Pickett fue cambiado a Philadelphia luego de haber sido seleccionado en primera ronda por Pittsburgh. Ahora, será suplente de Jalen Hurts.

Especial

La reflexión anterior es la resultante de mirar lo que les ha acontecido a esos pasadores que hasta hace unos meses, o muy pocos años atrás, llegaron como los salvadores y hoy, literal, son un desecho en la cultura social y deportiva de la inmediatez, de lo desechable, de aquello que no sirve y, a la primera de cambio, se va por la ruta del olvido.

Sin ir más lejos, y centrándonos en los casos meramente recientes, me pareció increíble que pasadores con grandes credenciales colegiales y un futuro prometedor, hoy sean un mero recuerdo del que nadie quiere que perdure en la memoria.

La cultura de lo desechable

Quizá al leer estos nombres su memoria se refresque un poco y me dé la razón. Kenny Pickett, Desmond Ridder y Malik Willis. Los tres llegaron a Pittsburgh, Atlanta y Tennessee respectivamente, y con ellos un suspiro de triunfos y épocas doradas en la agenda de un futuro cercano.

Bastaron sólo dos temporadas para desecharlos, si, no encuentro otra palabra más acertada que desechar, para definir lo que estos equipos hicieron con estos chicos que un día fueron vistos como la esperanza y a un par de años no tienen sentido ni espacio dentro de las organizaciones que los reclutaron.

Y es que lo que actualmente sucede en la NFL es que se acabó la paciencia de forjar estrellas, de construirlas a fuego lento como antaño; hoy en día un jugador para ganarse un lugar en el equipo y, sobre todo, el respeto de la organización, debe ser de impacto inmediato, de lo contrario su presencia sobra en el grupo.

A Pickett lo aventaron a Filaldelfia, Ridder se fue a Arizona y en el colmo de su suerte ni siquiera logró quedarse con el puesto de suplente de Kyler Murray; ya fue dado de baja. Willis, por su parte, nunca tuvo una real oportunidad con los Titanes y acabó siendo traspasado a Green Bay.

“¡Lo sentimos en el alma, pero no nos sirves; disfruta tu contrato de novato, como una selección alta en el Draft, pero aquí no tienes cabida!”, pareciera ser el discurso hipotético de los coaches y gerentes generales a estos jugadores.

Etiquetados para el inventario

Es muy triste, de verdad, atestiguar como estos tres mariscales de campo de apenas 25 años de edad, fueron echados de su equipo y de antemano etiquetados ya como “no aptos para ser titulares”. ¿Alguien lo habría imaginado en el Draft de hace apenas un par de años? Obvio nadie, como tampoco lo imaginaron hace tres años (2021) cuando arribaron a la Liga otros tres que prometían demasiado y terminaron siendo unos verdaderos petardos. Trey Lance con San Francisco, Zach Wilson con Nueva York Jets, y Justin Fields con Chicago. Por más que se diga lo contrario, su poca producción y efectividad los condenó al olvido y el destierro del que, según vemos, quizá Fields sea el único con alguna real oportunidad de rehacer su carrera en Pittsburgh. Los otros dos, en Dallas y Denver, no pasarán de meras anécdotas.

Y es que como decimos, así es la nueva NFL: “O funcionas al momento, o te vas; no hay tiempo para desarrollo, se crece al momento”.

Similitud de historias

Todo esto nos lleva a historias similares que ya se cocinan en este momento con otros mariscales que llegaron en 2022 y que ciertamente poco o nada han hecho, y que se quiera o no aceptar, quizá sólo tengan esta campaña para demostrar no sólo algo, sino mucho, nos referimos a Bryce Young con Carolina y Anthony Richardson con Indianapolis. Les parezca o no, ya son comparados con otro de su generación y que si ha logrado impactar de inmediato; nos referimos a CJ Stroud con Houston.

Mientras que Stroud ayudó a su equipo a llegar a los playoffs; los otros quedaron a deber, y mucho; y en estos tiempos de la inmediatez bien podrían colmar la paciencia de los dueños de sus respectivos equipos.

Por eso, como iniciamos esta columna, decimos y afirmamos que no todo lo que brilla es oro, y sin embargo si hay joyas que solamente requieren de ser pulidas para alcanzar su brillo y valor real.

Desapercibidos ¡Y miren! 

Y quizá la mejor historia de esto sea lo que sucedió con Pat Mahomes de Kansas City y Lamar Jackson de Baltimore, dos de los mejores quarterbacks de la actualidad en la NFL.

Ninguno de los dos fue visto y menos evaluado como prospecto de gran nivel cuando fueron elegibles en el Draf de 2017 y 2018. A Mahomes sólo le veían como un pistolero que lanzaba demasiado en Texas Tech. Lo increíble es que antes que él, fue seleccionado Mitch Trubisky por Chicago. La historia es de todos conocida.

En cuanto a Jackson, muchos scouts señalaban que si era seleccionado sería para cambiarlo de posición a esquinero o receptor dada su velocidad y elusividad; sólo la gerencia de los Cuervos le tuvo confianza necesaria y se lo llevó para respetar su condición de pasador. No se equivocaron.

Así que, en la camada de este año las esperanzas no faltan con Caleb Williams en Chicago, Jayden Daniels en Washington, Drake Maye en Nueva Inglaterra, Michael Penix en Atlanta, JJ McCarthy en Minnesota y Bo Nix en Denver.

De Caleb Williams se espera sea el único y verdadero baluarte de la generación; de los demás, sólo el tiempo lo dirá, pero lo más seguro es que en unos meses, o quizá un par de años, hayan pasado de la esperanza al olvido.