El sainete neoleonés hizo evidentes la torpeza, la soberbia y la ignorancia de Samuel García, subrayó la alarmante facilidad con la que una fuerza política que parecía responsable intenta eludir y violentar el orden jurídico y exacerbó la irreflexión de quienes defienden al ahora ex candidato presidencial ignorando sus faltas legales y su desaliño político.
La candidatura de García, independientemente de cómo haya sido procesada en Movimiento Ciudadano, fue impulsada y respaldada por el presidente López Obrador. Se trató de una operación política elemental para dividir los votos de la oposición y que hubiera sido eficaz de no haber tropezado con la ambición y la improvisación del gobernador.
El objetivo principal de esa postulación eran los jóvenes reacios a entusiasmarse con la candidatura de Xóchitl Gálvez y aquellos ciudadanos que abominan a los partidos tradicionales, pero tampoco respaldan a Morena, porque reproduce los peores vicios de la vieja política marrullera y clientelar. Los grandes derrotados con la cancelación de la candidatura de García son los líderes de MC y, junto con ellos, el presidente López Obrador. Aunque MC designe una candidatura de emergencia, carecerá del frívolo atractivo que aparentemente tenía el gobernador que cosecha likes con publicaciones bobas y zapatos coloridos.
Si bien sorprendió a algunos, el comportamiento de Samuel García ha sido congruente con la banalidad que singulariza a su actividad pública. No es un hombre de ideas políticas, sino de desplantes vistosos. Sus decisiones y convicciones son tan sólidas como una evanescenfe imagen en Instagram. Con esa audacia, mezcla de improvisación e ignorancia (los varios títulos doctorales, si es que son auténticos, confirman que por mucho que se le utilice como coartada Salamanca non presta) García apostó al premio mayor sin cumplir con las reglas más elementales.
García quiso hacer trampa a la Constitución de manera tan vulgar e indefendible que ahora paga las consecuencias. La disposición para que los funcionarios públicos de ese rango que quieran ser candidatos presidenciales renuncien seis meses antes de la elección, no admite interpretación alguna.
El hombre de los tenis naranja quiso tener, a la vez, candidatura y gobierno del estado. A pesar de todas las advertencias, incluso de juristas ampliamente respetables, García se empeñó en dejar un gobernador interino a su gusto, por encima de la soberanía del Congreso de Nuevo León. De esa manera precipitó una crisis política que, luego, se encargó de empeorar con fuertes dosis de necedad y petulancia.
Garcia desconoció la autoridad constitucional del Congreso del estado, se negó a reconocer al gobernador designado para reemplazarlo, pretendió (sin asidero legal alguno) que el gobernador interino debía ser de su misma filiación política. Cuando era evidente que eso no ocurriría, simpatizantes y colaboradores suyos asaltaron violentamente el Congreso. Encerrado en la burbuja autocomplaciente que le creaban los dirigentes de su partido, Garcia se papapetó en el Palacio de Gobierno rodeado por la fuerza pública a la que había convocado.
El fallido candidato presidencial de MC acudió al Tribunal Federal Electoral, cuyas resoluciones desatendió cuando le fueron desfavorables. Garcia tiene con las leyes un compromiso de ocasión y las acata cuando le convienen. Lo más sorprendente en esta tragicomedia, no es la improvisación y la incapacidad políticas de García, a quien hubo quienes vieron presidenciable, sino los intentos de Movimiento Ciudadano para justificarlo y defenderlo.
Quienes encomiaban la supuesta sagacidad política de Dante Delgado, tendrán que reconsiderar esa apreciación. El dirigente y propietario de Movimiento Ciudadano fue ostensiblemente corresponsable de las decisiones equivocadas que llevaron a García, y al gobierno de Nuevo León, a esta innecesaria crisis.
Es triste que miltantes destacados de MC hayan compartido, haciéndolas suyas, las falacias de García y su dirigente nacional. Dijeron, sin evidencia alguna, que la ley, y luego que la sentencia del Trife, obligaban al Congreso estatal a designar a un gobernador de la misma corriente política de García. La expresión del Tribunal, cuando estableció que en la designación del gobernador el Congreso del estado “deberá generar los consensos necesarios”, fue utlizada para sostener que tenía que ser una decisión unánime. Más allá de esa expresión el Congreso de Nuevo León, en cumplimiento de sus atribuciones, designó a Luis Enrique Orozco Suárez como gobernador interino. Los defensores de García convirtieron sus deseos en especulaciones jurídicas y así, contribuyeron a reforzar la confusión y las falsedades que sembró el gobernador neoleonés.
Cercado por sus propias transgresiones a la ley, García persistió en su rabieta política y anunció que seguiría como gobernador. Pero para entonces ya había solicitado licencia, que el Congreso le concedió. El gobernador, con carácter interino y plenas funciones a partir del 2 de diciembre, es Orozco Suárez. La Suprema Corte de Justicia reiteró que él se encuentra a cargo del gobierno del estado. Samuel García se ha negado a entregar la oficina que, legalmente, no es suya porque él mismo pidió que se aprobara su ausencia por medio año.
Si la ley se cumple, García se quedará sin candidatura presidencial y sin oficina en el Palacio de Gobierno durante los siguientes meses. Tendrá tiempo para calzar y publicitar nuevos pares de tenis, aunque con cada desplante de ese estilo no muestra originalidad alguna. La simpleza y la codicia son dos de los atributos más ordinarios en el fracaso de numerosos personajes públicos.
ALACENA: Fernando Mejía Barquera
La historia y en análisis de los medios de comunicación en México estarán siempre en deuda con Fernando Mejía Barquera, un hombre meticuloso y mesurado que verificaba pacientemente, en hemerotecas y documentos antes de escribir un dato. La industria de la radio y la televisión (1920 - 1960) es un indispensable clásico. Más recientes, y fundamentales, son El sountrack de la vida cotidiana. Cien años de radio y música popular en la Ciudad de México, editado por la UNAM e Historias viejas y nuevas. El Instituto Mexicano de la Radio (IMER y FCE). Fue profesor en la UACM y además hizo un siempre enterado y crítico periodismo especializado en los medios. Fue un privlegio coincidir con él en variadas aventuras periodísticas y académicas. Fernando murió el sábado pasado. Un abrazo a su esposa y a sus hijos.
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