A propósito de la coincidencia de su nombre con el otro famoso Félix Beltrán, nuestro amigo Félix Beltrán contaba anécdotas que sólo vendrían a cuento para retratar el magnífico humor del artista plástico y de diseño, el “verdadero” Félix Beltrán. Maestro de la UAM Azcapotzalco con merecidos grados y un largo trabajo profesional en diseño cuyo conocimiento llevaba entusiastamente a las aulas.
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Lo voy a extrañar al igual que muchos amigos lo deben hacer y me vienen a la memoria rápida Mariana Palacios, Verónica (no recuerdo su apellido y su esposo), Norma Patiño, Andrés de Luna, Dante Delgado, Victoria García Jolly, René Avilés Fábila desde donde esté, Tomás Licea, Rosalía Contreras.
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La amabilidad y cortesía eran parte de la personalidad del maestro Beltrán. Nunca se olvidaba de sus amigos, para los que siempre tenía algún detalle, como una llamada, un regalito en forma de libro o cuadro, un correo juguetón. A él le realicé una entrevista en la revista ranAzul a la que titulé “El diseño como proceso de síntesis”, y de ella tomo algunos fragmentos que combinaré con comentarios de Félix Beltrán, alterando posiblemente la secuencia original para llegar a mi propia versión de síntesis nemotécnica del maestro.
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A pregunta expresa para Félix Beltrán la mejor palabra que define al diseño y su proceso es la síntesis: “Entiendo la síntesis como el proceso de captar, sin exceso, algo que puede ser complejo mediante la extracción de su esencia.”
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Las imágenes que nos dio para ilustrar ese número partían de una rana azul pixelada inteligentemente. Nos ofreció varias opciones y la que tenía el más alto grado de pixel, o dicho de otra manera, la que se componía con el juego de mosaicos más grande, fue la que permaneció, como puede apreciarse en la imagen que acompaña a este texto. Imaginen que nadan sobre una alberca de mosaicos grandes en cuyo fondo hay una rana azul parecida a la de Félix Beltrán. Mientras más se retiren de ella la apreciarán mejor. La idea esencial es que un bañista antes de zambullirse en esas aguas identifique la síntesis digital del batracio.
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Pregunta villamelona y respuesta de Félix Beltrán.
Pregunta: Usted me dijo que prohibiría la palabra investigación en diseño. ¿Por qué razón? Me parece que en el caso de sus diseños hay atrás un gran proceso de indagación.
Respuesta: Lo que pasa es que ahí veo una palabra muy desvirtuada, lo mismo sucede con las palabras “democracia”, “justicia”, “socialismo”. Son palabras que se adulteran en la práctica. ¿En qué medida? No es fácil precisar. En lugar de preocuparnos tanto por el método, deberíamos de preocuparnos más por el resultado. Investigación es una palabra mitificada: hay quienes pueden conocer el método, pero los procesos creativos son tan complejos que todavía no hay un método infalible. Aunque recuerda que detrás de la aspiración de un método infalible está también el facilismo; aspiramos a que todo sea fácil y rápido y, sobre todo, transitorio para poder disfrutar de lo nuevo, a pesar de que resulta incierto. Si cuentas con un celular tuviste que aprender cómo usarlo con respecto al que tenías antes. Detrás de eso está el ciclo del Capital. Nunca antes en la historia se había mitificado tanto lo nuevo como ahora. Nada dura, y eso se proyecta en todas las circunstancias y en todas las relaciones. La caducidad se precipita. En el caso del diseño, lo nuevo puede atraer más la atención. Por contraste, todo estímulo que no se altera, se hace neutral, pierde intensidad. Lo opuesto: “atraer la atención” no es suficiente. Puedes impactar al público, pero no convencerlo de algo. Es indudable, a pesar de los contrastes sociales, que estamos en una etapa de saciedad. Se tiene más de lo que se debe tener y eso desemboca en otro problema cru- cial: se apuesta más por el tener que por el ser. Al mencionar al ser no te digo que renuncies a lo que tienes en la mano, pero es indudable de que en la abundancia no se encuentra la plenitud. La abundancia también se explica así: contar con lo que no hace falta más que con lo que hace falta.
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Félix Beltrán tenía colegas que no le querían y con alguna frecuencia se refería a ellos. Todo eso no lo publiqué desde luego pero los tenía bien ubicados y yo compartía con regocijo sus atinados comentarios. A cambio me gustaría rescatar el último juego de preguntas y respuestas con los números 8, 9, 10 y 11.
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Pregunta: El diseñador está en capacidad de rechazar trabajos de desarrollo de marca o de producto con los cuales no esté de acuerdo. ¿Usted lo ha hecho?
Respuesta: Todo está en el filtro de valores al que yo le llamo conciencia, por ese filtro tiene que pasar todo, pero algunos no lo utilizan. También está en la educación que me permite decir no con más contundencia..., pero a veces se tiene que negociar.
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Pregunta: ¿Se ha arrepentido de trabajar para algún cliente?
Respuesta: En la dulcería italiana Lapposse no se estableció comunicación. Dije que no, luego me enviaron una carta y hubo un arreglo. Siempre tiene que haber empatía. Milton Glaser dice que no debes trabajar con clientes que te caen mal. Yo trato de dar mi aportación al cliente, pero sin claudicar. En Cuba a veces tuve que evadir trabajos sutilmente, porque no estaba de acuerdo con ciertas interpretaciones.
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Pregunta: ¿Usted se siente más a gusto trabajando en el sistema norteamericano?
Respuesta: No, no, una cosa es la eficiencia y otra para qué nos sirve la eficiencia. Trabajar como soldados pasivos en un engranaje planificado no es tan bueno. En Latinoamérica ha habido creadores y diseñadores interesantes. Uno de los problemas en la Bienal Iberoamericana de Diseño es la elección de trabajos porque también está la presencia de España, y hay países de América Latina que no están a la altura de lo que se espera, pero se tienen que mostrar porque ése es el propósito. Lo importante es ser responsable con tu sociedad. Aunque a veces el diseño que uno hace es para satisfacer las necesidades del cliente, y a veces también los deseos de los clientes del cliente.
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Comentario: No había reflexionado en esa parte [la contundencia de las frases del Fidel Castro revolucionario], la ausencia de una tecnología de avanzada y la necesidad de transmitir mensajes masivos de manera rápida fueron también factores que lo foguearon en el diseño.
Respuesta: Sí, y la pregunta que yo me hacía era: ¿cómo representar algo para que se entienda con pocos recursos materiales y tecnológicos? En estos contextos la palabra es muy importante. Hay cosas que sólo puedes diseñar bien con palabras; la palabra tiene un poder descomunal. Por eso algunos carteles los diseño sólo con texto, porque la palabra tiene ese poder. La palabra no se refiere a la letra o dicho en otros términos, a la tipografía, sino al poder inconmensurable que convoca. Puedes decir, “amarillo”, y es una palabra que puedes asociar con una yema de huevo, con un girasol de Van Gogh, pero no hay realmente un adjetivo calificativo. Si tú dices: “amarillo”, yo te pregunto: “¿amarillo qué?”. Si tú pones sólo amarillo en un plano, no puede haber forma sin color, ni puede haber color sin forma. Son cuestiones que no son tan fáciles ni están tocadas por especialistas. La palabra es poderosa. Incluso el término “tipografía” apareció mucho después de lo que supuso el acto de crear tipografía, acomodarla en la galera y todas esas actividades que entrañó la revolución que desató la imprenta.
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Mi sincero pésame a Teresa Camacho quien lo recordó con unas palabras de José Martí: “La muerte no puede ser verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida.”
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