Opinión

Feminismo, entre la ultraderecha y la IA

Faltan dos meses para que se celebre el 53 aniversario de la publicación de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, que es uno de los primeros documentos en exigir y proponer que las mujeres fueran tratadas con igualdad legal, política, social y familiar respecto a los hombres. Este tratado fue presentado en la primera Asamblea Nacional Legislativa francesa y desde entonces ha sido una contestación a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que excluyeron a las mujeres en sus postulados.

Miles de mujeres de todas edades, marcharon desde diferentes puntos de la Ciudad hacía el Zócalo capitalino con motivo del 8m

Marcha feminista

Cuartoscuro

Resulta sumamente lamentable y peligroso que tras años de lucha, en la actualidad, diversos gobiernos de varias partes del mundo atenten en contra de los derechos adquiridos en materia de equidad, igualdad sustantiva, no discriminación, el derecho a decidir sobre su cuerpo de las mujeres y la despenalización de la interrupción del embarazo.

En Argentina, hace unos días, el presidente ultraderechista Javier Milei decretó la eliminación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad para convertirlo en una subsecretaría del Ministerio de Justicia, esto en el contexto de que en el país del cono sureño, cada 35 horas muere una mujer por feminicidio. Además, prohibió el lenguaje incluyente en las oficinas gubernamentales y ha presentado una iniciativa para derogar la despenalización del aborto, apenas aprobada en 2020.

En las últimas elecciones del Parlamento Europeo, a falta de los resultados definitivos, los partidos de ultraderecha ganaron terreno al conquistar nueve curules, convirtiéndose en la tercera fuerza política. Este bloque político, en la legislatura anterior votó en contra de resoluciones que aseguraban beneficios para las mujeres y son conocidas sus posiciones conservadoras radicales que cuestionan los avances que la civilización ha obtenido en materia de derechos humanos e inclusión.

Pero el avance de la agenda antifeminista no solamente se ha dado entre los líderes políticos, también se ha observado en la Inteligencia Artificial (IA) que, de acuerdo con algunos estudios, tiene sesgos de género. Entre 2014 y 2015, una empresa multinacional estadounidense utilizó una herramienta de IA para reclutar a su personal y esta mostró que tenía una preferencia por los “hombres blancos”. Tal ha sido la problemática con la herramienta Gemini, el chatbot de Google, que dejó de funcionar tras las críticas realizadas por diversos usuarios, señalando que tenía sesgos raciales. Aimée Vega, destacada académica mexicana, activista feminista e integrante del Sistema Nacional de Investigadores, ha comentado sobre el sesgo de género de la IA: “La tecnología no es neutral, es un dispositivo de poder y opera en un marco de relaciones donde se sostiene la desigualdad entre mujeres y hombres, la violación a los derechos humanos de ellas, así como la violencia y la discriminación en su contra.”

Los derechos adquiridos, las conquistas legítimas del feminismo, de los distintos feminismos, de los defensores y defensoras de derechos humanos, de la lucha contra la discriminación y la desigualdad, pueden tener retrocesos. No están garantizados y, si nos distraemos y bajamos la guardia, la derecha y la ultraderecha y el poder tecnológico pueden provocar retrocesos que no debemos permitir. Reducir los riesgos de sesgos de género en la Inteligencia Artificial es una responsabilidad que cae en el campo de las empresas desarrolladoras y los organismos públicos reguladores. Es posible impulsar, al menos, cinco políticas específicas:

a) Diversidad en los equipos de desarrollo. Asegurar la diversidad de género y experiencia en los equipos que diseñan y entrenan los modelos de IA para corregir posibles sesgos.

b) Recopilación de datos equilibrada: usar conjuntos de datos equilibrados y representativos para entrenar los algoritmos de IA, de manera que reflejen la diversidad de la población y no perpetúen estereotipos de género.

c) Llevar a cabo pruebas exhaustivas para detectar sesgos de género en los modelos de IA y corregirlos antes de aplicarlos en entornos reales.

d) Transparencia y explicabilidad en las decisiones de los sistemas de IA, de modo que desarrolladores y usuarios puedan comprender cómo se llega a una determinada decisión.

e) Promover la discusión sobre ética en IA y garantizar que se sigan prácticas éticas en todas las etapas del desarrollo y la implementación de estas tecnologías.

Reducir los riesgos de la ofensiva de la ultraderecha contra los derechos de las mujeres entra en el campo de la política, de la lucha incansable, de la deliberación, de una visión social claramente progresista e incansable y de trabajar para que la IA se apegue a una visión humanista sin sesgos de género ni raciales que nos permita tener una mejor sociedad y progresar como humanidad.